Si bien las teorías sobre el comportamiento del consumidor y los “trucos” utilizados por los grandes establecimientos siguen siendo de gran utilidad para fomentar el consumo, cada vez está ganando más terreno otro tipo de marketing que ofrece a sus clientes no sólo sus productos sino la posibilidad de vivir novedosas experiencias.
Este fin de semana acudimos a una boutique Nespresso para adquirir algunas cápsulas ya que el café es para mi marido como el chocolate para mí, una auténtica debilidad.
Nuestra experiencia en la boutique ejemplifica cómo en algunos campos la acción de compra-venta ha evolucionado. Para empezar sus establecimientos no son tiendas, concepto este último más asociado a un tradicional mercado de barrio, son boutiques. La decoración era de líneas muy audaces con las cápsulas alineadas en perfecto orden o bien simulando sinuosas formas propias de cuadros vanguardistas.
Así mismo, la atención fue totalmente personalizada invitándonos en todo momento a probar los nuevos sabores. Al finalizar colocaron todas las cajas de cápsulas en una fabulosa bolsa que por sus características parecía contener algún producto propio de una joyería.
Está claro que esto dista mucho de acudir al centro comercial, pasillo de los cafés y pillar una caja de cápsulas. En este caso, te ofrecen la posibilidad de sentirte por unos instantes como perteneciente a un selecto club, una pequeña intrusión a un mundo de exclusividad reservado a unos pocos afortunados pero por unos pequeños instantes totalmente accesible.
Los mercados se han vuelto mucho más infieles, el comprador conservador fidelizado a una marca está desapareciendo en pos de un consumidor más exigente, innovador y con un abanico inmenso de posibilidades al alcance de su mano. De esta manera nace la idea de brindar memorables experiencias a los consumidores así como productos mucho más personalizados.