Revista Ciencia
El juego de la vida y la muerte se vive en directo en el bosque-jardín. Las urracas, (Pica pica) nos ayudan a mantener en un límite determinado el número de topillos. Los nuevos turnos de riegos, dos al mes, permiten a los topillos prosperar mejor, dándose ahora un incremento en la población. Hemos tenido que poner barreras anti-topillos en algunos árboles y arbustos, y aún a pesar de ello, nos hemos quedado sin frambuesos (Rubus idaeus). Este año, hemos tenido un nido de urraca muy accesible instalado sobre un espino albar (Crategus monogyna) donde salieron tres pollos. Uno de ellos murió y los otros en cambio, consiguieron darse vida por el bosque-jardín hasta ser independientes de sus padres. Creemos que uno de los miembros de l apareja era una urraca que nos trajeron a casa y terminamos de criarla de forma artificial. Estaba más cerca de lo normal, siempre alrededor de la zona donde más querencia tenía. Hace unas semanas, se ha hecho más frecuente la presencia del azor (Accipiter gentilis), y nos ha dejado alguna pluma corporal para ayudar a la determinación del consumado cazador de palomas (Columba livia y Columba palumbus) así como de tórtolas turcas, (Estreptopelia decaocto). Una tarde pudimos pescarlo in-fraganti con una paloma recién cazada en las garras, de la que aún no había comenzado el desplume. Le salió del suelo a escasos metros a Belén cuando nos íbamos a casa. Yo ya sólo lo vi alejarse con al paloma en las garras. Es un lujo poder disfrutar de su presencia en el bosque-jardín. Lo he visto bañarse o beber en el estanque y hemos puesto una cámara trampa a ver si aparece... de momento, nada. Ayer por la mañana, el azor cambió de dieta, y acabó con una urraca. La urracas es una presa complicada, ya que el resto de la comunicada suele acosar a quein las caza. De hecho, el desplume se comenzó en dos lugares distintos al que por fín adoptó como lugar para terminar de consumirla. No es la primera vez que captura una, y recuerdo como más espectacular una vez en al que puede observar una captura. Los pollos de las urracas se desplazaban por las ramas de la acacia donde tenían el nido. De repente, como un proyectil, pasó a gran velocidad entre los árboles, se internó en el interior del dosel de la acacia (Robinia pseudoacacia), a pesar de sus espinas y capturó a uno de los pollos sin detenerse, llevándoselo en las garras ante la impotencia de los progenitores que cuando acudieron a la acacia, el azor ya volva lejos en el horizonte.