¿Cuántos cadáveres necesitamos para conmovernos? ¿Cuanta muerte necesita Europa? ¿Acaso no es el Mediterráneo, desde hace demasiado tiempo, una enorme fosa común? ¿No se han levantado muros, militarizado las fronteras y colocado cuchillas para que ellos se dejen la ropa, la piel y la vida a jirones? ¿No estaba el gobierno en contra del cupo de inmigrantes asignados en virtud de la tasa del paro y otras falacias? ¡Asco!, ¡asco! y más asco.
Aquí no hay respuestas, sólo preguntas. ¿Cuántos cadáveres de africanos han aparecido en nuestras playas? ¿Cuántos de mujeres, adolescentes y niños? ¿Será que hemos desarrollado una facultad especial para conmovernos cuando se trata de un refugiado y mostrarnos indiferentes si el cadáver corresponde a quien huye del hambre y otras pandemias? Ignoro si nos han sometido a una tortura similar a la de aquel personaje de Stanley Kubric en La Naranja Mecánica obligado a mantener los ojos abiertos frente a un monitor para que viera imágenes violentas con la intención de corregir su conducta. Ignoro si nos han ofrecido infinidad de imágenes de hombres, mujeres y niños llegando exhaustos o muertos a nuestras playas, para que tanta exposición nos hiciera inmunes al drama. ¿Será que ahora es el color de la piel lo que nos conmueve?
¡Si no estás dispuesto a actuar, calla!, vociferan los orates. Y mientras tanto, ahora el Gobierno español habla de humanidad y solidaridad olvidando su actuación en las fronteras de Ceuta y Melilla. No. Los dirigentes de esta vieja Europa, no han decidido abrir muros y vallas a los refugiados. Han sido ellos, los refugiados, quienes han conquistado el derecho de asilo y de libre circulación. Son ellos quienes han subido a trenes o autobuses, quienes han andado un kilómetro tras otro contra la voluntad de los gobernantes. No. Aunque lo publiciten de otra manera, hay una vieja y horrenda Europa que ha venido ignorando el artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y sólo el coraje de los refugiados está forzando a su cumplimiento. "En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo y a disfrutar de él en cualquier país", si fuera por los gobernantes no pasaría de una simple declaración de intenciones.
Obscenidad. Ahora advierten en la necesidad de diferenciar entre refugiados e inmigrantes económicos. Son así de nauseabundos. Como si quienes huyen del hambre no tuvieran el derecho y la necesidad de buscar comida.
Amnesia. Los gobernantes de este país y sus palmeros nos quieren amnésicos; que no recordemos las devoluciones en caliente, recientemente legalizadas, ni los disparos con balas de goma que causó la muerte de las personas que trataban de llegar a la orilla.
Vergüenza. El Gobierno de pronto se ha vuelto solidario. Arcadas sólo de pensar que todo es producto de las fotos publicitarias de Merkel y Rajoy. Asco y más arcadas. Hagan como si no hubieran leído esta última frase. Yo haré como si no la hubiera escrito.
Es lunes, escucho a Sinne Eeg & Thomas Fonnesbæk:
Refugiados y migrantes Requiem por los refugiados La Ignorante Bondad Europea Refugiados en Europa o la paradoja de la equidad Die Klage der Flüchtlinge La migración de la vergüenza De pronto todos somos santos Una Europa sin corazón No aprendemos