Revista Viajes
VERANO 2019. Viaje a Dacia y Transilvania tras las huellas de Trajano (17) Mis experiencias en Rumanía. - Resumen y comentarios
Por Salpebu(y17) Mis experiencias en Rumanía. - Resumen y comentarios
Confío en que mis anteriores entradas sobre Rumanía hayan permitido al lector ir desvelando el “alma”, la esencia y características de ese interesante país.
Si así ha acaecido, pretendo con los comentarios que siguen que se forme una idea sobre lo que ha sido, es y podrá ser esa nación, tan cercana a España en cuanto a historia y reminiscencias latinas, y al tiempo tan desconocida.
1.- BELLEZA NATURAL
Rumanía está caracterizada por su núcleo central de los Cárpatos, Transilvania y otras cordilleras de alturas nada despreciables, que albergan en su seno espectaculares parques naturales y lagos, bosques, fauna y flora específicas y muy interesantes. No voy a dar aquí una enumeración porque en cualquier guía de viajes, y especialmente en Internet, se encuentra abundantísima información al respecto.
Me ha seducido especialmente la riqueza colorista de sus tierras y altiplanos, ornados por ricas corrientes de agua y lagos (muchos de ellos consecuencia de pantanos), y ello me ha suscitado el compromiso de volver muchas más veces para alcanzar un mejor y mayor conocimiento.
No me olvido de esa ventana al mar (al Mar Negro) que es la zona en derredor de Constanza, en la que las playas brindan el refresco de sus aguas limpias y profundas.
Pero quedo con el deseo de recorrer mejor las zonas norteñas, especialmente las regiones de Bucovina (conozco la vertiente de Ucrania) y de la antigua Moldavia. Ojalá sea pronto.
2.- BUENAS Y HOSPITALARIAS GENTES
Cuando comenté en España que pretendía viajar a Rumanía este verano, más de un “enterado” me espetó que me iría a la “tierra de los gitanos”, en un tono de menosprecio que no me gustó.
Y en honor a la verdad he de proclamar que no he notado en mi periplo por las tierras rumanas que esa etnia incunable y vituperada sea dominante en el país de Transilvania.
Casi me atrevo a decir que uno puede ver más gitanos en España que en Rumanía.
Mas dejando al margen lo relativo a esa raza, diré que he encontrado en Rumanía gentes sencillas, amables, afectuosas, serviciales, que se esforzaban por entendernos y por hacerse entender (desgraciadamente apenas conozco dos centenas de palabras del idioma rumano) y especialmente no tenían reparo en hablarme en inglés (muy extendido).
Especialmente mi esposa y yo mismo hemos gozado del privilegio de alojarnos durante una semana en la casa de la familia Ierulescu, en la Transilvania de la provincia o condado de Hunedoara, y allí los anfitriones han desplegado todo su afecto y atención con nosotros, dispensándonos su disposición y buenos servicios en cuanto al alojamiento, comidas, convivencia, etcétera, especialmente sus hijas, las encantadoras Andrea y Paula (ésta, muy querida alumna de mi organización profesional durante ya varios años). ¡Y ello que con los padres casi tuvimos que utilizar el lenguaje “digital”, o sea, con los gestos y dedos!
Pero también en la Universidad de Petrosani, en el mismo condado o provincia, tanto el Rector como los directivos nos acogieron con simpatía y disponibilidad y nos brindaron sus explicaciones y atenciones, inclusive para planificar actuaciones conjuntas en un futuro cercano.
Muy emotivo resultó el reencuentro con antiguas alumnas becarias Erasmus de universidades rumanas, que nos brindaron la confirmación de su afecto hacia nosotros, e incluso las que no pudieron acompañarnos físicamente nos saludaron por teléfono y WhatsApp.
Item más. Hasta las gentes a quienes no conocíamos de nada también fueron por doquier atentas y hospitalarias, muchas de ellas hablándonos en un español bastante correcto, con la explicación de que habían ido aprendiéndolo a base de visionar las novelas sudamericanas que se ofrecían por televisión.
3.- INFRAESTRUCTURAS ACEPTABLES
Los desplazamientos a través de Rumanía no son demasiado cómodos ni sencillos.
La vía aérea es, como siempre, la mejor manera de viajar desde el extranjero, pero carece de flexibilidad y utilidad para desplazamientos domésticos, ya que no es barata y además casi todos los trayectos giran en torno al aeropuerto Henri Coanda de Otopeni-Bucarest, saturado, y que obliga a los desplazamientos a otras capitales (Timisoara, Iasi, Brasov, etc.) en viajes de ida y vuelta.
El medio de transporte más barato en Rumanía es, sin duda, el ferrocarril, pero no es ni con mucho el más conveniente ni el más confortable, si se exceptúan los viajes entre poblaciones pequeñas y medias y los trenes (pocos) de buena velocidad.
Es verdad que la red ferroviaria es muy extensa, pero la velocidad media resultaexasperante, con trayectos de marcha limitada y muchos enlaces y paradas.
La carretera es el medio más utilizado, no solamente porque estamos en los tiempos del automóvil, sino también porque facilita una autonomía que los otros transportes no conceden.
Las carreteras principales se hallan en un estado bastante razonable, en cuanto a firme o suelo, pero solamente hay una verdadera autopista (al norte, entre Sibiu y Deva, y carente de áreas de servicio), y alguna carretera “desdoblada”, o sea, de doble franja en cada sentido. En zonas menos concurridas, las carreteras pueden ser una odisea, porque, si existen, están descarnadas, llenas de agujeros (los denominados en inglés “pot hole”) y por las que los vehículos circulan en zig-zag, como haciendo una “gynkana”.
La flota automovilística es bastante buena, con predominio de los coches de gama media, y abrumadora mayoría de los “Dacia”, el coche nacional (motor Renault) cuya marca rememora la historia de la nación.
En las ciudades y poblaciones, el cuidado de calles y jardines es correcto, sin más. Tal vez en Bucarest la conservación del suelo es deficiente y la limpieza escasa.
En resumen, Rumanía precisa con bastante urgencia una mejora en sus sistemas de transporte y comunicaciones.
En cambio, el teléfono, y la telefonía móvil, funcionan bastante bien, y el Wi-Fi se ha impuesto hasta en zonas públicas.
Los transportes urbanos son bastante correctos; los interurbanos por carretera lentos y poco cómodos.
4.- LA CULTURA
Pese a la mucha población rural, es sorprendente el buen nivel cultural de las gentes, que no solamente poseen buenos conocimientos (se nota que la política educativa y escolar ha sido buena, como ha venido siendo habitual en países de la antigua órbita soviética) sino que en buena parte se tiene el inglés como segundo idioma.
Es elogiable la organización de las exposiciones artísticas, de los eventos musicales tradicionales (ópera) y modernos (conciertos de música actual), y es fácil y no cara la visita a museos.
Es sorprendente la abundancia de librerías muy bien dotadas, con bastantesobras de autores extranjeros y con predominio de autores germánicos e ingleses.
Lo más sorprendente es que muchas personas se atreven a hablar en español (bueno, un español de Iberoamérica) porque, además de estudiarlo, existe una gran adicción a las telenovelas mejicanas y sudamericanas en versión original subtitulada, de lo que se saca un gran provecho.
El patrimonio arquitectónico no está demasiado cuidado (excepto en las ciudades más turísticas, como Sibiu y Brasov) y parece hará falta una buena dotación de fondos de la Unión Europea para restauración y conservación. (Bucarest, por ejemplo, presenta preciosos edificios, pero carentes de conservación)
5.- LA ALIMENTACIÓN
Aún se mantiene una gran influencia del modo de vida rural, y por ello se ofrece por doquier la comida tradicional, sobre la que no voy a extenderme, remitiendo a la abundante información en Internet.
Los supermercados son al estilo europeo y están muy bien guarnecidos, a precios bastante razonables, inclusive con bebidas y productos importados, especialmente alemanes, húngaros y franceses. Los cítricos españoles brillan por su ausencia. Y el pescado es principalmente congelado.
En los restaurantes se presenta una carta bastante variada con predominio de las carnes y reinado de las salsas, de muy diversos orígenes.
La cerveza es local, pero hay franquicias de marcas foráneas, y el vino es bueno, pero no se bebe mucho (especialmente en verano, por el calor), y su precio es más elevado que el de la cerveza.
Las bebidas alcohólicas, a nivel de la Unión Europea.
Pero, en mi opinión, la bebida reina es el tsuica, una especie de aguardiente a base de la pruna, que tiene suficiente graduación alcohólica, pero sabor agradable y que es una buena bebida (cual el vodka) para alternar en las comidas.
Las sopas son las reinas de la mesa y los rumanos las toman inclusive en verano.
Y podría escribirse mucho más.
6.- EL MODO DE VIDA
La mayor parte de los habitantes de Rumanía vive en zonas rurales y de población diseminada, pues, exceptuando las grandes urbes, como Bucarest y alrededores, Brasov, Iasi, Timisoara, Ploesti, Botosani, Constanza, proliferan los pequeños municipios, integrados por muchas aldeítas.
Ello explica el estilo a veces arcano de la vida de las gentes, que prefieren la población rural, con el cuidado de animales, aunque con bastantes adelantos de la vida moderna.
Es muy grato comprar en las cercanías de las aldeas miel de varias clases, infusiones de hierbas, bebidas caseras, legumbres y vegetales de cultivo directo. Y ello se refleja en las delicias de la comida tradicional y casera.
Buena ocasión de gozar de esta alimentación tuvimos durante nuestra estanciaen la casa de la familia Ierulescu.
También nos sorprendió la tendencia a la vivita de la naturaleza, porque las familias se reúnen para excursiones a los maravillosos parques naturales que brinda la naturaleza.
En cuanto a la indumentaria, nos sorprendió el exquisito cuidado en el vestir para las celebraciones (especialmente las bodas), porque las féminas lucen sus mejores galas, llegando en ocasiones a la exageración, en contraste con la tendencia decreciente en la Europa occidental.
Otro rasgo característico del modo de vida rumano es la religiosidad, pues, pese al pasado comunista, proliferan las iglesias y templos, y las gentes practican efectivamente la religión, con abrumadora mayoría de los ritos ortodoxo-romanos, y hasta observan reglas que ahora nos parecen obsoletas, como el ayuno y la abstinencia de carne.
La familia sigue siendo el núcleo esencial de la convivencia, y la unión de sus miembros es envidiable, hasta el punto de que no es raro de que convivan, abuelos, hijos, nietos y bisnietos.
En fin, un modo de vida bastante envidiable.
7.- EL TURISMO Y SU REALIDAD PRÁCTICA
No cabe la menor duda de que el turismo en cada país está vinculado a las esencias de esa propia nación,
Así, en Rumania el turismo está desarrollado, pero adolece de la adecuada planificación y especialmente de la profesionalidad de las gentes que laboran en la actividad turística.
Entre las muchas facetas que presenta el turismo en Rumanía, es la hospitalidad natural de las gentes, probablemente, lo más destacable, aunque se echa de menos una mayor profesionalidad.
Hay que distinguir el turismo de nivel alto, con los hoteles de alto ranking, las empresas con organización de otro país, los dirigentes con formación específica y técnica, de aquel que denominaríamos “turismo espontáneo”, es decir, el que practican las gentes atendiendo a los visitantes, con la naturalidad de sus propias esencias, sin especial preparación o cualificación técnica y laboral.
Un ejemplo del turismo de calidad lo ofrecen algunas agencias de viajes,algunas líneas aéreas, algunos hoteles de buen nivel y restaurantes de prestigio.
El resto de agentes “turísticos” no alcanza el nivel de profesionalidad (cualificación y preparación) que sería deseable, de manera que si, por ejemplo, un camarero de una cafetería normal atiende correctamente, se debe más a su personal formación social que a una preparación y estudios específicos.
Partiendo de la base de que las gentes rumanas son de natural hospitalarias y educadas, se puede desechar en general la “pillería” con el turista, cobrándole precios abusivos o alterando calidades de servicio. Ello es una garantía de bien hacer, pero no es suficiente.
De las muchas experiencias viviendas durante dos semanas de estancia en Rumanía y recorriendo diferentes áreas de la nación, comentaré que me defraudó la poca asistencia en la única autopista a nivel europeo, como me defraudó la mediana calidad de las carreteras nacionales atravesando pueblos, como los fallos organizativos de los aeropuertos.
Por el contrario, comprobé buena praxis en la mayoría de los restaurantes (inclusive los más “turísticos” en el barrio viejo de Bucarest), en los hoteles de calidad, en el transporte urbano, etcétera.
Bien cierto es que “cada cual habla de la feria según le va”, pero ahí quedan mis comentarios y apreciaciones para que quien disienta pueda discrepar.
Prefiero no comentar sobre la organización del turismo en Rumanía, porque no he tenido la posibilidad de profundizar en el tema, aunque he echado de menos que en las Universidades, especialmente en las Facultades de Ciencias Económicas no haya estudios concretos de turismo, como por ejemplo acontece en otros muchos países del entorno.
Solamente así se podrá evitar que en zonas de saturación turística se ofrezca alojamientos inadecuados, con barreras arquitectónicas para discapacitados, y con camareros y trabajadores que lo más que saben es sonreír.
Sin embargo, Rumanía es un país en el que las gentes quieren prosperar y luchan por ello.
Así pues, personalmente auguro un notable desarrollo en tiempos no muy lejanos.
E intentaré visitarlo más veces para comprobarlo personalmente.
SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA
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