Entre el asombro, la emoción y a bordo de Palmiche – sobrenombre adoptado por nuestro chofer y su ómnibus – llegamos sobre las doce del medio día a Comunidad 23 en el Escambray espirituano.
Tres hermosas niñas, cual amazonas caribeñas nos recibieron en lo más alto de aquellas lomas. La bandera cubana que una de ellas portaba parecía anunciar la magia que durante tres días viviríamos estudiantes y profesores de la Universidad de las Artes ISA, al compartir entre el 8 y el 11 de febrero con los vecinos de varias comunidades de difícil acceso en la zona central del país.
Esther Lidia sonríe mientras le pregunto por las tradiciones, leyendas y cultos del lugar. Son comunidades creadas durante el año 1962, cuando la limpia del Escambray; y muchas de las familias campesinas de la zona junto a milicianos y rebeldes formaron estos pequeños poblados para evitar el aislamiento que facilitaba el ataque de los bandidos.
Hoy los habitantes de Comunidad 23 están empeñados en proteger la flora y la fauna del lugar, su inmensa riqueza natural nos conmueve desde la locuacidad del joven Alieski quien con apenas 26 años coordina el proyecto de promoción e información para la conservación de especies como, la cotorra, la jutía, el venado, el camarón y la Ceiba. Él, junto a Alfredo, Yeney, Esther y sus familias, realizan una labor encomiable de atención a la comunidad, a las necesidades culturales de las familias, su tiempo libre, la atención a la tierra, el agua y su uso racional.
Los niños nos cercan todo el día, juegan cantan, dibujan, ríen y nos hacen felices, dinamizan el proceso creativo de los jóvenes que imparten talleres de danza, de música, de artes plásticas y se difuminan las fronteras del arte mientras todos preparan una obra teatral de tema ecológico.
En la mano de Esther Lidia la foto en blanco y negro de un grupo de jóvenes delante de la estatua de Conrado Benítez, rememora la presencia de una brigada del ISA que visitó el lugar hace 30 años, en 1982. Ella tenía solo 9 años y recuerda a Roberto Estrada estudiante de Artes Plásticas porque durmió en su casa y durante años mantuvieron correspondencia, nosotros reconocemos a Alpízar, el profe de Educación Física, eran tan jóvenes…
Aquella brigada extravió el camino a Gavilanes y la Comandancia del Che y, rescatados por los campesinos, decidieron realizar el monumento a aquel maestro voluntario asesinado por los bandidos.
Comienza el 2012 y vuelven los artistas a hacer de la suyas por estas lomas que nos llenan de energía al caminar hasta Comunidad 21 donde se alzan imponentes seis Ceibas, ese árbol centenario convertido en leyenda y bautizó para siempre la comunidad como “La Ceiba”, donde Quintín Banderas reunió a la tropa tras el combate.
El encuentro con los niños que esta vez si conocen a Teresita Fernández y corean con Angelito nuestro incansable trovador Lo feo, Vinagrito, Tin tin la lluvia cayó…Cae la lluvia, tan rara en esta época del año y los campesinos agradecen a los visitantes por atraerla; pero los aguaceros, nos impiden llegar a Gavilanes y los jóvenes lamentan no visitar el museo, la Comandancia del Che en la zona, la tumba de Conrado…
Comunidad 23 continúa como único refugio y en dos días los estudiantes de Artes Plásticas ambientaron el círculo social; desde las paredes dialogan hombres y niños con las naturaleza y su riqueza. En la vanguardia Samir, Laura, Fernando y Carlitos Puebla asombraron a todos, cual magos que no terminan la función, pues en las paredes del Círculo Social de Comunidad 23 y de la Reserva de la Biosfera de las Lomas de Banao dejaron la huella generosa e inmortal de la pintura y la riqueza del espíritu de esta Universidad de las Artes, forjada también en las lomas que guardan la historia de este país.
Juan Rivero, en el tres, interpretó a Bach y a Efraín Amador su maestro; a él se sumó Claudia de danza contemporánea inmensa en cada baile, e Ilena, de tercero de actuación, iba de la narración oral a la payasa Esponjita. María Victoria; Iradis y Yamil regalaron origamis y enseñaron cómo hacerlos para convertir los muñecos en una fábula rural cubana.
Mientras Yohan y Carla filmaban todo lo ocurrido e intentaban apresar el silencio imposible, entre gallos y rancheras que el buen Ángel Lorenzo eludió desde la poética del joven trovador en diálogo fructífero con todos los géneros.
Nos negamos a terminar el viaje, los jóvenes devuelven los materiales ya usados y nos instan a guardarlos para el próximo proyecto. Multiplicar el ISA por la Isla como lo hicieran en décadas pasadas las brigadas serranas, es el anhelo de todos. Cuente con nosotros, profe, es la despedida o el inicio de todo.