Adicional al arsenal anterior existen otros dos mecanismos. Uno es el de los venenos, generalmente se trata de saliva modificada con neurotoxinas y enzimas digestivas, aunque en realidad muchos otros tejidos pueden servir a este propósito como lo revelan las glándulas venenosas de las medusas o los escorpiones. La función del veneno es la de ser una táctica de asesinato efectiva, el animal pica y el veneno se encarga de someter y matar a la presa sin que el depredador tenga que luchar contra la víctima. Y como bono adicional, muchos venenos inician la digestión química por adelantado ahorrando tiempo de digestión. Existen otros mecanismos semejantes al veneno, como el de mordidas sépticas, la idea es que en lugar de veneno, lo que se inyecta es una serie de bacterias patógenas que infectan a la presa y la matan por fiebre y deshidratación. Esta tacuaca es empleada por los dragones de Komodo. Otra forma de cacería es la trampa, es decir, la capacidad de atraer a la presa a un lugar del cual no puede escapar. Existen muchos tipos de trampas, algunos son estructuras del depredador como en el caso de las flores de las plantas carnívoras. En otros casos puede ser algún tipo de secreción del animal como en el caso de las arañas tejedoras de redes. O puede ser una constricción de animal como en el caso de las hormigas león. Existen adaptaciones más extrañas aun, por ejemplo los onicóforos son capaces de disparar seda a sus víctimas para capturarlas. Mientras que los delfines pueden emplear su sonar para aturdir a sus presas.
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