de haberme sobrevivido más de una vez
de haberme ceñido a horizontes intraducibles
y solo cuando tengo los ojos plantados
me da la minúscula sensación
El olvido no tiene términos medios
es como la sed después de recorrer
tres kilómetros de tus pensamientos
deliberadamente que estoy vivo
olvido por uno, por dos, por ti
¡vaya invento paradójico!
Con el círculo ecuatorial
ceñido a la cintura como a un pequeño mundo
la negra, mujer nueva,
avanza en su ligera bata de serpiente.
Coronada de palmas,
como una diosa recién llegada,
ella trae la palabra inédita,
el anca fuerte,
la voz, el diente, la mañana y el salto.
Chorro de sangre joven
bajo un pedazo de piel fresca,
y el pie incansable
para la pista profunda del tambor.
Por: Nicolás Guillén