Apelaba hace poco más de dos años, desde este blog, al Corto Maltés para que viniera a salvarnos. Eran otros tiempos, otros problemas en los que ni siquiera podíamos llegar a intuir lo que vendría más adelante, este desierto de ideas, este exilio interior de los intelectuales. Bien. Ya hemos llegado al filo del precipicio, pero no parece éste el final del camino: se anuncian nuevos recortes en Sanidad y, para poner una vez más a prueba la resistencia de los ciudadanos, en las pensiones. Eso nos ofrece todo un recorrido en caída libre todavía por explorar. Ya no juegan con nuestro presente, también con el futuro y nos atemorizan con amenazas, tanto que, cuando finalmente se hacen realidad, el terror ya está descontado y sólo queda la parálisis. En lugar del Corto Maltés e escribí en aquellos días, ha venido a salvarnos su tía-abuela, Angela, una señora que de no ser por el ceño fruncido y una enfermiza tendencia estilística a utilizar trajes chaqueta bien ceñidos y empuñar con fuerza su bolso podría resultar hasta entrañable solamente con que esbozara una sonrisa sincera. Pero no.
Forges, hoy en El País
No sé a qué viene Angela Merkel, como no sea que España se ha vuelto a poner de moda y ahora lo más cool entre la tecnocracia sea venir al sur a experimentar in situ nuestro exotismo, sobre todo ahora que han vuelto las corridas de toros a la televisión pública y en horario infantil. De mayores, nuestros niños de nuevo querrán ser toreros, ahora que pensábamos que todo eso ya había quedado atrás. Merkel viene a dejarse querer, a escuchar lo que quiere oír, a saber: los shushurros de Rajoy comprometiéndose a lo que ahora nos parece imposible, tanto como nos lo parecía hace un tiempo que se abaratara el despido, el copago y repago de la Sanidad, el asalto armado a la educación pública o las colas frente a cualquier academia de alemán para irse lo antes posible al país de los minijobs. Mientras Merkel y Rajoy escenifican la cumbre y copan las fotos, lo importante vuelve a estar lejos, en el norte, en Frankfurt, donde se reúne el consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE), encargado de diseñar la compra de deuda soberana de los países con dificultades, sus condiciones, sus peros y sus compromisos. Lo de Merkel y Rajoy, pura anécdota y turismo crepuscular.