Por M.A. José Juventino Martínez Arce
En el presente artículo se abordan las generalidades de la metodología de sistemas (Systems Thinking) de Bertalanffy y Wienner y su influencia en el pensamiento administrativo contemporáneo. Se hace énfasis en sus bases teóricas que han permitido el desarrollo de varias propuestas metodológicas que continúan vigentes y que han constituido los cimientos de autores tan importantes como Drucker, Ackoff, Goldratt, Checkland, Jackson, Flood, Senge y todos aquellos relacionados con las filosofías de calidad.
Un acercamiento al pensamiento sistémico permite a los managers de hoy elevar sus capacidades de planeación estratégica considerando todos los elementos que entran en juego en la dinámica empresarial.
(I)
En la administración del Siglo XXI conviven una serie de teorías y enfoques cuyo origen se remonta al primer cuarto de la centuria anterior y a modelos relacionados con la Calidad Total, el Just in Time, la Teoría de las Restricciones, Organizaciones Inteligentes y la Administración del Capital Humano, entre otros. Desde nuestro punto de vistas, todas estas tendencias deben su solidez conceptual al desarrollo del pensamiento sistémico que surge a partir de los trabajos de Bertalanffy y Wiener que, entre otras cosas, fundamentan la metodología de sistemas en su aplicación a la administración.
Si la competitividad de las empresas esta en relación directa con la habilidad de administrarlas, en un contexto de optimización de recursos de todo tipo que entran en juego en el proceso de producción de bienes y servicios, la administración contemporánea no puede hoy recurrir a los viejos modelos de gestión propuestos, a principios del siglo pasado por Taylor, Fayol, Weber, entre otros, autores pioneros de la administración científica.
Los nuevos paradigmas asociados a la creatividad y a la innovación, a la rapidez como estrategia para lograr ventajas competitivas, a la información como insumo básico de la producción, al valor agregado de los productos y servicios derivado del conocimiento y la inteligencia y, al aprovechamiento de las tecnologías de información como parte de la revolución de los negocios, exigen de modelos de administración que consideren a las organizaciones como entidades complejas, donde todos y cada uno de los componentes se interrelacionan dentro de sistemas y subsistemas con mecanismos de control que previenen, en un contexto sinérgico, la presencia de los procesos entrópicos y, por lo tanto, optimizan los procesos productivos y la prestación de servicios en una constante búsqueda para alcanzar ventajas competitivas, (la complejidad y el caos organizacional vistos de manera holística).
Considerando a las organizaciones como entidades altamente complejas es necesario establecer metodologías que simplifiquen las situaciones problemáticas a través de modelos sistémicos que guíen las acciones en un proceso continuo de evaluación y control.
Las viejas teorías que consideran a las organizaciones como entidades estáticas, construyeron supuestos que constantemente están perdiendo validez, sobre todo en organizaciones de clase mundial que ya no soportan la administración basada en estructuras rígidas y en suposiciones reduccionistas.
Por ello, influidos por la Teoría General de Sistemas y los conceptos de la Cibernética de Wienner, han surgido desde mediados del siglo XX y hasta nuestros días, nuevas propuestas teóricas y metodológicas que han permitido a la ciencia administrativa adecuarse a los nuevos requerimientos de las organizaciones. Con bases filosóficas sólidas, sobre todo deudas intelectuales con Kant y Habermas, el enfoque sistémico en la administración ha permitido el desarrollo de los modelos y propuestas de Checkland, Churchman, Boulding, Beer, Drucker, Senge y Goldratt entre otros, que constituyen, hoy en día, parte de los autores más reconocidos en el ámbito del management mundial.
Como se puede ver, la administración no escapó a esta corriente del pensamiento y, desde mediados del siglo pasado, fue una ciencia altamente permeable a los postulados sistémicos. Sin temor a equivocarnos, el enfoque sistémico de investigación y resolución de problemas, provocó la eclosión de diversas propuestas de gestión organizacional, tanto en los países occidentales como en las naciones del lejano oriente.
Específicamente, es fundamental, en cualquier intento de acercamiento al enfoque sistémico, recurrir a los trabajos de Checkland, Churchman, Ackoff y Beer cuyas propuestas sustentan varias metodologías actuales de intervención organizacional. De igual manera, es necesario recurrir o tomar como antecedente básico, los modelos de Ohno y de Kenichi Ohmae. Más recientemente, es importante considerar los trabajos de finales de la década pasada, elaborados por los ingleses Jackson y Flood y obviamente las aportaciones de Goldratt, Drucker y Senge.
No es nuevo señalar que en algunos países o regiones la competitividad de las empresas se encuentra en un deslizamiento permanente, debido a una serie de factores que van desde las relacionadas con el medio ambiente externo, ecológico, económico, social y político (factores exógenos) hasta los que tienen que ver con la administración propia de las organizaciones a su interior (factores endógenos) entre los que se pueden mencionar, la logística, el manejo de los inventarios, el control de calidad, la planeación estratégica, la administración del capital humano, la ética de los negocios, las acciones de mercadeo, los modelos de atención al cliente y la relación con proveedores, entre otros.
Un diagnóstico, quizá apresurado, es que la administración de las empresas, en muchos casos, todavía se lleva a cabo bajo modelos muy rígidos que inhiben la creatividad, que hacen poco uso de las tecnologías de información y que sustentan su funcionamiento en estructuras paradigmáticas poco o nada flexibles, incapaces de enfrentar con pertinencia los cambios rápidos del entorno y los retos de la competencia global.
El enfoque sistémico en la administración esta dirigido a construir, paradójicamente, con base en la destrucción creativa, modelos de administración que propicien el cambio organizacional, la innovación y la competitividad, al conceptualizar a las organizaciones como sistemas abiertos, considerando todos los componentes del mismo, los subsistemas, las relaciones de interdependencia que existen entre ellos y la influencia del medio ambiente.
De igual manera, el pensamiento sistémico estima a las organizaciones como entidades muy complejas, considerando que quienes participan en su funcionamiento son, a su vez, seres racionales y complejos. Adicionalmente, en el derrotero organizacional participan, como hemos visto líneas arriba, un sinnúmero de factores que dependen obviamente de la naturaleza de la organización y de sus objetivos.
Reiterando, las organizaciones son entidades muy complejas, por lo tanto, en la búsqueda de soluciones creativas a las diversas situaciones problemáticas, el pensamiento sistémico, en sus distintas propuestas metodológicas, indaga sobre la simplicidad en la complejidad, a través de la edificación de modelos de interpretación de la realidad en donde se identifiquen, con certidumbre, las raíces de los problemas y las posibles soluciones en los distintos niveles organizacionales. Por ello, la metodología de sistemas en administración es una de las mejores herramientas para la gestión organizacional y, como mencionan Stoner, Freeman y Gilbert (1996): “una de las corrientes de la administración que sobrevivirán en el siglo XXI”.
(II)
El pensamiento sistémico, metodología de sistemas o pensamiento en sistemas (Systems Thinking), que para fines de este artículo se considerarán como sinónimos, constituye un rompimiento del paradigma cartesiano reduccionista basado en el principio de causa-efecto que dominó la indagación científica hasta el primer tercio del siglo XX. Para algunos autores, como Fernández Isiord (2004) esta es una corriente crítica reciente:
En los últimos años esta surgiendo una corriente crítica con la definición de la visión, la misión y el posicionamiento estratégico en relación a un sistema de pensamiento cartesiano bajo el principio de causa-efecto, para dar paso a un pensamiento sistémico, que no sistemático, holístico, que propone nuevas vías de reflexión y de trabajo. Todo ello esta orientado a dar respuesta a una necesidad que tienen las organizaciones de hoy para seguir existiendo en el futuro, en un entorno donde la constante es el cambio, las variables que influyen en el devenir de las mismas son más de las que podemos imaginar y, por supuesto, incontrolables.
A pesar de esta respetable opinión, debemos mencionar que esta corriente del pensamiento no es nueva . Más bien, lo que estamos presenciando, es un renovado énfasis de la metodología de sistemas en diversos ámbitos de la ciencia y la tecnología, incluyendo, por supuesto, la ciencia de la administración.
El pensamiento sistémico en administración, como en todas las disciplinas científicas, deviene, fundamentalmente, del desarrollo de la Teoría General de Sistemas de Ludwig Von Berthalanffy y de la Cibernética de Norbert Wienner. Esto no quiere decir que estos autores sean los primeros que reflexionaron sobre el pensamiento sistémico ya que los fundamentos epistemológicos los podemos encontrar desde Platón y Aristóteles hasta Hegel, Kuhn, Boulding, Von Newman y Forrester, entre otros.
La teoría de sistemas plantea un nuevo marco de enfoque metodológico de muy amplia aplicación en distintas áreas de conocimiento, esto es, un nuevo paradigma científico que retoma la visión holística e integradora, como necesaria para una comprensión de la realidad, frente a los reduccionismos analíticos que fijaban su atención en aspectos muy concretos, sin considerar que éstos estaban sujetos a la dinámica del conjunto.
Si bien es cierto que, a través del pensamiento analítico (o reduccionismo analítico), la ciencia avanzó en todos sentidos, ha sido a partir de la Teoría de Sistemas que los avances científicos y las innovaciones tecnológicas se han acelerado desde la segunda mitad del siglo XX. Frente a la complejidad cada vez mayor de las organizaciones, la ciencia administrativa no podía ser la excepción.
La base conceptual o primigenia del pensamiento sistémico reside en la Teoría General de Sistemas que se define como “una nueva forma de comprender la realidad social” que considera al sistema como un todo que no es igual a la suma de sus partes (lo que a su vez constituye el principio básico de la Sinergia). Es decir, en términos generales, se transita de un modelo mecanicista que enfatiza el análisis de las partes de manera aislada para acercarse al objeto del conocimiento, a un modelo sistémico (vitalista y organicista según algunos autores) en el que prevalece “el todo por encima de las partes, cuya comprensión está supeditada al todo, por lo que no pueden separarse de manera artificial de su engarce o ensamblaje con el medio que les da sentido. Se postula así que dichas partes, por separado, carecen de sentido y no pueden ser comprendidas”. Además, el todo tiene otras propiedades muy diferentes a la de cada uno de sus elementos vg. HCL más NaOH, que son corrosivos de manera aislada, mezclados dan sal común más agua.
En este sentido, Bartlett (2001) afirma que el pensamiento sistémico reúne las dos etapas básicas de apropiación del conocimiento: la fase analítica y la fase sintética (fig. 1.1).
El pensamiento sintético incorporado en el pensamiento sistémico permite, como afirma Ackoff, tener un mejor entendimiento de los sistemas complejos que si sólo utilizamos el pensamiento analítico, lo cual constituye un nuevo paradigma.
Fig.
1.1
Entendiendo el concepto del pensamiento sistémico:
Bartlett, Gary (2001).
Conclusiones
La importancia del pensamiento sistémico en administración, es que considera todos los elementos y componentes del sistema organizacional y, en el reconocimiento de su complejidad y dinamismo, propone el análisis de todas las partes, no de forma aislada, sino en su interrelación con todos los demás componentes. Como sostienen Leonard y Beer (1994), el pensamiento sistémico, sin importar las etiquetas, es la mejor herramienta para enfrentar la complejidad y los problemas organizacionales de alto dinamismo.
La estructura teórica del pensamiento sistémico esta soportada por los diferentes conceptos tomados de la Teoría General de Sistemas y de la Cibernética que han sido trasladados a la administración bajo el concepto sistémico del isomorfismo que establece, de acuerdo con Gigch (2003) la “existencia de principios isomorfos o similares que gobiernan la conducta de entidades en muchos campos”.
José Juventino Martínez Arce
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Fuente: Managers Magazine
Imagen: System thinking
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