Víctor Manuel III de Italia (en italiano: Vittorio Emanuele III; Nápoles, 11 de noviembre de 1869–Alejandría, 28 de diciembre de 1947) fue rey de Italia entre 1900 y 1946. Fue nombrado miembro de la Insigne Orden del Toisón de Oro el 2 de diciembre de 1878. Su título al nacer fue príncipe de Nápoles
Víctor Manuel nació en Nápoles el 11 de noviembre de 1869, ciudad en la que sus padres residían por aquella época. Además de los nombres de Víctor Manuel Fernando, en honor a sus abuelos, su padre Humberto I, su madre, Margarita de Saboya, quiso que se le bautizara también con los nombres de María y Jenaro (San Jenaro era el patrón de la ciudad de Nápoles) con el fin de relajar las relaciones con la Iglesia, que en ese momento eran muy malas y ganarse el afecto de sus súbditos napolitanos.
Víctor Manuel al cumplir su primer año.
Víctor Manuel con su madre en 1871
" aria-describedby="caption-attachment-24092" data-orig-size="535,691" sizes="(max-width: 535px) 100vw, 535px" aperture="aperture" />Víctor Manuel con su madre en 1871
El joven príncipe no tuvo una infancia feliz: la educación tradicional de la casa de Saboya, de carácter severo y militar, no favorecía los arrebatos afectuosos y porque sus padres (a los que solo se le permitía ver dos veces a la semana) nunca se ocuparon de él. Después de que naciera fue confiado a una niñera local, mientras que para su primera educación, Margarita eligió a una enfermera irlandesa llamada Elizabeth Lee, llamada familiarmente «Bessie», que era viuda de un oficial británico y una católica devota.
Bessie permaneció con el joven príncipe durante catorce años y probablemente fue la única persona por la que desarrolló un afecto filial. Además, Víctor Manuel padeció tremendamente por sus deficiencias físicas y esto lo llevó a desarrollar un carácter tímido y reflexivo hasta el límite del cinismo: en una ocasión en la que Margarita le propuso pasear juntos por Roma, respondió a su madre: «¿Y dónde quieres ir a mostrarte con un enano?».
Para compensar sus deficiencias físicas, el joven Víctor Manuel desarrolló un amor casi morboso por el estudio y el trabajo: parece que a la edad de diez años fue capaz de recordar de memoria todo el árbol genealógico de la casa de Saboya, de Humberto Mano Blanca en adelante.
A la edad de nueve años visitó Nápoles con sus padres, que acababan de ascender al trono, y al primer ministro, Benedetto Cairoli. En el carruaje, Cairoli se dio cuenta de ponerse a la izquierda del príncipe, e iba a cambiar de lugar, pero Humberto lo retuvo. Fue por este descuido de ceremonial que se interpuso entre el rey y la daga del cocinero Giovanni Passannante. El príncipe llevaba su uniforme de la marina manchado con la sangre de Cairoli pero permaneció impasible, a pesar de que luego se dijo que por la noche irrumpió en un llanto roto en los brazos de su niñera Bessie.
Hijo único de primos hermanos, creció en el típico entorno de la casa de Saboya: rígido y militar. A sugerencia del príncipe Federico de Prusia, se eligió como su tutor al coronel del Estado Mayor, Egidio Osio, que había sido agregado militar en la embajada de Italia en Berlín. Se trataba de un hombre muy duro, imperioso y acostumbrado al mando que le dio al príncipe una formación basada en el modelo prusiano. Parece que tan pronto como asumió el cargo le dijo a su alumno: «Recuerda que el hijo de un rey, al igual que el hijo de un zapatero, si es un burro es un burro».
Algunos dicen que la dureza de Osio tuvo efectos nocivos en el carácter del futuro gobernante, haciéndolo aún más inseguro e introvertido, aunque esto podría ser desmentido por la amistad que el futuro soberano continuó manteniendo con su tutor, manteniendo una correspondencia casi diaria y defendiéndolo de las acusaciones hechas en su contra.
Tuvo una educación cuidadosa, incluyendo la asistencia a la prestigiosa Escuela Militar Nunziatella de Nápoles. Pero debido a su baja estatura (1,53 m), hubo que cambiar la legislación castrense a este respecto, disminuyendo la media de altura para unirse al ejército. Por lo general asistía a las sesiones de apertura de la Academia Nacional de los Linces, así como a otras asociaciones científicas, a las que acudía por interés.
Entre sus intereses culturales estaban la numismática, la historia y la geografía: su conocimiento en estas áreas fue reconocida en los más altos niveles, incluso fuera de Italia (escribió un tratado sobre la acuñación italiana, el Corpus Nummorum Italicorum). En varias ocasiones se recurrió a Víctor Manuel como mediador en los tratados de paz, en virtud de sus profundos conocimientos geográficos. Fue reconocido como árbitro en la disputa territorial en la isla Clipperton entre Francia y México y por la cuestión de Pirara.
Cuando no se debía a compromisos institucionales, residía en las estancias piamontesas en los castillos de Racconigi y Pollenzo. En ellos, según los registros oficiales de la corte, se dedicaba a la lectura y la agricultura, estudiando las técnicas que lo llevarían a fundar en Roma el Instituto Internacional de Agricultura.
Admirador de William Shakespeare, hablaba cuatro idiomas, y el piamontés y el napolitano, pero no le gustaba ni el teatro ni la música.
Atentados
El 14 de marzo de 1912, el albañil romano Antonio D’Alba, un anarquista, disparó dos tiros al rey. Unas horas después del fallido ataque, Víctor Manuel recibió la visita de los socialistas reformistas Ivanoe Bonomi, Leonida Bissolati y Angiolo Cabrini, quienes felicitaron al monarca; este gesto dio entonces el pretexto a la mayoría del Partido Socialista Italiano para expulsar a los tres reformistas culpables de apoyar al gobierno de Giolitti en la guerra contra el Imperio Otomano. Entre los socialistas, el más intransigente era Benito Mussolini, quien acusó a los reformistas de convertirse en un «rebaño clerical-nacionalista-monárquico», declarando «o se está con el Quirinal o con el socialismo!».
El 12 de abril de 1928, mientras inauguraba la VIII edición de la Feria Mundial de Milán, Víctor Manuel fue blanco de un sangriento ataque con bomba: el artefacto explotó entre la multitud matando a veinte personas entre mujeres, niños y soldados presentes. Sin embargo, el rey no fue herido. Los republicanos Ugo La Malfa, Lelio Basso y Leone Cattani fueron arrestados.
En 1941, durante una visita a Albania, el rey fue objeto de un tercer atentado: un joven Vasil Laci Mihailoff disparó cinco veces contra él, pero ninguno de los disparos lo hirió. Víctor Manuel III, que permaneció impasible, comentó: «Dispara muy mal ese chico».
Reinado bajo el fascismo
Con Mussolini en el poder, el monarca ni se opuso ni tan sólo opinó sobre el desmantelamiento del sistema constitucional y la imposición del régimen totalitario fascista en 1925. Los sucesivos plebiscitos que reforzaron el control total del fascismo sobre la política italiana no fueron cuestionados por el rey, que se resignó al rol ceremonial que le fuera impuesto por Mussolini, quien cuidó de no atacar los privilegios de la Casa de Saboya ni de la aristocracia vinculada a ella. La agonía del parlamentarismo italiano y la lenta imposición de la dictadura mussoliniana fueron así consentidas por el monarca, quien tampoco se interpuso cuando Mussolini acabó con la oposición democrática y liberal.
En el año 1929 Mussolini concluyó con el papa Pío XI los llamados Pactos de Letrán, por los que se creaba el estado soberano de la Ciudad del Vaticano. Estos acuerdos cerraban definitivamente el conflicto que estaba abierto desde 1870 con la toma de Roma por parte de las tropas del nuevo reino de Italia.
Más tarde, con el triunfo italiano en la Guerra de Etiopía (1935–1936), Víctor Manuel III fue proclamado emperador de Etiopía (1936–1941), pero sólo fue reconocido como tal por los aliados del fascismo italiano, como la Alemania nazi. Precisamente debido a la conquista de Etiopía, Italia fue objeto de sanciones por parte de la Sociedad de Naciones y en un gesto de desdén se autoexcluyó de la misma. Bajo su reinado Italia participó también en la Guerra Civil española en apoyo del Bando sublevado liderado por Francisco Franco (1936–1939). Unos meses antes del comienzo de la Segunda guerra mundial, aprovechando la ocupación alemana de Checoslovaquia, Mussolini invadió y anexionó Albania en abril de 1939, por lo que Víctor Manuel también fue proclamado rey de Albania.
Víctor Manuel III tampoco se opuso cuando Mussolini inició su alianza con la Alemania nazi en 1936 ni cuando se suscribió el Pacto de Acero en 1939 que justificó la entrada de Italia en la Segunda Guerra Mundial en junio de 1940.
Últimos años
Benito Mussolini impidió cualquier margen de maniobra al monarca que se mantuvo como Jefe del Estado con funciones representativas, sin opción alguna de tomar iniciativas políticas. Víctor Manuel III no trató de impedir ni mostró reserva alguna con los crímenes del fascismo, aunque desde 1941 empezó a resentir la excesiva influencia del Tercer Reich en los asuntos internos de Italia; pero su oposición quedó en palabras y no pasó a los hechos. Cuando las derrotas de El Alamein y el éxito de la invasión aliada de Sicilia mostraron que la derrota alemana sería segura, los líderes fascistas depusieron al Duce el 25 de julio de 1943. Víctor Manuel encargó entonces al mariscal Pietro Badoglio la formación de un gobierno que puso a Italia en el bando de los aliados y acabó con el régimen de Benito Mussolini. No obstante, tras acordarse el Armisticio de Cassibile con los aliados, y no recibir apoyo militar de éstos contra las tropas de la Wehrmacht que aún estaban en suelo italiano, Víctor Manuel y su corte abandonaron Roma de manera precipitada antes que fuera ocupada por las tropas alemanas, y se trasladó la capital a Bari.
La pérdida de prestigio de la Monarquía por el papel de Víctor Manuel III durante la dictadura de Benito Mussolini quedó culminada por la fuga precipitada de Roma abandonando la capital a los alemanes. Instalado el gobierno de Badoglio en Bari, el rey Víctor Manuel cesó de ejercer sus poderes de monarca pero sin abdicar, designando en 1944 a su hijo Humberto de Saboya que asumiera el cargo de «Lugarteniente General del Reino de Italia», a fin de suavizar el desprestigio de la Casa Real.
Abdicación
Mussolini y su amante fueron ejecutados. Fueron colgados y torturados a muerte el 29 de abril de 1945. Ahora sí, Víctor Manuel III finalmente se había librado de Mussolini, e Italia estaba por experimentar un profundo cambio tras 23 años de fascismo.
Aun así, siendo consciente del rechazo que provocaba entre la población italiana, Víctor Manuel III trató de salvaguardar la continuidad de la Casa de Saboya abdicando, el 9 de mayo de 1946, a favor de su hijo y heredero Humberto II. Pese a ello, el desprestigio de Víctor Manuel en sus últimos años provocó que, en el referéndum celebrado el 2 de junio de 1946, los italianos optaran mayoritariamente por la República, aunque el resultado de la consulta electoral fuera sospechoso de fraude en perjuicio de la opción monárquica y que fuese motivo de polémicas y controversias hasta la actualidad.
Tras su abdicación, Víctor Manuel de Saboya partió al exilio bajo el nombre de Conte di Pollenzo y murió un año después en Alejandría, Egipto, en cuya iglesia de Santa Catalina fue y continúa sepultado.
Víctor Manuel III se retiró al exilio con su esposa, antes del referéndum, a Alejandría, bajo el título de «Conde de Pollenzo».
Murió allí el 28 de diciembre de 1947, al día siguiente de la firma de la Constitución de la República Italiana que, con la disposición final 13, vería al Estado confiscar los activos en Italia de los antiguos reyes de la Casa de Saboya y sus consortes.
La muerte de Víctor Manuel III en una casa de campo egipcia se debió -como los médicos han determinado- a una congestión pulmonar degenerada en trombosis. El antiguo rey había estado sufriéndola desde hace cinco días cuando, el día 28, murió a las 14:20.
Las últimas palabras del ex rey fueron: «¿Cuánto durará? Tendría algunas cosas importantes que hacer», le dijo al médico cuando corrió a su cama después de la parálisis. Unos días antes, precisamente el día 23, Víctor Manuel III había dicho: «Vivimos en un hermoso y puerco mundo». Estas palabras hacían referencia al hecho de que Víctor Manuel se había dado cuenta de que en la correspondencia que llegaba de Italia para Navidad brillan por su ausencia las misivas de algunas personalidades que él consideraba fieles a su persona.
El rey Faruq de Egipto ordenó que el difunto tuviera funerales militares (con el ataúd colocado en el carro de un cañón y escoltado por una representación adecuada de las Fuerzas Armadas de Egipto). El cuerpo de Víctor Manuel III -aclamado durante el funeral por 101 disparos- fue enterrado en la catedral católica latina de Alejandría. Por el propio deseo del finado no se pusieron flores en la tumba; de hecho, a aquellos que querían honrar su memoria, se les aconsejó seguir la sugerencia de la reina Elena y beneficiar a la comunidad italiana en Alejandría.
Tumba de Víctor Manuel en la Catedral de Santa Catalina, en Alejandría.
" aria-describedby="caption-attachment-24082" data-orig-size="1280,853" sizes="(max-width: 860px) 100vw, 860px" aperture="aperture" />Tumba de Víctor Manuel en la Catedral de Santa Catalina, en Alejandría.
El 17 de diciembre de 2017, casi coincidiendo con el 70 aniversario de su muerte, el cuerpo de Víctor Manuel III fue repatriado a bordo de un avión de la Fuerza Aérea Italiana y enterrado en la capilla de San Bernardo del Santuario de Vicoforte, junto a su esposa Elena, cuyos restos habían sido trasladados desde Montpellier dos días antes.
Tumba de Víctor Manuel III en el santuario de Vicoforte.
" aria-describedby="caption-attachment-24084" data-orig-size="800,1067" sizes="(max-width: 800px) 100vw, 800px" aperture="aperture" />Tumba de Víctor Manuel III en el santuario de Vicoforte.
Matrimonio
La cuestión del matrimonio del joven príncipe se convirtió en un tema de extrema preocupación para los reyes Humberto y Margarita: ningún Saboya había alcanzado el umbral de los veinticinco años estando soltero y el propio Víctor Manuel no mostraba intención de casarse. Esto se convirtió en un caso de importancia internacional para la Triple Alianza de la que Italia formaba parte: el propio káiser Guillermo II se interesó por el caso y, aprovechando una visita de Víctor Manuel a Berlín, se atrevió a decir al príncipe: «¿Por qué no te decides a casarte?», a lo que el joven mostró toda su terquedad al decirle que no se involucrara en sus asuntos.
La corte de Roma intentó llegar a un compromiso con la princesa Maud de Gales, la tercera hija de Eduardo VII del Reino Unido, pero las negociaciones fracasaron debido a la oposición de la reina Margarita que, demostrando ser aún más intransigente que el Papa, impuso que la princesa renunciara a su fe anglicana antes de la boda con su hijo. Algunos rumores decían que había ministros, entre ellos Benedetto Brin, que sospechaban que la cuestión religiosa era una excusa, y que la reina no quería que su futura nuera eclipsara su célebre belleza.
Más tarde, el intento de comprometerse con la princesa Luisa de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg también fracasó, esta vez debido a la oposición del propio príncipe heredero: no quería saber sobre matrimonios arreglados, seguramente porque el resultado de estos (a menudo entre familiares cercanos) los veía todas las mañanas frente al espejo, y era tan consciente de ello que no tuvo problemas en decir francamente al general Carlo Porro, su jefe de gabinete: «Mírame. ¡Sabes bien que estoy jodido con estas piernas!»
Para evitar tal riesgo, se planeó el matrimonio entre el príncipe de Nápoles, de veintisiete años, y una princesa montenegrina, Elena, cuya familia estaba muy unida, por lazos políticos y familiares, a la corte de San Petersburgo. Al mismo tiempo, el enlace con un miembro de la familia más antigua de los príncipes de los Balcanes fortalecía la política italiana más allá del Adriático. Sin embargo, no pocos en la corte y los círculos políticos se burlaron de esta unión dada la relativa pobreza e inferioridad del linaje de la casa de Petrović-Njegoš, en comparación con la de los Saboya, que además era la dinastía europea más antigua después de los Hohenzollern, mientras que se consideraba a Nicolás I de Montenegro poco más que un príncipe pastor.
El compromiso entre Víctor Manuel y Elena fue una auténtica «conspiración», en la que prácticamente participaron todas las casas gobernantes europeas y el único que lo ignoraba era el propio joven príncipe. El primer encuentro entre los dos tuvo lugar en Venecia en 1895, durante la inauguración de la Exposición Internacional de Arte: Elena había sido acompañada por su hermana Ana, para que Víctor Manuel pudiera mostrar preferencia sobre una u otra. Sin embargo el príncipe mostró interés por Elena, que llamó su atención con su belleza eslava y sus ojos de «cierva herida».
El segundo encuentro entre los dos tuvo lugar trece meses después en Moscú, durante las celebraciones por la coronación del zar Nicolás II, y finalmente el joven Víctor Manuel decidió hablar con sus padres de su interés pos la princesa Elena. Naturalmente, el príncipe no sabía nada de la conspiración labrada contra él y temía que los reyes se mostraran contrarios por la elección de la hija de un «rey pastor»; en cambio, para gran sorpresa de Víctor Manuel, sus padres se mostraron tan felices que incluso se lanzaron a sus brazos en un raro momento de ternura.
El matrimonio, nada lujoso, se celebró en el palacio del Quirinal con una ceremonia civil, seguida por la religiosa católica en la basílica de Santa María de los Ángeles y los Mártires el 24 de octubre de 1896. Para conmemorar el evento, se proporcionó un sello conocido como la boda de Víctor Manuel III, que sin embargo nunca se llegó a distribuir y de los que existen solo 100 ejemplares en la actualidad. A su llegada a Italia el 19 de octubre de 1896, Elena de Montenegro había abjurado del credo ortodoxo, su fe original, y profesó el credo católico en la basílica de San Nicolás, en Bari.
La pareja tuvo cinco hijos:
- Yolanda de Saboya (1901-1986), casada con Giorgio Carlo Calvi, conde de Bergolo (1887-1977).
- Mafalda de Saboya (1902-1944), casada con Felipe de Hesse-Kassel (1896-1980), príncipe y landgrave de Hesse-Kassel. Mafalda murió en el campo de concentración nazi de Buchenwald, debido a un bombardeo.
- Humberto de Saboya (1904-1983), último rey de Italia, casado y luego separado de la princesa María José de Bélgica.
- Juana de Saboya (1907-2000), zarina de Bulgaria, casada con el zar Boris III de Bulgaria.
- María de Saboya (1914-2001), casada con el príncipe Luis Carlos de Borbón de Parma (1899-1967).