Victor Hugo fue un poeta, novelista y dramaturgo francés del siglo XIX, considerado el máximo exponente del romanticismo galo en todas sus vertientes. Su larga vida estuvo inexorablemente ligada a los acontecimientos políticos y sociales de la agitada Francia del siglo XIX y fue a un tiempo napoleónico y monárquico, religioso y revolucionario, legitimista y socialista. Tomó parte activa tanto en la caída de Carlos X de Borbón como en el advenimiento de la monarquía constitucional de Luis Felipe de Orleans. Sin embargo, él mismo apoyó posteriormente el regreso de Luis Bonaparte y su efímera etapa republicana; pero cuando éste se autoproclamó emperador con el nombre de Napoleón III, Hugo se exilió, convirtiendo su destierro en un emblema de la resistencia al poder absoluto.
Datos de la vida de Victor Hugo
1802 Nace en Besançon, hijo de un general de Bonaparte y de una convencida realista.
1822 Se casa con Adèle Fouchet, de quien también estaba enamorado su hermano Eugéne.
1830 Estrena su drama en verso Hernani, con el que triunfa la nueva estética romántica.
1851 Perseguido por Napoleón III debe exiliarse a Inglaterra.
1862 Publica su popular novela Los miserables.
1885 Muere en París y es enterrado en el Panteón con honores de héroe nacional.
Tercer hijo del tormentoso matrimonio entre el general napoleónico Joseph-Léopold-Sigisbert Hugo y Sophie Trébucher, partidaria del realismo borbónico, Victor Hugo nació en Besançon el 26 de febrero de 1802. Hasta la separación de sus padres, en 1809, su infancia fue un continuo vagabundeo siguiendo el itinerario del ejército imperial. Luego, su madre se instala en París con los tres hijos, en una casa en la que también se aloja el general Victor Lahorie, padrino del futuro poeta y probable amante de ella. Aunque sólo recibió tres años de educación académica (de 1815 a 1818), en la pensión Cordiére y en el liceo Louis-le-grand, Victor Hugo adquirió desde niño una sólida formación en lengua y literatura latinas, y fue un insaciable lector. En 1817, a sus quince años, un poema de elogio al estudio de los clásicos recibe un premio de la Academia Francesa, temprano reconocimiento de la institución que veinticinco años más tarde lo acogería entre sus miembros. Su primera novela, Bug-Jargal, se publica en 1821; el mismo año funda junto a sus dos hermanos el periódico Le Conservateur Litteraire. Su modelo literario era por entonces Chateaubriand: soñaba con la fama y el dinero, y su madre, antes de morir, a fines de 1821, como en un acto de clarividencia, le aseguró el éxito de su empresa creativa.
La boda de Victor Hugo, a sus veinte años y con una amiga de la infancia, Adèle Fouchet, aconteció como un verdadero melodrama: primero, el poeta no consiguió la autorización del general Hugo hasta pocos días antes de la ceremonia; luego, se vio obligado a desoír las súplicas de su hermano Eugéne, enamorado de la misma Adéle; finalmente, el día del casamiento, durante el banquete, el desesperado Eugéne se vuelve loco, según dictamen de los médicos que lo internaron en el manicomio de Charenton (donde moriría quince años después). Si verdaderamente hubo algo maldito en esta unión, los hijos del matrimonio no escaparon al estigma: Léopold, el primogénito, muere a los tres meses de nacer; Leopoldine perece ahogada en el Sena tres meses después de su boda; Charles y François-Victor acompañaron a su padre pero no lo sobrevivieron; Adèle, siguiendo el camino de su tío Eugéne, se volvió loca por amor y también murió en un manicomio.
Temprana celebridad
Victor HugoYa por su primer libro de poemas, Odes et poésies diverses (1821), el rey Luis XVIII le concede una pensión; dos años más tarde su primera novela, Han de Islandia, es aplaudida por el crítico Charles Nodier, en torno al cual se agrupan los jóvenes defensores del romanticismo incipiente. El carácter controvertido que adquirirá este movimiento, su continuo balanceo, tanto político como estético, entre conservadurismo y ruptura, aparece ricamente plasmado en los siguientes pasos literarios de Hugo: las Nuevas odas (1824), las Odas y baladas (1826) y Las orientales (1829) son calas temáticas y formales insólitas para el neoclasicismo que dominó hasta entonces el panorama literario francés. Junto a la fascinación por el exotismo y la byroniana simpatía por la guerra de independencia de los griegos, Hugo exhibe posturas legitimistas y realistas en lo que respecta a la política interna de Francia. Las mismas contradicciones, elevadas a la categoría de manifiesto y, podría decirse, de hito histórico, dominan su inmediatamente célebre prólogo al drama en verso Cromwell (1827): la exaltación del nacionalismo y de la monarquía conviven con la defensa de una forma teatral en la que lo trágico y lo cómico no se excluyen mutuamente y cuyo modelo es Shakespeare y no Corneille o Racine. En este aspecto, Victor Hugo fue uno de los grandes acuñadores de nuestra concepción de los clásicos. Él fue el primero en establecer, más allá de la diferencia de lenguas y de géneros, el rango de «genios universales» de la literatura occidental; el primero en unir los nombres de Job, san Pablo, Dante, Cervantes y Shakespeare en una categoría estética que tampoco reconoce la frontera entre lo religioso y lo profano.
El estreno del drama en verso Hemani, el 25 de febrero de 1830, es usualmente señalado como el triunfo definitivo de los jóvenes románticos sobre el ya agonizante neoclasicismo francés. Seis meses después de la revolución burguesa es derrotado el último Borbón absolutista, Carlos X, y reemplazado por Luis Felipe de Orleans, monarca constitucional a quien Hugo saluda en un poema. Son días agitados: el omnipotente Sainte-Beuve le confiesa una tarde de julio su amor por Adèle Fouchet; el triángulo amoroso constituido por el matrimonio Hugo y el célebre crítico duró hasta 1833, cuando Hugo se enamora de Juliette Drouet. Aunque el poeta no rompió nunca su matrimonio, tras la muerte de su esposa, en 1868, se une definitivamente a la Drouet.
Si Hemani lo consagró como dramaturgo, inaugurando su temprano prestigio entre los círculos ilustrados, su éxito popular vendría a través de la novela con El jorobado de NotreDame (1831), novela histórica expuesta con violentos contrastes, cuyos personajes, el contrahecho Quasimodo y la bella gitana Esmeralda, se volvieron enormemente célebres entre la vox populi. Al mismo tiempo, Hugo mantenía excelentes relaciones con la denominada «monarquía de julio»: en 1841 es elegido miembro de la Academia Francesa con el apoyo explícito de la duquesa de Orleans; en 1845 el rey Luis Felipe lo nombra par de Francia. Sin embargo, la muerte de su hija Leopoldine, en 1843, supone un gran golpe para el poeta, quien apenas encuentra consuelo en la notable carrera de éxitos mundanos y académicos. Quizá su alivio llega con un nuevo amor, Léonie Biard, escritora perteneciente al círculo de la corte, con quien Hugo escapa por una temporada de sus obligaciones políticas y familiares. Pero ninguno de estos acontecimientos lo distrae de su intensa labor como dramaturgo y poeta; al contrario, Hugo parece acrecentar su talento con cada capítulo de su vida: cuatro libros de poemas en la década de los años treinta, y siete dramas, algunos tan populares como Le roi’s amuse (El rey se divierte, que será base argumental de la ópera Rigoletto, de Verdi) o Ruy Blas, de ambientación española.
Exilio
Victor Hugo Los miserablesEn 1847 presiente el fin de la monarquía y pronuncia un discurso en el que apoya explícitamente la vuelta a Francia del entonces desterrado sobrino del emperador corso, Luis Napoleón Bonaparte. Cuando, al año siguiente en efecto, los Orleans son derrocados y se proclama la Segunda República, con el poeta Lamartine encabezando el gobierno provisional, Hugo acepta el cargo de diputado por París a la Asamblea Constituyente y, más tarde, a la Asamblea Legislativa, con el apoyo de los católicos conservadores. Su acuerdo con este sector dura, sin embargo, poco tiempo. Mientras, tras los motines populares de junio de 1848, hace campaña por la presidencia de Bonaparte, al tiempo que, de manera harto contradictoria, aboga por la creación de leyes progresistas en lo social y educativo. Hasta el golpe de estado de 1851, en el que Luis Bonaparte pasa por propia voluntad de presidente constitucional a emperador, Napoleón III, Hugo se pronunciará en el parlamento a favor de la libertad de prensa y el sufragio universal y en contra de las leyes de deportación. Esta actitud le vale la persecución del nuevo régimen y, en diciembre de este año, se ve obligado a huir a Bruselas. Hasta la amnistía declarada por el emperador en 1859, el destierro de Hugo fue forzoso; pero su orgullo y su oposición a Napoleón III le mantienen fuera de Francia hasta el derrocamiento de éste en 1870. Pasó su exilio en el sur de Inglaterra, primero en el condado de Jersey hasta 1855, de donde fue expulsado; entonces se instaló con su familia en la isla de Guernsey. Las primeras obras de este período son furiosos y resonantes panfletos: Napoleon el pequeño (1852) e Historia de un crimen (1852). Pero frente al indignado político se abre paso el gran poeta; es el momento de algunas de sus más importantes obras de madurez: Los castigos (1853), Las contemplaciones (1856), La leyenda de los siglos (1859). Apartado de las intrigas de cortes y gobiernos, se aficiona al espiritismo, en el que es iniciado por la señora Girardin, inquietud pueril que sin embargo plasmaría en los sublimes poemas de El fin de Satán y Dios, que se publicarían de modo póstumo.
Una visita al campo de batalla de Waterloo, realizada en 1861, le inspira la conclusión de su celebérrima novela Los miserables (1862), uno de los más importantes éxitos editoriales del siglo XIX. A su regreso del exilio tiene sesenta y ocho años y aún le quedan energías para ser diputado por París en los agitados meses posteriores a la caída de Napoleón III y de la derrota francesa ante Prusia, aunque, desilusionado, dimite poco después de su nombramiento. Luego, se abaten sobre sus hijos las desgracias familiares ya señaladas. Se halla en Bruselas cuando estalla el movimiento de los comuneros de 1871, considerado como la primera revolución proletaria; aunque no apoyó explícitamente la insurrección, dio refugio a algunos rebeldes tras la feroz represión que siguió en mayo a la derrota de la Comuna.
Senador honorífico a partir de 1873, celebraría su octogésimo aniversario en medio del clamor popular; pocos meses después muere su devota Juliette Drouet. Disminuida ya su capacidad poética y reflexiva por una afección cerebral, publica algunas obras menores de tema religioso y ciertos poemas aún conmovedores dedicados a sus nietos. El 22 de mayo de 1885 muere: recibió funerales de héroe nacional y fue llevado hasta el Panteón.