Otro año más, y van cinco, acudía fiel a la cita de la media maratón rural de Mijas.
Con las agujetas de la C.P. de Riogordo del pasado domingo aún presentes y la baja de última hora de Riccardo, con quien pensaba hacer la prueba llegaba al trote a la salida.
El plan era sencillo, rondar la hora veinte, pero el insistente viento que nos acompañaba desde el calentamiento prometía poner las cosas difíciles.
Al menos, el aire fresco animaría a correr rápido, aunque fuese por supervivencia.
Tras entregarle a Molly su medalla de Riogordo y apurar el calentamiento, nos echamos una foto de familia, con la siempre agradable presencia de Simon "Iceman" Gfeller, que correría la larga y tras la salida de las MTB y las Ebikes, nos llegaba el turno a los corredores.
La salida fue rápida, con varios corredores lanzándose a la carrera, aunque al llegar a la rotonda del Lidl ya éramos dos los que nos empezábamos a destacar, Marcus, un corredor extranjero que tenía buena planta, al que no conocía y yo.
Se nos unió con potencia desde atrás Rubén García, que con su imponente altura y una gran zancada, lideró la prueba hasta la rotonda de la diversidad.
De la rotonda de la diversidad a la rotonda de la hormigonera fuimos luchando contra el viento los tres, con Marcus liderando por momentos antes de tomar yo la delantera en la entrada al río.
Habíamos hecho dos kilómetros rápidos, a 3:29 y 3:38 pero de momento llevaba el pulso bajo y me sentía cómodo, pese a los pinchazos ocasionales en gemelos y cuádriceps.
Marcus, con inteligencia, se colocó a mi espalda mientras yo abría paso luchando contra el fuerte viento, que arreciaba en ráfagas y tras algo más de un kilómetro probé a bajar un punto el ritmo, a ver si se decidía a tomar la delantera para irnos relevando.
Algo más de un kilómetro tardó en coger la delantera y ahora era yo el que iba a resguardo del viento, reservando energías.
Si ya de manera habitual esta media es una carrera que se caracteriza por ganarse en la vuelta al Decathlon, hoy que pillaríamos el viento a favor en los últimos kilómetros, con más razón.
Llegando al Esparragal, Marcus dio un buen cambio de ritmo, imagino que intentando zafarse de mí para evitar que fuese a rebufo.
Como sabía que estaba cerca el primer avituallamiento, lo dejé marcharse y tras beber un buen trago de agua y echarme el resto por encima, di un cambio de ritmo para ponerme a su altura.
Me dejó incluso que lo superase, aunque luego fuimos tirando ambos cada pocos metros hasta que, pasado el puente de Entrerríos, dio él un cambio y comenzó a distanciarse.
No sabía si él conocía el recorrido, pero yo si, y tenía claro que si podía permitirse ese esfuerzo en ese punto de la carrera, me ganaría igualmente y si no, acabaría cayendo en la vuelta.
Fue distanciándose más y más y llegamos al segundo avituallamiento, donde siempre se había girado a la derecha para empezar el tramo de subida.
Él parecía saber también eso, ya que se extrañó cuando los voluntarios le indicaron que siguiese de frente e incluso se giró a ver si yo seguía recto o no.
Dos semanas hacía que había hecho el circuito con Riccardo, en el sentido habitual, ya que vi el track en la web y daba por hecho que sería como siempre, no me paré a ver el sentido.
En cualquier caso, sabía perfectamente lo que nos esperaba, así que me lancé tras la estela de Marcus, vadeamos el río, que hoy por suerte apenas llevaba agua y comenzamos la subida.
Le recorté una veintena de metros a Marcus y llegué al primer repecho en paralelo con él, pero se lanzó en la bajada por donde había que saltar el segundo arroyo y me sacó una buena ventaja.
No obstante, yo parecía subir con más comodidad y mientras el zumbido de un dron cercano grababa nuestro ascenso me ponía a su altura y por momentos, lo adelantaba.
Me giré a la derecha para ver como venían nuestros perseguidores y Rubén estaba saltando sobre el río y a lo lejos, el cuarto corredor bajaba a toda prisa por la pista.
La verdad, pensaba que tras la ida tan buena que habíamos hecho, tendríamos más ventaja, pero bueno, igualmente en la vuelta se decidiría todo.
Cuando la pendiente se tornó favorable, Marcus se lanzó de nuevo con una potente zancada y me metió una ventaja importante, de cerca de medio minuto cuando llegamos de nuevo al avituallamiento.
Me desmotivó un poco ver el ventajón que me había sacado en cuestión de menos de un kilómetro y eso que yo había bajado a 3:32, tampoco había ido lento, pero me concentré en el ritmo y con los ánimos de los compañeros y amigos que iba cruzándome, cogía fuerzas para empezar la remontada.
No sabía si le llegaría a dar caza o no, pero no me iba a quedar con la duda, ya que hasta el domingo, que compito en Torrox, no tengo entrenamiento duro, esta semana, al doblar competición, cambio las series por rodajes, así que el día de exprimirse era hoy.
Con la ayuda del viento pasé dos kilómetros consecutivos en 3:31 y por momentos parecía que le iba recortando metros a Marcus, que según avanzaba la pista aparecía y desaparecía del alcance de la vista.
Pasado el avituallamiento del Esparragal, a la vuelta, empezaba ya a notar los efectos de la fatiga, los pinchacitos musculares de la ida eran ya bocados y hasta tenía sensación de hambre, pero con apenas seis kilómetros para llegar a meta, tenía que terminar de vaciarme.
Me hubiese venido bien un gel, pero cuando fui a echar mano a la malla recordé que me lo había dejado en la nevera, así que habría que tirar con lo que había en el tanque.
El ritmo cayó un poco, los dos siguientes kilómetros pasaron a 3:40 y el siguiente a 3:41, pero Marcus debió bajar el pie del acelerador también, ya que cuando lo veía aparecer en la distancia contaba los segundos que tardaba en llegar yo al punto de referencia que tomase y íbamos oscilando entre catorce, dieciséis y en un momento dado hasta a doce segundos.
En el decimonoveno kilómetro, a falta de dos para la meta, bajé un punto el ritmo porque iba al límite y sabía que ya el alcanzarle no dependía de mí y sería complicado que él pinchase.
Pasé el 19 en 3:47 y los dos siguientes en 3:48 y cuando llegamos al asfalto y pensaba que a lo mejor ya estaba hasta en meta, lo vi en la distancia, en la rotonda de la diversidad.
Sabía que no lo cogía ni de broma y me llevaba más de medio minuto de ventaja, pero apreté todo lo que pude, haciendo el último parcial en 3:33, terminando de vaciar lo que quedaba en el tanque.
Al final entré en meta en 1:20:37, a 28 segundos de Marcus y con una ventaja de dos minutos y 17 segundos sobre Rubén, que finalizó en tercera posición, muy destacado también con respecto al cuarto corredor.
La verdad es que ha sido una carrera muy buena, el cambio de sentido en la zona de cuestas me pilló desprevenido pero me ha gustado y a pesar de que Riccardo no pudo acudir a la cita, el "pique" sano con Marcus me hizo esforzarme al máximo, está claro que es un gran atleta y espero volver a coincidir de nuevo con él pronto, ya que me ha comentado que se ha mudado a España y estará un par de años en la provincia.
Por ahora esto ha sido todo, ahora toca recuperar para los 6 kilómetros del próximo domingo en Torrox ;)