Revista Sociedad

Verdes las han segado

Publicado el 08 enero 2010 por Samdl
VERDES LAS HAN SEGADOLas leyes han sido redactadas con una caja de lápices de colores Manley de setenta y cinco piezas a lo mínimo. Un arcoíris que se extiende como una balsa de aceite multicolor tiñendo el ancho y largo de las páginas del Código Penal. Esa es, al parecer, la particular visión de la justicia por parte de los pelagatos verdes de Greenpeace y compañía, para quienes el peso de la Ley debe caer con la suavidad del algodón sobre sus cabezas esmeraldas. Todo es una cuestión de cromatismo. Pero resulta que, allá por las quimbambas, la justicia se toma la ley en serio y la aplica universalmente a tirios o troyanos, capuletos o montescos. Tanto monta. El delito es delito en sí.
Así las cosas, no es de extrañar que la justicia danesa obrara en consecuencia haciendo pasar por el ojo de la aguja al Director de Greenpeace España, López de Uralde, tras la bisoñería de colarse en una cena oficial y desplegar la típica pancarta. Y resulta que, como ocurre en el ajedrez, les han dado mate ahogado. Estos piratas acostumbrados a surcar los mares con patente de corso a bordo del Raimbow Warrior y alguna que otra zodiac con las que cuelgan sus pancartas sobre buques petroleros, han probado las hieles de la vida real. El mundo de yupi -¡quién lo diría!- es un redil vallado con estacas y alambres. Da igual que seas verde, rojo o amarillo. Salta la alambrada y el pastor te dará un buen trancazo. Así funciona la civilización. No así para el mártir verde, para quien los delitos ecológicos deben ser medidos con distinto rasero, pues llevan el germen de la benevolencia.
Mientras el embajador consideró que no hubo nada que objetar al trato dado a los cuatro ecologistas, el Ministro de Exteriores, Moratinos, hizo su labor de seráfica comadrona pidiendo que no los mezclaran con los presos comunes. Es, cuanto menos, paradójico que los abanderados de la igualdad exijan una mayor lenidad en la aplicación de las leyes y una comodidad casi burguesa en el cumplimiento de sus sanciones penales. ¿Mezclar a un ladrón con un ecologista? ¡Vamos, hombre! Por otro lado, tiene cierto chiste la perorata victimista de López de Uralde al decir que ha sido un preso político durante tres semanas o que ha sido tratado como un perro. Creíamos que para un revolucionario eso de ser preso político era casi una corona de laureles, un Honoris Causa en el currículum de cualquier disidente que se preste. Y lo de los perros… ¿No quedamos en que eran tan dignos como los seres humanos para los arrieros de Greenpeace? Ahora resulta que son animales de segunda. Cosas veredes, amigo Sancho...
Tras el tirón de orejas recibido en Dinamarca, ahora tocarán tardes de circo para los bufones verdes, quienes, hartos de pedir justicia, han tenido barra libre de la misma con todas las de la ley. Hora es de echar el ancla a tanta barrabasada y mostrar ese respeto que tanto exigen. Y es que, el que a hierro mata, no puede esperar morir a sombrerazos.

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