En esta parte del planeta el verano meteorológico coincide con el final del curso escolar y con el grueso de los períodos vacacionales que se suelen distribuir en los meses de julio, agosto y buena parte de septiembre.
También suelen iniciarse las rebajas comerciales, sobre todo en los grandes establecimientos y cadenas, de una buena parte de los artículos de invierno, para reducir stocks y preparar la nueva temporada que se inicia con el curso escolar en el otoño. Estos fenómenos socioculturales afectan a poco más del 50% de la población. Para los que no tienen hijos, o recursos o, simplemente trabajo, el verano apenas representa algo más que temperaturas cálidas. El ocio es otra cosa.
Para los niños lo más significativo es la ausencia del compromiso escolar, en un país donde la enseñanza es obligatoria. Sin querer entrar en el debate y, desde luego, sin contar con la opinión de los propios niños, el período vacacional estival es desde muchos puntos de vista un poco prolongado. Así lo afirman pedagogos, muchos padres y también lo creemos nosotros. (Sin embargo aún no hemos olvidado nuestra adolescencia con vacaciones desde el 10 de mayo hasta después del Pilar… obviamente en otros tiempos y circunstancias).
Como entendemos que el tiempo no está hecho para “perderlo”, además de recordar los riesgos que el ocio puede comportar por razones múltiples (más horas de vida al aire libre, menos control, menos ropa, actividades y juegos con más componentes de riesgo, cambios de hábitos, etc.), queremos recordar a padres y profesionales la conveniencia de ser proactivos y planificar las actividades del verano teniendo en cuenta todas las variables y la importancia de hallarle utilidad al ocio vacacional.
Por otro lado y en cualquier caso, también se reducirá la presencia de este blog, coincidente con la habitual disminución de la audiencia en los meses estivales. Por ello deseamos un buen verano a quienes no nos acompañen, esperando recuperarles en septiembre.
X. Allué (Editor)