Revista Cultura y Ocio

Vientos de invierno: Capítulo 9

Publicado el 10 marzo 2015 por Isabel Isabelquintin

Vientos de invierno: Capítulo 9
Pasaron tres semanas más desde que Kurt apareció. Yo no tuve tiempo de llamarle para decirle que cenáramos y tampoco quería hacerlo, me sentía una traidora con sólo tener la intención en mente. Así que me dediqué al trabajo en cuerpo y alma y planificar la boda de mi madre. Sí, hacía dos meses desde su cirugía y se había repuesto de maravilla y ni que decir que cuando me dijo que se casaba casi me da un infarto. Parecía yo la mamá de mi mamá.
Dylan era un tipo divertido y la trataba de maravilla y como ella se sentía tan sola y ya había pagado con creces el luto hacia mi padre pues ni corta ni perezosa aceptó y se casaba el último fin de semana de marzo. Quería una boda sencilla en el jardín posterior de la casa de Dylan que daba  a un lago; nada más ni nada menos que en Baltimore a cientos de kilómetros de mí.¿Qué hice?Ser una buena hija, eso hice.Organizarle la boda como la quiso y aceptar ser su madrina. Así que ese fin de semana ella sus maletas de trasteo y yo nos encaminamos hacia Baltimore en un vuelo que jamás olvidaré.

-Te extrañaré mucho, mamá.

-Ya lo creo, jamás nos hemos separado en veintiséis años.
-Y yo que creí que me quedaría contigo hasta que murieras.
-¡Por Dios! Eso sería un suicidio para ambas. Tú tienes que casarte pronto y darme muchos nietos hermosos que tengas los ojos de Ian.
-Mamá, Ian se fue…
-Pero regresará y de seguro querrá casarse contigo.
-Serán seis meses…
-De los cuales ya van dos. No es una eternidad –se quedó pensando y luego me miró inquisitiva- ¿No será que estás pensando dejar de lado a Ian porque apareció en el panorama el duquecito escoses?
Palidecí, ¿cómo podría decir mi madre algo semejante?
-Kurt y yo no nos hemos visto sino una vez, cuando estuvo en la agencia.-No me hagas caras de dignidad que yo te conozco bien. Ese muchachito te puso a temblar las piernas.
-¡Mamá!
-Te diré una cosa. Cuando me casé con tu padre no me casé enamorada, pero ni una pizca. Yo me había enamorado de un pintor pero mis padres no iban a permitir que una hija de su renombrada familia se casara con cualquiera, así que decidieron por mí y me casaron con el hijo de un ministro de gobierno es decir Ralph Wilde, tu padre. Teníamos veintitrés años cuando nos fuimos a vivir juntos en una casa que su padre nos dio. No hubo noche de bodas porque yo no quería hacerlo con un hombre que no amara y más siendo mi primera vez y él no quería pasar por abusador. Así que vivimos en la misma casa jugando a la familia pero él seguía con su vida y cuando necesitaba sexo lo buscaba donde sabía que podía encontrarlo, además de que tu padre no aparecía por casa en varias semanas, así como sé recuerdas. Su trabajo de piloto comercial era muy exigente.
-¿A dónde quieres llegar?
.Calla y escucha. A los seis meses de vivir como dos hermanos tuvimos sexo y como resultado llegó James. LA vida no cambió para nada después de que aprendí como se hacían los niños… -sonrió- pero las cosas entre Ralph y yo mejoraron un poco y algo parecido al amor floreció entre ambos. Hoy en día reconozco que lo que nos mantuvo unidos tantos años; fue que nos tratábamos como amigos porque en realidad jamás nos enamoramos el uno del otro.
-¿Sabes? Esto puede ser doloroso para un hijo, saber que no es fruto del amor de sus padres.
-¿Cómo que mis hijos no son fruto del amor? Claro que lo son, porque una cosa es el amor carnal y otra muy distinta el amor entre amigos. Tu padre y yo los amamos y jamás se vieron diferencias ni agresiones entre nosotros.
-Es cierto, no recuerdo que se pelearan.
-Las hubo, pero jamás dejamos que afectaran a nuestra familia. Para ambos era lo mejor que habíamos hecho.
-¿Qué tiene que ver todo esto conmigo?
-Quiero que decidas con el corazón, que no te dejes llevar por las apariencias. En esta época ya no se vive de eso.
-Sabes que no soy de esas…
-Lo sé y no está demás que te lo diga. Porque en ocasiones el afán no deja buenas experiencias. Esperar y ser paciente puede que te de una linda recompensa; como a mí.
-¿A ti?
-Si, a mi. Dylan es el pintor de quien me enamoré en la juventud.
Llevé mis manos a los labios ¡Oh Por Dios!
-Antes  de que pienses mal, no reencontramos en el hospital y en cierto modo gracias a Ian que nos operó a ambos. No nos vimos antes ¿ok?
-Te mereces ser feliz, mamá. Ya hiciste bien tu parte.
Nos abrazamos y compartí mis temores con mamá.
Al aterrizar, nos encontramos con Dylan y al fin pude soltar mis remilgos y abrazarlo dándole la bienvenida a la familia.
Pasé el sábado organizando los toldos y el arco nupcial, en la noche llamé a Ian. Lo extrañaba a rabiar:
-Hola…-Preciosa mía ¿cómo estás?-Bien, y ¿tu?-Batallando un poco con los protocolos, pero no es nada a lo que no me pueda acostumbrar. Te siento extraña ¿te pasa algo?-Te extraño mucho-Y yo a ti niña linda.-Estoy pensando en tomarme unas vacaciones e ir a verte.-¡Eso sería fantástico!-Entonces, te aviso.-Te estaré esperando, pero ahora me iré a seguir soñándote.-¡Oh, lo siento! Te desperté.-No es así, acabo de llegar al piso.-Te quiero.-Te quiero más.
Colgué y me pude ir a dormir dejando de sentirme culpable por estar pensando en salir con otro hombre.
La mañana empezó muy temprano y a las nueve todo estaba dispuesto. James y su familia llegaron trayendo a Kurt, Kate y Evan.
Yo en cuanto los vi me esfumé. Me fui a la casa y me metí a la ducha. Todavía me faltaba ir a ver mi madre. Me puse un vestido color crema de corte A ligeramente acampanado y con algo de chifón que le daba más volumen y me llegaba a la rodilla, con un hermoso brocado en el corpiño que yo misma diseñé para ese día. Me maquillé muy suave y me recogí el cabello dejando salir unos rizos. Salí y fui en busca de mamá, estaba preciosa, llevaba un vestido blanco recto y largo en seda y algunos bordados, una chaquetilla decorada con piedrecillas y perlas. En el cabello se puso una hermosa tiara de flores. Se veía adorable.
-Estás hermosa, mamá.
-Y tu estás de infarto, hija mía. Tendré que buscar el arma que me dejó Ian para cuidarte.
-No exageres.
Unos golpecitos en la puerta y aparecieron Vivienne y James.
-Mamá, pero que guapa.
-Gracias hijo.
-¿Lista para llevarte al altar?
-Espera, tengo que beberme mi copa de champagne.
Yo recibí al pequeño Ralph que llevaría los anillos.
-A ti esperan abajo –me dijo socarrón mi hermanito querido.
-¿Ian está aquí?
-Ja ja Muy graciosa. No te hagas que estoy muy enterado de como traes a Kurt. No le hagas daño, era mi mejor amigo.
-Espero que no le hayas dado muchas ilusiones.
-Le dije que estabas soltera.
Le clavé el codo entre las costillas.
.¡Ay! ¡Duele! No dije nada malo.
-No estoy soltera, Ian sigue siendo mi novio.
-Si eso te detiene con Kurti, no veo por qué. Ian le han asignando un puesto permanente y firmó contrato por tres años.
Mi sonrisa se borró.
Bajé al jardín con la sonrisa impostada. No quería dañarle el día a mi madre ¿Por qué Ian no me lo dijo?
Me senté junto a Kurt y ni siquiera sentí que me temblaran las piernas. Yo estaba desencanta de todo. Y lloré como la mas tonta cuando oí los votos de Dylan.
“Prometo seguir amándote como lo he hecho desde el primer día hasta hoy. He esperado treinta años por ti y seguiría esperando porque sólo contigo descubrí el amor. Eres lo único que he podido pintar en años porque el arte es la expresión del interior y mi interior está repleto de ti. Prometo besarte cada vez que quiera y decirte que te amo sin descanso, prometo llevarte siempre conmigo, de la mano y junto a mí que es dónde siempre debiste estar. Y si existe la reencarnación, prometo volver, buscarte y volverte a amar”
Precioso ¿verdad? Dylan jamás se casó.
Y entonces mientras sellaban su amor con un beso, yo me abracé a Kurt envuelta en llanto. Debo decir que me bebí todo el champagne que encontré, bailé como una loca y me colgué al cuello de Kurt pensando solo en Ian, ¡Desastrosa!
Fue peor cuando lo besé.
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Pobre nuestra Diane, maneja mucha presión.
´¿Que les pareció?
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¡Gracias por leer!

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