Revista Viajes
Disertaciones hechas sobre el fascinante monasterio, me centro ahora en la idílica villa medieval que lo acoge. En torno al complejo monástico los más oportunistas han plagado el lugar de terrazas estivales, tiendas, comercios, cafeterías… toda una ristra de acicates para atraer y embaucar al visitante. Saliendo de esta vorágine consuetudinaria en los meses de verano y fiestas puntuales, hay una Guadalupe interior sumamente interesante que pasa casi desapercibida entre las angosturas de las calles empedradas. Son rincones románticos tremendamente fotogénicos, que van apareciendo jalonados cuando cruzo las diversas puertas de arco que me acercan al núcleo más veraz de Gudalupe.
Este es el reino del silencio perpetuo que se rinde ante las casas porticadas, con preciosos balcones y un aluvión botánico que recuerda en lozanía y prodigalidad a los célebres patios cordobeses.
Si hemos llegado hasta aquí, debemos acercarnos hasta la Plaza Gil Cordero, cuyo nombre alude al pastor que, según la leyenda, tuvo un encuentro con la Virgen y ésta le indicó donde se hallaba enterrada una imagen suya. Hay unas bonitas panorámicas desde el mirador del Parque de la constitución.
CASA DEL PASTOR GIL CORDERO QUE ENCONTRÓ LA IMAGEN DE LA VIRGEN DE GUADALUPE
Para no caminar en vano como un errabundo sin mayor propósito que seguir a ciegas una senda, es una buena opción “adscribirse” a las encantadoras rutas señaladas a través de las puertas de arco que daban acceso al corazón más auténtico de Guadalupe.
Y para culminar esta jornada, nada más recomendable que parar a tomar algo en el bonito café Atrium, muy cerquita del monasterio y del también recomendable hostal Alfonso XI. Se trata de un local rústico-romántico con un buen servicio al cliente y que combina las funciones propias de una cafetería al uso con las de una pastelería, también al uso.CAFÉ ATRIUM