Revista Cultura y Ocio

Viento en popa – @Mous_Tache

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

No hubo nunca antiguo marinero que alcanzase su destino sin ayuda del viento en las velas de su navío, factor que escapaba a su control por más que fuese previsible. Más tarde sería cuestión de pericia, conocimiento del medio y buen hacer, lo que le llevase a cualquier puerto que se hubiese marcado como destino, si bien ese empujón en la popa era del todo necesario.

Lo peor es el frío, sin duda. El físico, proviniente de haber cambiado la calefacción central por una pequeña estufa regalada donde se calentaban sus hijos dentro del limitado radio de influencia de la llama y él mismo cuando estos le acompañaban. Por otro lado está el frío del alma, peor, sin lugar a dudas. El frío que no se va por mucho que el sol caliente. El que le había relegado a no saber con certeza en qué día vivía, el de no sacarle de la cama, el de cambiar los planes de futuro por una supervivencia en la que cada minuto superado se había transformado en victoria.

El frío de la incertidumbre y la pérdida de confianza en sí mismo oteando el horizonte en busca de rumbo que fijar, mirando las estrellas a través de un sextante roto esperando una señal, una guía mientras se agotan los recursos, la calma y la esperanza. La calma chicha de la depresión.

Las circunstancias eran las culpables, no él. Mantra que se repetía continuamente.

Pero ya dice el refrán y es sin duda cierto, que no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista, aunque el aguante del mismo es ciertamente reseñable.

El viento termina soplando antes o después, pues esa es su naturaleza y el suyo tuvo nombre de personas. De quien con diminutas manos en su cara y enormes besos le decía continuamente que era el mejor padre del mundo, de los amigos que no hicieron caso a sus lamentos y le empujaron a reaccionar y de quien con su amor le mostró el faro hacia el que juntos deberían navegar.

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