Revista Cultura y Ocio

Viento del este, viento del oeste

Publicado el 01 agosto 2017 por Sofiatura
Oriente y Occidente. Dos eternos contrapuestos, dos bloques enfrentados por culturas y tradiciones completamente diferentes. Peral S. Buck (1892-1973), la autora de esta novela, se encontraba en medio de aquellos dos mundos. Nace en Estados Unidos, pero pronto se traslada a la China con sus padres, donde pasaría casi 40 años de su existencia.
Tal vez, aquel tiempo fuese suficiente para empaparla de la idiosincrasia del país. Tal vez, Buck vio la necesidad de escribir esta novela para definirse, para tomar partido de un lado u otro. O simplemente relató esta historia de contrastes para dejar constancia de que a veces no eres ni de aquí ni de allí. Y esto es porque, a pesar de que la protagonista de esta historia es una mujer china, criada en las costumbres más patriarcales y conservadoras de su entorno, manifiesta una clara fascinación por Occidente. Pero, al mismo tiempo, un sobrecogimiento por quien no entiende ni pertenece a una determinada cultura, ni la acepta en muchos sentidos. 
Viento del este, viento del oeste
Kwei-Lan fue criada para la sumisión, para el amor incondicional a su marido. Le enseñaron que los pies diminutos, la docilidad, la servidumbre al hombre eran signos de una mujer digna. Pero, poco a poco, la protagonista verá cómo su sistema de creencias y ritos sociales se verán derribados por el pensamiento occidental, por las costumbres de su marido, quien hizo sus estudios en los Estados Unidos. Después, la escisión entre la vida que esperaba y la que le toca vivir se hace aún mayor, cuando su hermano se enamora de una mujer americana, rubia y de ojos azules. Tan extraña, tan misteriosa, tan perturbadora por sus gestos y sus hábitos. Tan distinta a sí misma, tan exótica como la consideran a ella en esas tierras lejanas, que es como mirar el propio reflejo en un espejo distorsionado.
Viento del este, viento del oesteDebatiéndose entre las leyes morales dictadas por su familia y el tierno y fiel amor que siente por su esposo y hermano, Kwei-Lan nos va contando las vicisitudes de ese destino, de ese camino en el que unas veces el viento sopla desde el este, y otras desde el oeste
Puede que la devoción que profesaba a los hombres de su entorno me distanciase bastante de esta mujer, ya que lo distinto me produjo, como a ella, una sensación de extrañamiento. No negaré que las costumbres de esta China antigua y tradicional en la que se ambienta la obra me asombraron para bien y para mal, aunque eso fue precisamente lo que me hizo estar también más cerca de la protagonista. Porque, al final, no dejamos de pertenecer a dos mundos que se miran a la cara con la misma desconfianza y admiración, sin decidirnos sobre cuál de las dos cosas pesa más. Supongo que todo depende del color del cristal a través del que se mire, aquí y allí. 

Publicado el 1/8/2017



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