Revista 100% Verde

Verde que te quiero verde...

Por Samdl
VERDE QUE TE QUIERO VERDE...
El 16 de Junio, el Instituto Juan de Mariana recibió un paquete remitido por la empresa solar Termotechnic. El destinatario, en este caso, se trataba del presidente del IJM, Gabriel Calzada. En dicho paquete se hallaron dos objetos metálicos, un filtro de gasoil y una pieza metálica con rosca que se adaptaba al filtro. Tanto Gabriel Calzada como Lorenzo Ramírez, así como el agente de seguridad, lo tomaron como una suerte de amenaza ramplona. Al tiempo, el propio Calzada se puso en contacto con Pedro Gil, presidente de la empresa Termotechnic, ante lo cual expuso éste último que lo único que le había enviado fue un informe sobre las energías renovables. Y es que Gabriel Calzada, doctor en economía, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos, columnista de Libertad Digital y Expansión, así como Presidente del Instituto Juan de Mariana, se ha convertido en el ariete, la bestia negra, el paladín que con su espada de números y cifras deja sin cabezas a ecologistas y defensores de las renovables allá donde se preste. Así, lideró una investigación que concluía que cada megavatio verde instalado destruye 5,3 puestos de trabajo o que cada empleo verde creado se esconde tras el burka de los 570.000 euros de subvención que necesita para ponerse en pie. Datos que corrieron como la pólvora de las culebrinas, hasta tal punto que el Senado de Estados Unidos reclamó su presencia para exponer el informe sobre las consecuencias del modelo español de energías renovables subsidiadas. Además, participó en programas de CNN y FoxNews después de que The Economist y The World Street Journal cayeran de hinojos ante sus estudios.
Sin embargo, más de uno quisiera ver a Calzada pasado por la parrilla del martirio de San Lorenzo, como es el caso de Público o todos esos participantes de una de las conferencias internacionales de la Comisión Europea que amenazaron con no participar si el economista no era retirado del programa. Y es que el cambio climático, en general, y las energías renovables, en particular, se han convertido en el nuevo Becerro de oro de occidente ante el cual hay que mantener una postura casi reverencial si no se quiere cruzar el peaje que conduce a los herejes al mundo de los apestados.
Todo ello con el eco del Climagate aún chocando contra las paredes, o esas voces críticas con la teoría del calentamiento global que se multiplican como los lirios en primavera, como es el caso de la plataforma de 150 científicos que negaron esas supuestas evidencias empíricas que dicen probar la existencia de un origen antropogénico del calentamiento de la Tierra, o los más de 700 científicos contrarios a la teoría oficial de la ONU que contabiliza el Comité de Medio Ambiente del Senado de los Estados Unidos. No obstante, en la España de Quijotes y Sanchos, el alud de las energías renovables sigue barriendo del mapa cualquier posibilidad de disensión o debate científico. Al contrario, los programas de subvenciones y ayudas a la causa crecen sin parar como una bola de nieve montaña abajo, como prueban los 6.000 millones de euros destinados al desarrollo de las energías verdes y que ahora han de ser amortiguados con el colchón de la factura de la luz. Resulta que, a veces, por querer hacer el bien y correr una suerte de San Francisco de Asís termina uno metiéndose en el pellejo de Mefistófeles.
Con estas cartas sobre la mesa, parece incluso de esperar que todos aquellos involucrados en el negocio de las energías renovables recurran a todo tipo de malabarismos y mañas de trileros a fin de seguir haciendo sus Américas a costa del contribuyente y la engañifa ecologista. Y no sólo cabe mencionar la baladronada de Termotechnic, sino que los hay que se pasean con los pies desnudos sobre el filo de la navaja jugándose el tipo por llenar las galeras de oro. Como destapara El Mundo hace escasos dos meses, existen plantas solares en Andalucía, Canarias y Castilla-La Mancha en las cuales han descubierto que entre Noviembre de 2009 y Enero de 2010 produjeron energía solar entre medianoche y las siete de la mañana. Es decir, les pillaron con el carrito del helado. ¡Plantas solares que producían de noche! ¿El truco? Grupos electrógenos alimentados con gasoil. Un generador trabajando a toda máquina durante la noche para, por arte de birlibirloque, plantarla en el sistema eléctrico como energía limpia. De esta manera, se produjeron cerca de 6.000 megavatios piratas que reportaron unos 2,6 millones de euros en concepto de primas. Todo ello cuando el sector de la energía solar no aporta más del 2% del total de la energía generada en España. No obstante, el sector de los malandrines solares se llevó bajo el brazo en 2009 unas primas por valor de 2.300 millones de euros. La gallina de los huevos de oro. Qué digo gallina, avestruz.
Todo ello con una energía solar que, a la luz del candil de los hechos demostrados, no es tan limpia ni mucho menos tan barata como predican los alguaciles del Gobierno y grupos ecologistas. Tal es así que el proceso de fabricación de un panel fotovoltaico, además de ser un proceso demasiado contaminante, requiere casi tanta energía como la que generará en toda su vida operativa. Y es que pretender explotar una energía que fuera desarrollada casi exclusivamente para satélites y hacerla extensible al mundo real aun sabiendo de su ineficacia, sólo puede justificarse desde puntos de vista puramente ideológicos y pasionales. Seguir jugando a meter los dedos en el enchufe. De esta forma, según estimaciones aproximadas, está previsto pagar del orden de 19.000 millones de euros en las próximas décadas en concepto de subvenciones a una energía que se ha demostrado altamente ineficiente. Una cifra que supera al Plan Marshall que saneó a la Europa de posguerra.
Pero no todo se queda en la energía solar. Igual suerte o peor corren los biocombustibles. Ahora que en Europa nos lanzamos a imitar el movimiento pro alcohol del Brasil de los setenta, es el momento de poner sobre la balanza algunas de las consecuencias del mismo. El daño que los biocombustibles están causando a la agricultura en general comienza a columbrarse. En Estados Unidos –también en el tren del esnobismo verde– no sólo se obliga a mantener unas cotas de producción de maíz destinadas a la producción de biocombustibles en perjuicio de otros cultivos alimenticios, provocando un aumento de precio sobre los segundos, sino que además comienza a importar gran parte del cereal para mantener sus mínimos de producción de biocarburantes establecidos por Ley. Según estudios del Cato Institute, para que el etanol pudiera competir con la gasolina se necesitaría casi la totalidad del terreno cultivable del país –un 20% de la totalidad del Estado–. De igual ocurre en Europa, donde bajo los auspicios de la Directiva sobre la calidad de los combustibles se está rebajado la sobrexplotación de ciertos cultivos productores de material excedente para, así, bajo un régimen de concesiones de primas destinarlos al desarrollo de cultivos en los nuevos Estados miembros que incrementen y cumplan las cuotas mínimas de producción de materias destinadas a los biocombustibles. La amnesia, ese mal endémico de Occidente. Parece que hemos olvidado las consecuencias de bloquear un proceso de economía de mercado libre y abrazar una regulación sobredimensionada.
Pero no todo queda ahí. Ocurre que los biocombustibles, al igual que otras energías verdes, ni son tan limpios ni tan baratos. En el caso del etanol E-10, menos de un 25% es renovable, además de reducir tan sólo un 5% las emisiones de gases invernaderos. Además, en su producción, el consumo de petróleo es un 30% mayor que la energía que genera, por lo que consume más de lo que produce. Según la Universidad de Cornell y California, cada galón de etanol contiene 76.000 BTUs (unidades térmicas) producidos a partir de 98.000 BTUs. La gasolina, por su parte, genera 116.000 BTUs, mientras que en su producción se destinan 22.000 BTUs.
El fin, una vez más, parece verse a leguas. La manida guerra contra las centrales nucleares y las petroleras. Una energía nuclear que se ha demostrado ser más limpia y más barata. Y unos campos petrolíferos intocables por culpa de la presión ecologista. Es el caso de Alaska, en el que se ha dado por imposible explotar unas reservas que podrían dar 10.000 millones de barriles de petróleo y que por culpa de las leyes ambientales venteadas por los grupos ecologistas ha sido negada su explotación. Todo ello sabiendo cuáles son las consecuencias de limitar la oferta… Si lo metemos en la ensaladera y aliñamos con otros casos como los de Venezuela en los que tras apoderarse de la italiana ENI y despedir a veinte mil técnicos especialistas en explotaciones a fin de conceder prerrogativas a sus compatriotas, y por lo cual se sucedieron los desastres e incendios disminuyendo nuevamente la oferta de las explotaciones petroleras, blanco y con cáscara. Un lastre que lleva consigo el hecho de que el 77% de las explotaciones petroleras del mundo pertenecen a empresas estatales, mucho más ineficientes y herméticas. Conviene apuntillar también que, según el Consejo Nacional de Petróleo de los Estados Unidos, existe suficiente petróleo en el mundo como para tener que buscar compensaciones más caras –y para más inri, financiadas con el dinero del contribuyente–, más contaminantes, y menos rentables. El gran problema son nuevamente los grupos de presión y sus políticas anti-energéticas que impiden la explotación de sitios protegidos. Y a darle palitos a la mula...
En el Antiguo Egipto se extendieron las plañideras, mujeres que eran contratadas para llorar en los funerales de las personalidades importantes a fin de poner de relieve la importancia en vida del finado. Recogían sus lágrimas en un vaso que posteriormente era depositado en una urna junto al difunto, además de rasgarse las vestiduras y arrancar sus cabellos. Otras llegaban al extremo de arañar sus rostros hasta ensangrentarlos para darle mayor dramatismo a la escena. Todo ello a fin de conseguir unos ochavos. Pues bien, parece que la figura de la plañidera comienza a reproducirse en nuestros días. Miles de ecologistas que se rasgan las vestiduras mientras lloran a una Madre Tierra que dicen proteger y que, a fin de cuentas, terminan desestabilizando aún más. Pura pantomima. El dinero –ese sí– mueve montañas...
Coda: ¿Teoría oficial? ¿Verdad incuestionable? Copy & Paste:
Ivar Giaever, Premio Nobel de Física: "Soy un escéptico [...] El calentamiento global se ha convertido en una nueva religión".
Kiminori Itoh, ex miembro del IPCC: el temor infundado sobre el calentamiento global es el "peor escándalo científico en la historia [...] Cuando la gente llegue a conocer cuál es la verdad, se sentirán engañados por la ciencia y los científicos".
Joanne Simpson, la primera mujer en el mundo en recibir un doctorado en meteorología, ex miembro de la NASA, autora de más de 190 estudios y reconocida como una de las científicas más prominentes de los últimos 100 años: "Dado que ya no estoy afiliada a ninguna organización ni recibo ningún tipo de financiación puedo hablar francamente [...] Como científica me mantengo escéptica [...] La afirmación de que la emisión de gases de efecto invernadero por parte del hombre es la causa del calentamiento está basada casi exclusivamente en modelos climáticos". "Todos conocemos la fragilidad de estos modelos".
Víctor Manuel Velasco Herrera, investigador del Instituto de Geofísica de la Universidad de México: "Los modelos y pronósticos del IPCC de la ONU son incorrectos porque solamente están basados en modelos matemáticos y presentan resultados en escenarios que no incluyen, por ejemplo, la actividad solar".
Geoffrey G. Duffy, profesor en el Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda): "Incluso duplicando o triplicando la cantidad de dióxido de carbono tendría un impacto mínimo" sobre el aumento de temperaturas en comparación con la influencia de la concentración de vapor de agua en la atmósfera.
Moonwalker Jack Schmitt, astronauta premiado por la NASA, perteneciente al Servicio Geológico de Noruega y de EEUU: "El pánico al calentamiento global está siendo utilizado como una herramienta política para aumentar el control gubernamental sobre la vida de los estadounidenses".
Richard Keen, del Departamento de Ciencias Atmosféricas y Oceánicas de la Universidad de Colorado: "La Tierra se ha enfriado desde 1998, en contra de lo previsto por el IPCC".
LeBlanc Smith, ex director del Centro de Investigación Científica de la Commonwealthde Australia: "¿Cuándo despertará la sociedad de este engaño colectivo?".

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