Revista Cultura y Ocio

Vientos de invierno (Capítulo 1)

Publicado el 13 enero 2015 por Isabel Isabelquintin

Vientos de invierno (Capítulo 1)
¡Hola!
Feliz martes para todos. Hoy empiezo a contarles una nueva historia que he titulado Vientos de invierno. Como ya les he contado, para este año publicaré por amazon (principalmente) dos historias; Fugitiva y Tu te lo pierdes. Así que Vientos de invierno será única y exclusivamente del blog. Una historia que iré construyendo semana tras semana, pues no he planificado para ella más allá de un leve bosquejo de sus personajes. Será una historia contada por su protagonista llamada Diane. Hace unas semanas, publiqué un escrito con el mismo nombre y me decidí a seguir la historia así que ese texto hará las veces de sinopsis (pueden leerlo aquí)


Empecemos:
Esta historia comienza el 29 de Julio de 1981, mi madre y yo pasamos toda la mañana pegadas a la televisión viendo la transmisión del matrimonio del año entre Diana y Carlos de Inglaterra. Yo, una niñita de cuatro años tomó la que sería la decisión mas importante a su edad, me casaría con un príncipe y usaría un vestido igual al de lady Di. Pasé varios días soñando con el vestido y junto a mi madre reunimos en una cajita decorada con lazos de encaje, los recortes de periódicos y revistas de aquel maravilloso traje. Ambas soñábamos con un día así de especial y debo confesar que mi madre era la más fiel admiradora de la princesa de Gales ¿y quién no? Si era un personaje tan mediático, por eso no es extraño que llevase el cabello igual que el de ella y vistiese muy similar y por sobretodo, que haya decidido llamarme Diane. En fin, los años pasaron y a pesar de todo, nuestra afición continuó. Al ser la única hija mujer de mis padres; mi vida no estaba tan alejada de la de una verdadera princesa y más teniendo a mi madre encargada de enseñarme a actuar como tal. Mientras crecía estuve vinculada al grupo de teatro y danzas de mi escuela, la de niñas Chapin, también me dieron clases privadas de piano y violín y desde que recuerdo asistía a clases de ballet. Mi familia pertenecía a un círculo social importante en NY por lo cual éramos invitados a eventos sociales y familiares de todo tipo.  En una ocasión fuimos a la Casa Blanca para la condecoración de mi padre por sus años de servicio en la fuerza aérea. Tuve la fortuna de ser presentada en sociedad por el hijo de un duque escoces en un maravilloso e inolvidable cotillón… tantos eventos que ya no logro recordar. Pero debo decirle que el día más feliz de mi vida, o de mi vida por ese entonces, fue en un viaje a Inglaterra que coincidió con un evento de la realeza y pude ver muy de cerca, un par de verdaderos príncipes, en ese entonces tenía dieciocho pero regresé a los cuatro años y a aquel mágico día de Julio.  Luego de terminar el instituto vino la universidad, o algo parecido pues me inscribí en una academia de alta costura ya que junto a mi madre construimos la idea de una marca exclusiva de vestidos de noche y de novias que vistiese inclusive a la misma realeza.
Pero no crea que todo en mi vida era un sueño hecho realidad, mi castillo de cartón se vino abajo al morir el rey, es decir mi padre. Por esos días mi hermano mayor recibía su título de médico y terminó viviendo cinco años en África. Al principio, mi madre y yo nos sosteníamos  con la pensión de mi padre y otros activos pero luego vinieron los cobradores y tuvimos que despojarnos de la casa de campo, pero allí no terminó todo; nuestro estilo de vida y las deudas de mi padre pronto nos pusieron entre la espada y la pared o la calle ya que estábamos a punto de perderlo absolutamente todo. El primer paso fue renunciar a la alta sociedad de Manhattan y buscar trabajo. A mi madre le fue bien al principio, pues una de sus amigas, Charlotte, la contrató como planificadora de eventos en su agencia. Yo por mi parte me resigné a ser la que cosía las bastillas de los vestidos en un atelier de un famoso diseñador que por entonces no era tan reconocido. Luego vino lo más difícil, vender la casa de Upper East Side y renunciar por completo a Manhattan, libramos la hipoteca y nos quedó lo suficiente para un modesto Loft en el edificio más deprimente de Brooklyn.  Esos primeros días  fueron una total pesadilla y como cualquier inicio, pues fue complicado en muchos sentidos, empezando por el uso del metro, los restaurantes y las tiendas de abarrotes. Fue caer de las nubes al fango… 
 No me mire así, nadie se sentiría mejor en mi situación 
 Lo último que nos quedaba por dar eran los vestidos que mi madre hizo y mando hacer especialmente para mí en esa carrera por creernos de sangre azul y estuvimos a punto de darlos por cualquier centavo ya que el trabajo de mi madre no prosperó y el mío apenas nos daba para comer, pero como el fondo profundo ya lo conocíamos, pues pasamos de los dolorosos a los gozosos. James regresó de áfrica y yo no me podía creer que hubiesen pasado cinco años en ese calvario. Como decía, James regresó más delgado, con poco dinero pero con un trabajo prometedor; le ofrecieron ser catedrático en la Universidad de Columbia y ejercer como cirujano en el Presbyterian. ¡Eso era lo más de lo más! 

Yo me gradué el año siguiente, sin pena ni gloria, bueno, ascendí a patronista. Como es obvio, mi oportunidad no llegaba y mi sueño de que el príncipe azul apareciese en mi vida y cambiara pesadillas por sueños; se esfumó. Mi vida transcurría de un día a otro en el taller de costura, largas noches entre desfiles, modelos, hilos, pinchazos… y algún fin de semana completo en casa. No hace falta decir que mi vida amorosa era igual de desastrosa y con tan poco tiempo libre a  mi disposición los chicos poco a poco desaparecieron.

Continuará...


Hasta aquí este primer capítulo. Cuéntenme que tal les ha parecido.
Besos
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¡Gracias por leer!Vientos de invierno (Capítulo 1)

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