Revista Opinión

Viktor Orbán viene a América, por desgracia

Publicado el 03 agosto 2022 por Liberal

Estimados señores lectores: Hace unas semanas, ya había denunciado aquí a la derecha fascista europeda, usando a Viktor Orbán como ejemplo de su máximo exponente. El pasado mes de mayo, la CPAC americana (Conservative Political Action Conference) visitó a Budapest, atraídos por el personaje Viktor Orbán. «Tened vuestros propios medios de comunicación», dijo a los participantes, para ir contra la «locura de la izquierda progre». Ahora, esta vez, es Orbán el que viene a EEUU a la conferencia de CPAC que tendrá lugar en Dallas, Texas. Desde luego, allí tendrá una bienvenida enérgica. Pero yo, lo siento, como cristiano, y como liberal, estoy asqueado y angustiado por la dirección de mi partido en EEUU. El Partido Republicano hace mucho que, literalmente, perdió el norte y ahora se acerca a tesis nacionalistas europeas, antiliberales y, peor aun, anticristianas.

¿Saben realmente los conservadores en EEUU a qué se están apuntando cuando apoyan al líder húngaro? Hace poco, el pasado 23 de julio, Orbán pronunció un discurso neofascista en Rumanía, donde dio eco a la teoría de «sustitución de población», arremetió contra el hecho de que Europa está siendo «inundada de inmigrantes» no blancos, es decir, no europeos, y advirtió contra el hecho de que Europa podría convertirse en un continente de «razas mixtas».

Los típicos sospechosos de siempre ahora intentan «contextualizar» y restarle importancia a las palabras claras de Orbán. «Obviamente», nos dijeron, Orbán no habla de razas. Orbán se preocupa por la cultura y por lo tanto, es totalmente legítimo lo que dice. Sin embargo, esa no fue la impresión que tuvo Zsuzsa Hegedus, su consejera y una académica importante en Hungría. En su carta de dimisión, brutal por cierto, tachó el discurso como «propio de Goebbels», y Orbán respondió con una carta suya, afirmando que tiene una política de tolerancia cero contra el racismo y el antisemitismo.

Si bien es notable para los estándares del sistema de partido único cerrado y disciplinado que ha construido Orbán, es poco probable que el choque público tenga ramificaciones políticas importantes. Su partido Fidesz está demasiado arraigado y demasiado centralizado en torno a él para permitir cualquier disidencia o discusión interna. Claro, a los participantes del CPAC seguramente todo esto les importe un bledo, pero el episodio es ilustrativo de la distancia que ha recorrido Orbán desde el momento en que hubo, quizá para algunos, razones para presentarlo como una voz de la derecha liberal y un nuevo conservadurismo.

También es poco probable que a la audiencia en Dallas le moleste el hecho de que Hungría, liderada por Orbán, es puta de la Unión Europea, recaudando más fondos de la UE en términos de PIB que prácticamente cualquier otro estado miembro. ¿Les importará que Orbán transforme a Hungría en un «pilar» (usando sus palabras) de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China? ¿Qué hay de su obstinado rechazo a los esfuerzos de la UE para hacer que China rinda cuentas, como en 2016 en el Mar de China Meridional, en 2017 sobre la tortura de abogados chinos detenidos y sobre los abusos en Hong Kong?

¿Y qué decir sobre las políticas de Orbán en Ucrania? En el mismo discurso de Băile Tușnad, calificó las sanciones contra Rusia como un fracaso y pidió «una buena propuesta de paz» en lugar de «ganar la guerra». Durante gran parte del conflicto, hasta finales de julio, Hungría ni siquiera permitió el tránsito de ayuda militar occidental a Ucrania por su territorio. En un momento en el que otros países europeos están revisando seriamente su dependencia en la energía rusa, el gobierno húngaro buscó aumentar las entregas rusas de gas natural en los próximos meses enviando a su ministro de Relaciones Exteriores, Péter Szijjártó, en un viaje a Moscú.

El mismo ministro de Relaciones Exteriores consiguió la Orden de la Amistad de manos del Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, en diciembre de 2021, en un momento en que ya estaban en marcha los preparativos para la invasión de Ucrania. Fue en ese momento, además, que Rusia y Bielorrusia estaban organizando una crisis de refugiados en la frontera con Lituania y Polonia al traer en avión a posibles refugiados de Oriente Medio y luego instándoles (a menudo con amenazas de violencia) a cruzar a la UE ilegalmente.

Solo unas semanas antes de que Szijjártó recibiera su premio, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Hungría había sido «hackeado» por los servicios de inteligencia rusos, el FSB y el GRU, que obtuvieron durante un período prolongado de acceso completo a todos los sistemas y bases de datos del ministerio, incluido el funcionamiento de instalaciones seguras similares a SCIF en las embajadas húngaras de todo el mundo. No hubo ni una sola protesta del bando húngaro. Al contrario, el gobierno trató de encubrir y minimizar la situación, que estaba poniendo en riesgo no solo la seguridad nacional de Hungría, sino también la de los socios y aliados de Hungría en la UE y la OTAN, incluido Estados Unidos.

Los liberales (uso el término en su sentido clásico y republicano) aspiraban a un mundo en el que América fuera un ejemplo de democracia y prosperidad. Ahora, la derecha mira hacia países autoritarios del tercer mundo y quieren ser como ellos. Fijaos, por ejemplo, en la diatriba de Tucker Carlson anoche arremetiendo contra la visita de Nancy Pelosi a Taiwan (una de las MEJORES cosas que ha hecho Pelosi en su trayectoria política). Evidentemente, todo lo que necesita Tucker Carlson para pasar de ser un halcón contra China y pasar a vomitar la propaganda de la República Popular China es que Nancy Pelosi visite Taiwán. Lo que no entiende o no le importa es la idea de que la visita a Taiwán es para evitar una guerra. Es para dejar en claro que Estados Unidos apoya a la República de China en Taiwán y para recordarles a sus aliados en la región que EEUU se toma en serio sus compromisos. Las naciones anglo-protestantes, como dijo la gran Thatcher, son las únicas en el mundo que cumplen sus tratados y promesas.

Por eso los carniceros genocidas de Beijing están tan histéricos. No van a ir a la guerra por la visita del presidente de la Cámara a Taiwán. No lo hicieron en el pasado cuando lo hizo Newt Gingrich. China no tiene su flota de portaaviones, nuevos submarinos y aviones furtivos producidos. No tienen un gran número de barcos anfibios para un desembarco. No van a invadir Taiwán este año. Se están preparando para dentro de 10 años, cuando dominen el Pacífico. No solo están construyendo la Armada del Ejército Popular de Liberación, su guardia costera, la milicia naval y los transbordadores civiles, que pueden convertirse en transportes. La República Popular China busca socavar las alianzas estadounidenses. Esperaban destruir a la OTAN respaldando el intento de Putin de robarse a Ucrania y desalentar a nuestros aliados en Asia y en el Pacífico.

Si Nancy Pelosi se hubiera negado a ir a Taiwán después de prometer que lo haría, eso haría más probable una futura guerra. De hecho, le estaría diciendo a la República Popular China que podrían intentar simplemente poner un control absoluto sobre el comercio con Taiwán para obligarles a rendirse. Habría sido el equivalente a que en 1950 la administración Truman no indicara que lucharíamos por Corea del Sur. Los aislacionistas sucedáneos falsos siempre terminan poniéndose del lado de los enemigos de Estados Unidos y vomitando su propaganda. No me extraña para nada pues, que la «nueva» derecha de base en EEUU esté imitando los peores vicios de la política europea continental. Están imitando exáctamente lo que hacen los partidos aislacionistas y fascistas del continente europeo. Por eso, como bien dijo el pastor de mi iglesia el pasado domingo, los que realmente defendemos la libertad, la fiscalidad responsable, el orden público y la seguridad internacional así como la Constitución, no tenemos hogar político actualmente. Quizá sea realmente cierto eso de «nuestro reino no es de este mundo».

Mucho se ha escrito sobre la trayectoria «intelectual» en la que se encuentra el movimiento conservador estadounidense. Es difícil pensar en un hecho que ilustre su estado actual mejor como esto. El hecho de que una fracción significativa de gente de mi partido, gente que en muchos casos se denomina «conservadora» y hasta republicanos influyentes abiertamente promueven un régimen que se define cada vez más por la paranoia y el racismo nacionalista tan típico del continente europeo, es prueba de que, sin duda, les importa un pimiento la política nacional de EEUU y el interés de la seguridad interna y externa. En este blog, llevo más de una década denunciando la dirección del Partido Republicano en EEUU. Un movimiento que se define cada vez más no por principios políticos tangibles, ni por las verdades fundamentales de los valores cristianos occidentales, sino por el odio hacia el otro bando (sin importar cuán depravado o defectuoso puedan ser sus «aliados») fracasará definitivamente. Mi única esperanza es que Estados Unidos y su posición en el mundo no se dañen demasiado en el proceso.


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