En las últimas semanas estoy repasando, en mayor o menor medida, grandes juegos a los que ya había jugado o que juego ahora, con la tormenta mediática ya centrada en otros focos y con la calma que no te permite hacer un análisis en su debido tiempo. Espero poder hacer esto próximamente, por supuesto, con los nuevos lanzamientos a los que mis ahorros están destinados desde hace algún tiempo, que difieren dependiendo del título en cuestión. Uno de los títulos de esta generación que por unos motivos que parece que al final se han confirmado desestimé en su día fue Resident Evil 5. Un título que compré sólo para ver si finalmente Move me convencía. Al final, acabé con un DualShock en la mano y una bolsa para potar pañuelo para secar las lágrimas de pena que me da ver la saga tras juegos como Code: Veronica (el que más disfruté en su día), comencé la pesadilla africana que nos propone el primer Resident Evil de nueva generación.
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