Ver El Líbano: al norte de Beirut en un mapa más grande
Línea azul: Najr Al-Calb
Línea roja: valle de Cadisa
Empecemos situando las tres estaciones de transportes (en realidad tres espacios al aire libre donde reina el mayor desconcierto para quien no esté familiarizado con ellos): para los destinos del sur del país, para el valle de la Becaa y para Damasco (la capital de Siria) usaremos la estación de Cola, que está en el sur de Beirut; mientras, los autobuses que van hacia el norte salen de la estación de Charles Helou, situada en el centro de la capital, y de Dora, que se encuentra al nordeste de ella. Los autobuses no son tales: son furgonetas habilitadas para el transporte de pasajeros y con capacidad para unas doce personas bien apretujadas. Por su parte, los taxis que van fuera de Beirut se comparten (el taxista también mete a tantas personas como puede) y el precio se negocia. Estos taxis compartidos se llaman service(pronúnciese servís). En ambos casos no hay horarios, pues el vehículo sale cuando el conductor consigue llenarlo (y pueden pasar horas). Añadamos que ni unos ni otros tienen número de línea ni el nombre del destino, y si lo tienen está en árabe, así que hay que ir preguntando para enterarse. La otra opción, claro, es alquilar un coche o tener un amigo libanés que nos lleve o que nos preste un vehículo.
Gruta inferior de Yeíta. Fotografía tomada gracias a la amabilidad del barquero
Otra instantánea de la gruta inferior de Yeíta
El monte Líbano, tradicional enclave maronita, es el corazón del Líbano moderno. Comprende varias zonas montañosas cercanas a la costa (de hecho hay varias estaciones de esquí) que se extienden en forma de óvalo en torno a Beirut. La costa que se extiende al norte de la capital es una ininterrumpida conurbación de cemento, vallas publicitarias e intenso tráfico. Desde allí surgen desvíos que penetran en los valles pegados a la costa y que están sembrados de pueblos y edificaciones que se desparraman por las laderas. Najr Al-Calb (río Perro en árabe) es un desfiladero que en la Antigüedad era paso obligado para llegar a la costa, pero era muy angosto y arriesgado, por lo que los ejércitos que lo hacían dejaban inscripciones conmemorativas (estelas). La más antigua es egipcia del reinado de Ramsés II (siglo XIII a.e.c.); las hay asirias, romanas, griegas o francesas y de la guerra civil.
La basílica greco-católica melquita de San Pablo en un recodo de la subida a Jarisa
La basílica melquita vista desde cerca
Cúpula de la basílica melquita.
Todo el interior está decorado con frescos que imitan el estilo bizantino
Muy cerca hay un lugar extraordinario: la gruta de Yeíta (Jeita). Es un entramado de cavernas con una longitud de 6 quilómetros, divididas en dos niveles. Contienen una de las mayores y más impresionantes acumulaciones de estalactitas y estalagmitas del mundo. La superior se ensancha de repente y revela su descomunal tamaño, dejando al visitante con la boca abierta. La inferior, muy bien iluminada y de gran encanto, se explora en barca. En el interior no se permite fotografiar, pero el simpático barquero seguramente nos permitirá que lo hagamos discretamente. Por ningún motivo debemos irnos del Líbano sin haber visitado este lugar único.
Vista panorámica hacia el sur desde el mirador de Jarisa.
En primer término, Yunie. Al fondo, Beirut
Beirut visto desde el mirador de Jarisa
Vista panorámica hacia el norte desde el mirador de Jarisa.
La costa está totalmente edificada hasta más allá de Biblos
Siguiendo por la costa se llega a Yunie (Jounieh). Esta localidad ha sufrido un desaforado crecimiento que lo ha convertido en una estridente franja de bares nocturnos, locales de bailarinas exóticas y burdeles (con predominio de las profesionales rusas). Es muy frecuentado por los saudíes y los árabes del golfo pérsico, que acuden aquí a pecar antes de volver a sus países a fingir que siguen los mandamientos de Alá y mantener a sus mujeres en un estado de esclavitud impregnado de moral medieval. Desde aquí podremos coger el teleférico que sube al mirador de Jarisa (Harissa), también accesible en coche. Este teleférico hace una ascensión tan empinada que es apodado terrorifique (juego de palabras con téléférique, en francés). Sin duda vale la pena el teleférico, pero la subida por la carretera tampoco carece de belleza y podremos visitar la basílica greco-catolica melquita de San Pablo (las facciones de adoradores de dioses son sorprendentemente numerosas en este país). Es una iglesia imponente por su emplazamiento. Al llegar a Jarisa nos encontramos con una gigantesca estatua de María que se remonta al siglo XIX. De escaso interés excepto para los devotos de la mujer supuestamente fecundada sin intervención de su marido, lo que sí vale la pena es subir los escalones en espiral hasta el mirador. Las vistas son magníficas: desde lo alto podremos ver toda la superpoblada línea de la costa desde Beirut hasta Biblos.
Biblos. Iglesia románica de San Juan Bautista
Mijrab y mimbar de una pequeña y coqueta mezquita del casco antiguo de Biblos
Biblos (Jbail) es la siguiente ciudad siguiendo por la costa hacia el norte. Éste es un lugar de extraordinaria importancia en la Historia de la Humanidad: los expertos creen que fue aquí donde se originó el alfabeto fenicio, del cual surgió el griego, que a su vez dio origen al latino y al cirílico. Con 20.000 habitantes hoy es una seductora población turística. Sus principales atractivos: el recinto arqueológico, el castillo de los cruzados, el puerto y el zoco. Para visitar las ruinas del Biblos antiguo es mejor contratar una visita guiada, de otro modo será muy difícil que las podamos intrepretar; constan de varios templos, un pozo, un teatro y varias tumbas, datados entre el cuarto milenio a.e.c. y la época romana. Lo mejor del castillo son las vistas sobre el yacimiento y el casco antiguo de la ciudad. El zoco ha sido acertadamente restaurado; entre sus cafés y tiendas de recuerdos destaca Mémoire du Temps, un pequeño museo-tienda privado donde se pueden adquirir fósiles con certificado de autenticidad por módicos precios. En el casco antiguo sobresalen una coqueta mezquita y la iglesia románica de San Juan Bautista, construida por los cruzados. Finalmente, el pequeño puerto, uno de los más importantes del mundo en la Antigüedad, hoy es un agradable y tranquilo lugar.
Biblos. Castillo de los Cruzados
Biblos. El yacimiento arqueológico y el casco antiguo vistos desde el Castillo de los Cruzados
Trípoli (Trablús en árabe), con 240.000 habitantes, es la capital del norte y la segunda ciudad del país. Más recatada y menos ostentosa que Beirut, por ahora atrae pocos turistas. El casco antiguo es un laberinto de calles estrechas y zocos con numerosas ruinas de la guerra civil, pero muy animado y auténtico. Se pueden visitar la ciudadela de Raimundo de San Gil (Cala’at Sanyil, Citadelle de Raymond de Saint-Gilles), construida por los cruzados pero restaurada y ampliada por los otomanos, así como varias mezquitas (es una ciudad de mayoría musulmana suní), madrazas, caravasares, zocos y las ruinas de un baño turco. En la gran mezquita, al igual que ocurre en otras muchas de las zonas más conservadoras del Líbano, las mujeres deben vestir una especie de túnica que les proporcionan a la entrada, cubriéndose de los pies a la cabeza. Vamos, como monjas. El producto estrella de Tiro, muy afamado desde la Antigüedad, es el jabón. Sin embargo, el Museo del Jabón, como veremos en otro momento, se encuentra en Sidón.
Biblos. El zoco cuidadosamente restaurado con sus tiendas
En el norte del país, y partiendo de Tiro, la excursión más interesante es el valle de Cadisa (Qadisha), uno de los más bellos del país. El valle es un espectacular desfiladero largo y profundo que empieza al este de Batrún y termina más allá de la encantadora población de Bcharré. Pueblos de rojos tejados se elevan en las cimas o cuelgan precariamente de las laderas de las montañas (entre ellas, el más alto del Líbano, el Cornet As-Sauda (3.090 metros). En el fondo del valle hay incluso una estación de esquí, la de Los Cedros, que se diría enclavada en los Alpes suizos, y numerosos monasterios y ermitas cristianos maronitas excavados en las rocas o suspendidos en los riscos. En el valle también hay unas grutas, las de Cadisa, no tan extraordinaria como la de Yeíta (de la que hemos hablado antes), pero también espectacular. Por su belleza natural y su rico patrimonio, el valle de Cadisa fue declarado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998.
El minúsculo puerto de Biblos. Sorprende que fuera uno de los más importantes del mundo antiguo
En la tercera y última entrega de este viaje por el Líbano conoceremos el sur del país, las montañas del Chuf y el valle de la Becaa, incluyendo el Líbano profundo, tan cerca y tan lejos del moderno Beirut. Veremos palacios, zocos, fortalezas, museos más o menos extravagantes e incluso iremos a la ciudad del sol.
Texto y fotos © LAGARTO ROJO Permitida su reproducción previa autorización y siempre que se cite su procedencia.
Para más información:
http://www.lebanon-tourism.gov.lb/fr/
http://www.le-liban.com/dir/liban_tourisme_et_info/
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