El primer día fue de exploración. Debe ser unas cuatro veces más grande que la FIL a la que estoy acostumbrado. Muchos stands nuevos para mí. Random House, los de Harvard y Columbia, Porrúa. Un generoso stand de Tusquets. Varios lugares de libros antiguos. El lindo módulo del país invitado, Argentina. Una amplia sección sólo de libro electrónico.
Y hasta hay lugares para echarse a leer:Pero lo mejor es la gran cantidad de actividades que hay. El segundo día no sabía si ir a ver a Ken Follet, el homenaje por los 100 años de Octavio Paz, la presentación Alabardas, el último libro de Saramago presentado por su viuda o a Rodrigo Fresán presentando también su más reciente obra, La parte inventada. Todos eran más o menos a la misma hora, así que ya se imaginarán.El tercer día estuvo copado por las protestas por la masacre de 43 estudiantes en Ayotzinapa, tragedia que seguía ocupando las primeras planas, incluso el día de la muerte de Chespirito. En general, la feria tiene bastante cobertura de medios.
El quinto día fui a la Exposición por los 100 años de Julio Cortázar, en el local de la Universidad de Guadalajara. Pude ver varias fotos del maestro, todas sus primeras ediciones e incluso varias de las películas basadas en sus libros.
Aunque parezca increíble, los días siguientes traté de encontrar unos libros que me habían encargado, ambos bastante disímiles: un texto en inglés y una primera (y única) edición, nunca reeditada. No los encontraba en ningún stand. Probablemente mis solicitantes no me iban a creer si les digo que a pesar de estar en la feria del libro más grande en español del continente, con casi dos mil editoriales de 43 países, no pude ubicar sus pedidos. Pero en serio, nadie los vende.
Próxima parada: Coyoacán, Chapultepec, el centro histórico...