Ya nos lo enseñaban desde pequeñitos: los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren. A lo que por aquel entonces no dábamos demasiada importancia era al último verbo de esa oración: al fin de la vida, al sueño eterno.
Es totalmente normal pensar en la muerte alguna que otra vez: es “algo” que está allí y que, por muchos avances que haga la ciencia, de momento no es posible evitar.
Que se te pasen por la cabeza pensamientos espontáneos sobre la muerte no es preocupante; todos lo hacemos. No obstante, en determinadas fases de la vida esas ideas pueden ir algo más lejos y convertirse en una especie de enfermiza obsesión.
¿Cómo supero el miedo a morir?
En primer lugar, acepta el hecho en sí. Todos nos vamos a morir algún día, no sólo tu persona: el vecino del tercero, aquel bebé tan mono, el que escribe estas líneas. Se suele decir que si existe algo “bueno” en este tema es que la muerte no hace distinciones y, tarde o temprano, nos trata a todos por igual.
Cree en algo. Y no estamos hablando sólo de religiones. Encuentra aquella idea que te despeja la mente al pensar en ella, y usa ese remedio cada vez que te sientes angustiado divagando sobre el fin de la vida.
Tampoco trates de recrearte y rememorar hechos relacionados con la muerte. Recordar desgracias, malos momentos o sentimientos negativos sólo conduce a bajar contundentemente la autoestima.
Pero, ¿y si no le encuentro el sentido a mi vida?
Toda vida humana tiene (o debería tener) un sentido en la vida. Ponte objetivos realistas y trata de cumplirlos. El camino a seguir en ese proceso distrae la mente y te hará ver que tu “misión” en tu vida, sea cual sea, es una cosa importante por la que vale la pena luchar.
Y finalmente, la mejor recomendación que te damos es la de disfrutar la vida. Pásatelo bien, sal con amigos, encuentra esa persona especial que te comprenda y vive en armonía y con respeto con los demás.
Esa es la verdadera clave para vivir al máximo nuestros limitados días.
No andaba errado Joseph Conrad cuando dijo: “Creí que era una aventura y en realidad era la vida.”