Luego de sufrir la altura de Quito una semana atrás, Vélez no pudo mostrar lo mejor de su gran repertorio y volvió a dejar la cuenta del ámbito internacional más pendiente que nunca. Una vez más se quedó afuera en semifinales tras perder como local 0-1 ante la Liga Deportiva Universitaria de Quito.
Más allá de que en el juego Vélez no pudo hacer lo necesario para superar a su rival, el resultado de esta serie volvió a demostrar cuán injusto puede ser en ciertas ocasiones este hermoso deporte. Pese a quien le pese, los de Liniers son uno de los pocos que aún logran enamorar de a ratos con su gran juego, pero por alguna razón no han podido trasladar sus exitos en el país a las competiciones internacionales. Una vez más, un equipo mucho menos agradable a los ojos volvió a superar a Vélez tal como había pasado meses atras. Cosas del fútbol…
Al igual que Peñarol, Liga es un equipo que a simple vista aparenta ser completamente inferior a Vélez, pero logró superarlo gracias a dos aspectos más que claves. El primero, que es imposible no nombrarlo, es la ventaja completamente anti deportiva que supone jugar en la altura. Si bien siempre es necesario tener un buen equipo ya que a la vista está que no triunfan todos los equipos que disfrutan de esta ventaja, traspasa el límite de lo deportivo y es difícil entender cómo la FIFA sigue sin tomar cartas en el asunto.
Luego, más allá de esa triste superioridad que tiene por encima de casi todos los equipos de la competencia, aparece lo estríctamente futbolístico. Después de sacar un buen resultado como local, Liga cumple a la perfección el libreto inquebrantable que tiene preparado para salir de su país. Apoyado en la seguridad del arquero Domínguez (infinitamente superior al histórico Ceballos), se arma de paciencia para esperar al rival atrás de mitad de cancha. Posteriormente, cuando logra la desesperación del mismo, empieza a soltar a los grandes intérpretes con los que cuenta en ofensiva. Gracias a esto y a la gran actuación de los argentinos Barcos y González, hoy no sólo logró la clasificación, sino que también se dio el gusto de ganar.
Aunque finalmente fue todo decepción para Vélez y su gente, lo que realmente trasciende cualquier desilusión fue la despedida que el público local le otorgó a su equipo. En ese hermoso gesto quedó bien en claro que a pesar de los golpes el Fortín debe seguir por este camino, convencido que tarde o temprano podrá darse el gusto de volver a triunfar internacionalmente. Mientras, el primer paso para seguir bien deberá ser confirmar la continuidad de Gareca, padre de la última joya de nuestro fútbol.