…gente que me gusta…
Este vídeo es para enseñarte la camiseta que he comprado en Malabona, a Jacinto Elá (Jazz) y Esther, que hacen unos diseños de camisetas impresionantes, y muchas veces las hacen por encargo.
La historia de esta camiseta llegó porque vi en el perfil de Instagram de Jazz una foto de una camiseta que me gustó mucho, así que le dije a Jazz que, si me hacía unas modificaciones, se la compraba. Y aquí la tengo.
A mí me gustaría hablaros mucho de Jazz, porque es una persona muy interesante. A finales de 2011 grabamos una entrevista por Skype, que no publiqué en su día; pero hoy la rescato y transcribo aquí una parte para que conozcáis un poquito a Jazz y su proyecto, Malabona, porque es un hombre del que se puede aprender muchísimo.
Espero que os guste. Vamos allá.
En el momento de hacer la entrevista (finales de 2011), Jazz tenía 29 años, y explicaba que nació en Guinea Ecuatorial, que llegó a España de la mano de sus padres con un año, y que a la edad de diez años, se muda a Barcelona con su madre y sus hermanos.
¿Cómo surge Malabona?
Malabona es el hobby laboral/profesional (se ríe), porque empieza Malabona en 2008, no sé ni cómo se nos pasó por la cabeza. Estábamos mirando tiendas, en el Zara mirando camisetas, porque a mí me gustaba comprar ropa, pero sobre todo en Inglaterra me gustaba comprar ropa buena pero barata. Luego venías a Barcelona y querías comprarte ropa, y dices “esto lo lleva media Barcelona, y encima vale un pastón“. Y dice Esther “podríamos hacerlas nosotros”. Y empezamos. Compramos unas camisetas lisas, pintamos cuatro frases, y nos las ponemos. La gente te empieza a decir:
- Hostia, ¿dónde la has comprado?”
- La he hecho yo.
- ¡Hazme una, hazme una!
Y vas intentando evitarlo, pero al final empiezas a hacerlas; no las cobras, pero la gente te empieza a decir que por qué no las cobras. Y dices: “bueno, tú lo has dicho” (risas). Las empezamos a hacer a los amigos, y los amigos nos remitían a otros amigos, y la idea era a hacer ropa para gente que no conocemos; y hemos empezado con esto, y empezamos con el blog.
Yo siempre he sido muy autodidacta, igual que Esther, pero a mí me ha gustado siempre, gracias a Internet, buscar métodos para aprender a hacer cosas, y me dio por los blogs, uno de los grandes inventos -qué te voy a contar a ti que no sepas-, y empezamos a publicar en el blog lo que hacíamos, a recibir pedidos… y aún seguimos trabajando en la manera de hacerlo funcionar.
Ahora ya hemos creado la tienda online, y la idea sería un día tener un agujero en la calle donde vender directamente las camisetas a la gente.
¿Cuál es vuestra clientela potencial? ¿Qué es el manifiesto Malabona?
Son sólo los que nosotros consideremos que son Malabona, que son positivos. Hasta cierto punto puedes controlar ese círculo, pero llega un momento en que no puedes controlarlo, y a veces le niegas de alguna manera a una persona, porque dices “éste es tan negativo que, si alguien le ve con esto, va a odiar nuestra marca”. Sí, en serio; porque hay gente a la que le enseñas y pone cara de “aquí huele a caca”. Por lo general es gente bastante positiva, alternativa… Gente que tiene bastante conciencia social; ese tipo de gente que no tiene en la cabeza ir machacando por ahí.
El manifiesto Malabona va por eso. Porque, como comer, no comemos de esto (de los diseños), creo que podemos permitirnos el lujo, ahora que vendemos a menor escala, de intentar atraer a un target de clientes que se sienta identificado, más o menos, con lo que nosotros queremos transmitir con nuestros diseños. Y, si uno lee el manifiesto, y ya le causa rechazo, que ni se moleste en pedir. No es cuestión de dinero; si perdemos una venta porque una persona no está de acuerdo con la gran mayoría de las frases del manifiesto, pensamos que no es necesario ni molestarnos en que nos compre un diseño. El manifiesto va por ahí, para intentar definir nuestra forma de pensar, nuestra personalidad, y ver lo que queremos transmitir con los diseños.
- Háblame de la crisis. ¿No da miedo tener un negocio en los tiempos que corren?
De la crisis tienen más miedo los que tienen trabajo que los que no tienen nada. Los que tienen trabajo están metiendo miedo a todo el mundo. Más crisis que la que tienen nuestros hermanos en África… qué me vas a contar.
Como decía un tipo que escuché en una conferencia, creo que era de Triodos Bank: ¿de qué crisis estamos hablando? ¿De la que tienen mil millones de personas, o de la que tienen tres mil millones de personas desde hace cincuenta años? ¿De qué estamos hablando? Si tenemos grifos en las calles de los que aprietas y sale agua. Explícaselo a los que vienen de África, y les preguntas “¿pero por qué venís y os jugáis la vida por llegar?“. Díselo, que salen a la calle y pueden beber agua gratis, cuando antes caminaban catorce kilómetros.
La crisis son fases de la Humanidad, y es un gafe, que se va contagiando, pero por el miedo de la gente.
¿Te consideras un idealista?
Sí, me he dado cuenta yo también poco a poco de que me he transformado en un idealista. Siempre he sido muy risueño y todo eso, la verdad es que siempre he sido así; pero creo que ha sido a raíz de leer y de estudiar después, sobre todo Historia. Cuando empiezas a conocer la historia de algún modo, no de una manera profunda, pero empiezas a conocerla, entiendes muchas cosas. Entonces eso te va cambiando la forma de pensar, y la verdad es que cuesta estar de bajón teniendo tantas cosas por hacer; porque después, esos días que estás de bajón cuesta arrancar y todo el rollo, aunque todo el mundo tiene derecho a estar de bajón pero no continuo. No, porque se lo pegas a los que están al lado tuyo.
He aprendido a ser idealista, si se me puede considerar así, porque cuando yo estaba fuera jugando, desde casa me llamaban: “¿que tal estás?“, y yo llevaba cuatro meses sin cobrar. Estaba bien, pero no estaba como tenía que estar; no estaba en depresión, a ver, pero era una situación difícil. Pero yo, cuando me llamaban de casa, no podía decir “esto es una mierda“. ¿Por qué? Porque no quiero contagiarles a ellos una situación que, tarde o temprano, se va a acabar. Y sobre todo la gente que te quiere, cuando no te ve pero sabes que sufres, no sabe hasta cuánto sufres; entonces el sufrimiento que tienen ellos es mucho mayor porque no saben hasta qué punto estás sufriendo tú. Y, a lo mejor, una pequeña cosa se transforma en grande.
Mi actitud es que las cosas pequeñitas no ocupen mi cerebro, porque luego culpan la vida de otros, y lo que me interesa es que los que estén conmigo estén contentos todo el rato, todo lo que se pueda, porque a mí me ayuda y se ayudan a ellos mismos. Es tan fácil deprimirse… es lo más fácil del mundo, estar deprimido. Estar deprimido y enfadado… qué facilidad, tío. Los que están enfadados tendrían que pensarlo. Tendrían que pensar “qué poco me cuesta enfadarme. Esto tiene que ser malo. Si me cuesta tan poco, tiene que ser malo” (risas). ¡Es verdad!
En momentos de bajón, ¿quién te ayuda a salir a flote?
A ver, en primer lugar, queda un poco ñoño, típico, pero mi madre. Teniendo en el ejemplo de mi madre que, con 28 años, vino a Barcelona con tres hijos, nos sacó adelante y estamos todos bien, los problemas que pueda tener yo son menores. Pero tengo una hermana pequeña que tiene 13 años, y si ella me ve con cara mustia, pues cómo va a crecer.
Luego tengo a Esther. Esther es una tía muy fuerte, y es una emprendedora al máximo. Ella tiene una peluquería y la tiene desde hace 10 años, y empezó tirándose a la piscina; y a ella le veo cada día lo que hace, y es una gran inspiración, por las horas que le echa, por el esfuerzo y todo eso; aunque a veces soy yo el que tiene que animarla.
Esa es mi inspiración. Sobre todo Esther y mi madre. Es cosa de mujeres. Más luchadoras que las mujeres, pocas hay… Bueno sí: los negros. Así que mujer y negra… (risas). Cuando vienes a un sitio nuevo tienes que luchar…
Aquí terminó la entrevista; después estuvimos hablando de otros temas que ya no tienen cabida aquí, pero espero que te haya llamado la atención. Si es así, toma nota de sus enlaces y sigue a Jazz; no tiene desperdicio.
Nota: las imágenes de los diseños de Malabona que aparecen en el vídeo están usadas con permiso de Jacinto Elá.