Tras perderme las últimas ediciones por no poderlas compaginar por el trabajo, finalmente he podido volver a correr la Milla de Fuengirola, a beneficio de la Fundación Cudeca.
Lo bueno de correr en tu localidad (bueno, la vecina, ya que técnicamente vivo en al frontera al residir en la Calle de la Unión) es que te plantas e la salida en un momento, y lo malo, que llegas justo.Tan justo que tras saludar amigos y compañeros, Julio Rodríguez, el actual concejal de deportes, me comentó que saldríamos a las 18:00 y los niños correrían después, por lo que me pegué un par de sprints por el paseo y me fui directo a la línea de salida.
Había muchos corredores que participaban de forma popular y para colaborar con la causa, pero también atletas de primer nivel, como Cristián Benítez, Alfonso Toledo, Riccardo Trovato o el local Claudio Sepúlveda, que sigue incombustible.
Entre ellos me coloqué en la línea de salida, junto a otro corredor que no conocía y con quien compartí trayecto hasta prácticamente la altura del hotel Yaramar, cuando empecé a distanciarme.
Por delante llevaba a Alfonso, distanciado desde el primer momento, seguido de cerca por Cristian, Riccardo y otro corredor que no conocía; por detrás escuchaba multitud de pasos, por lo que me podían dar caza en cualquier momento.
Iba concentrado en la zancada y la respiración, podía apretar algo más pero aún quedaba la vuelta y por el momento no me había hecho daño en la garganta, algo que tras las experiencias en Tolox y Archidona daba por sentado.
Giramos en el cono pasada la estatua de la Virgen del Carmen, que cogí muy justo y con un pequeño derrape y apreté un poco el paso.
El corredor que no conocía iba cediendo terreno y Cristián parecía que perdía fuelle y por momentos Riccardo le iba alcanzando.
Superé al primero y después al segundo, aunque Cristián apretó el paso y desde atrás me adelantó a mi otro corredor.
Por las edades de los que llevaba por delante intuía que podía ser primer o segundo, así que mantuve la velocidad de crucero hasta el giro de entrada a la Plaza Pedro Cuevas y ahí ya entré con todo, parando el crono en 4:39, a una media cercana a 3:00 minutos el kilómetro.
Para haber entrenado por la mañana y no estar haciendo mucha velocidad era un tiempo mucho mejor de lo esperado y encima con muy buenas sensaciones, acabando primero de categoría y quinto de la general.
Fue una experiencia corta pero intensa y por primera vez, puedo decir que disfruté en una milla, ya que suelen ser tan agónicas que lo paso peor que en una media maratón, donde dosificas mejor el esfuerzo y no llegas a esos niveles de sufrimiento.
Por cierto a destacar el detalle de la camiseta técnica, de buen material y diseño muy original y el de la botella de agua en meta, que pese a ser una prueba muy corta, nunca está de más.