En tierras gaditanas hay días que arte, música y naturaleza son una misma cosa.
En especial cuando se trata de despedir el sol a la caída de la tarde.
Nuestro astro se convierte en una bola roja incandescente y se hunde lentamente en el mar.
En la costa de Cádiz, la gente acude a la playa, al campo, a los chiringuitos, al mar y hasta se concentra en una fortaleza para celebrarlo.
Miran al océano como el que despide al barco. Todos los miércoles de julio y agosto en la capital, en el Castillo de Santa Catalina, el sol se despide al compás del flamenco, de la poesía y de la danza.
Esos miércoles son especiales, la fortaleza se adentra en el mar, el sol también y los visitantes aguardan con música de fondo a que el sol se esconda.
Al final todos aplauden al sol como si esta vez lo hubiera hecho mejor que nunca y se van paseando por la playa de La Caleta y el barrio de la Viña.