La expresividad de Ryan Reynolds en su máximo apogeo, es decir, la misma que una patata.
Frank es un tipo tranquilo, hogareño, ordenado y metódico. Vive con su guapa esposa y su hija hasta que una serie de acontecimientos desafortunados y caóticos desencadenan una crisis y unos cambios profundos que harán de su vida algo... distinto.La película podría llamarse tranquilamente "el tonto las tarjetas".
La rubia poniéndole ojitos y él sigue empanao.
Aunque Ryan Reynolds se vista de seda, Ryan Reynolds se queda, ni aunque se deje barbita y aparente ser un tipo serio, consigue ser un actor creíble. En esta película de talante amable y toques de comedia de enredo familiar no logra brillar ni destacar como tampoco lo hace el guión, que no me enganchó en ningún momento -incluida moraleja- que lleva por derroteros vistos mil veces y que acaba consiguiendo que sea de esas películas que se olvidan cinco minutos después.Una cinta romántica e innecesaria, que hará las delicias de los que gustan de las historias pastelosas con baladitas emotivas de fondo, de la que únicamente me quedo con un par de canciones. Una de ellas es ésta