1. “Villa Excélsior” es como una aparición cuando, de repente, la ves. Tan imponente, tan solitaria, tan abandonada y tan ruinosa como está. “Villa Excélsior” de Luarca, es el palacete de un indiano exagerado. Mucho más que un palacete indiano al uso. Un capricho millonario desproporcionado al que hoy se le escuchan los estertores últimos de su existencia, porque se cae a pedazos. Porque no le queda mucho y sucumbirá, a menos que alguien -o algunos- lo remedie de inmediato.
2. La propiedad de “Villa Excélsior” la mandó construir Manuel Méndez de Andés en 1912, nacido en Valdepares.
Manuel había heredado de su tío, también llamado Manuel Méndez, la formidable fortuna que éste había hecho en la Argentina, emigrado en 1858, al establecer una próspera industria de tabacos en el año 1874 llamada “La Abundancia“.
“La Abundancia” fue el profético nombre que el indiano Méndez de Andés había dado a su exitosa industria. Y los cigarrillos triunfadores se llamaron “Excelsior”, buscados por todos los fumadores iniciados de Buenos Aires y más allá de la capital -¡qué paradoja!-.
Manuel Méndez de Andés y Társila Blanco junto con dos de sus hijas. La foto debió de hacerse en la primera década del siglo XX. (Foto: “El Jardín de Villa Excélsior“, Zanobbi, 2011)
3. El sobrino, que había emigrado con la excusa de ayudar a su tio, acabó heredando una vez fallecido éste sin descendencia, un enorme patrimonio que incluía los importantes negocios de ultramar. Manuel Méndez, el sobrino heredero, dueño ya de los derechos y de las propiedades, desde la muerte de su tio en 1897, en uno de sus retornos a Asturias, ya casado con la, también asturiana, joven de buena familia Tarsila Blanco Abella y ya con hijos, se hizo con unas tierras en Luarca y recurrió al arquitecto de prestigio Manuel del Busto, autor del Casino de Luarca y de otras obras de renombre, y mandó a construir un palacio para él y su familia. Algo más que habitual entre los indianos que regresaban al terruño después de hacer fortuna.
Manuel Méndez de Andés. La foto debió de hacerse en la primera década del siglo XX. (Foto: “El Jardín de Villa Excélsior“, Zanobbi, 2011)
Társila Blanco. La foto debió de hacerse en la primera década del siglo XX. (Foto: “El Jardín de Villa Excélsior“, Zanobbi, 2011)
4. La finca, “Excelsior”, la de Manuel Méndez, el sobrino, no reparó en gastos. El arquitecto fue el mejor; el maestro de obras, “Manolín” de la Castellana, también el mejor. El autor del proyecto, del Busto, destacaba en su momento por sus obras, encasilladas en un estilo llamado técnica y peyorativamente “retórico”, por su eclecticismo, su empaque y por la profusión de elementos decorativos, algo recargados y siempre excesivos.
En 1912, en los alrededores de Valdés, en toda Luarca, “Villa Excélsior” era la más grandiosa, la más llamativa y la más bonita de las villas. Era la villa de moda, a la que toda la burguesía local quería ser invitada. “Villa Excélsior” era, y todavía sigue siéndolo, un espacio excepcional. Una finca dominada por la arquitectura extraordinaria del palacete y rodeada por exquisitos jardines y por las sólidas construcciones aledañas.
Familia Méndez de Andés Blanco en los años 30 del siglo XX. Aparecen de izquierda a derecha Tarsila hija, Rosa, Tarsila madre (de pié), Fernando, Manuel y, delante, la pequeña Raquel. (Foto: (Foto: “El Jardín de Villa Excélsior“, Zanobbi, 2011)
5. La obra de Manuel del Busto mezcló diferentes elementos historicistas que recordaban a la arquitectura del medioevo, el clasicismo y el modernismo, interpretándolas como una sola y única, asumiendo los defectos y las exageraciones. Destacan en el edificio, con una planta rectangular de 600m2, las galerías, balcones, porches, terrazas, cubiertas y, especialmente, las ventanas multiformes, que no atienden a especial tendencia peero que imponen por su grandilocuencia.
En el interior resaltaba la grandiosa escalera de marmol con balaustradas de madera tallada que conducía, como en los grandes palacios del siglo XVIII, a las estancias superiores y de mayor rango. Los corredores decorados en maderas de calidad, los ventanales, las cristaleras policromadas, las forjas exquisitas, daban muestra del poder económico de la familia… Y todavía había más.
“Villa Excélsior”, fue la villa de moda durante la década de 1900 en la comarca de Valdés, en el Villar, y más allá. Más allá, hacia el oriente, que es donde se encontraba el poder político y social.
Villa Excésior en 1912, recién construida por la familia Mández de Andés Blanco en el Villar de Luarca.
6. Tanto la arquitectura como el mobiliario interior de la villa buscaron el máximo de lujo y de modernidad. por eso, para la decoración de la mansión se recurrió a decoradores ingleses a la última en tendencias. Muebles de caoba, pianos repartidos por todas las habitaciones, caballerizas de lujo reconvertidas en inmensas cocheras, etc.
En el exterior los jardines superaban con creces a los de cualquier mansión indiana de Asturias, por lujosa y pretenciosa que ésta hubiera sido. El jardín tenía caminillos sembrados de begonias, petunias, claveles, pensamientos, dalias, nardos y grandes hortensias multicolores, que acababan en una placita con una fuente adornada por columnatas jónicas y glicinias derramándose. Había, además. repartidas por toda la finca, especies mayores como palmeras de Whasington, cedros del Himalaya, cipreses, plátanos falsos, tilos, falsas acacias y acebos; además de especies frutales como melocotoneros, albaricoques o ciruelos. También arbustos como rododendros de tres colores, buganvillas, rosales trepadores, jazmines y “trompetas de Virginia”. Un vergel, sin ninguna duda.
Postal de la primera mitad del siglo XX con imágenes de las “casas de indianos”, construidas en el Villar de Luarca. Foto: (Foto: “El Jardín de Villa Excélsior“, Zanobbi, 2011)
7. En 1912, Manuel Méndez de Andés, dueño y señor de su nueva posesión. la flamante casa “Villa Excélsior”, vuelve a la Argentina para atender sus negocios. Los viajes se repetirían en lo sucesivo. En “Villa Excélsior” seguían viviendo su mujer y sus seis hijos.
A pesar de sus constantes viajes a América para atender los negocios, éstos cada vez fueron a menos. Seguramente, por la falta de habilidad en su administración, y por la desmesura en el gasto particular, Manuel Méndez de Andés, fue perdiendo fuelle. Y la a fortuna de este indiano de segunda generación cayó en declive y los negocios, con la Guerra de 1914, se desplomaron. El desastre llegó con su fallecimiento en un accidente marítimo durante una de sus visitas a Asturias desde la Argentina.
Finales de los años 20 del siglo XX. Familia Méndez de Andés Blanco. De izquierda a derecha:. De pie: Rosa, Tarsila madre (Tarsila Blanco), Tarsila hija, Isabela (hija de una hermana de Tarsila Blanco), Diego Camazón (marido de Esther, muerto en accidente de avioneta en 1931).
Sentados: Fernando, Raquel, Manuel y Esther. (Foto: (Foto: “El Jardín de Villa Excélsior“, Zanobbi, 2011)
El dinero no llegaba ya a la villa de Luarca y la falta de atención al edificio durante varias décadas fue marcando su decadencia. Las viejas amistades que tanto disfrutaban de sus veladas en la mansión se fueron distanciando de la familia. Aún así, Marsila, la viuda de Manuel, el testimonio de aquella grandeza indiana, nunca abandonó sus aires señoriales y, hasta el final, mantuvo consigo a su criada y convocó con timidez a la aristocracia local a sus elegantes fiestas. Eso sí, siempre acompañada de sus cuatro hijas e hijos: Esther, Raquel, Mª Rosa y Tarsila Manuel y Fernando.
Esther Méndez de andés Blanco en Villa Excelsior. Años 20-30 del siglo XX. (Foto: (Foto: “El Jardín de Villa Excélsior“, Zanobbi, 2011)
8. La mayor parte de la descendencia de Manuel Méndez de Andés y de su esposa Marsila -hijos, nietos- se mantuvo ligada a la comarca de Valdés , lo que no evitó que trás la ruina y muerte del indiano la propiedad se diseminase de tal modo que los nuevos propietarios no fueran capaces de hacer frente a los gastos inherentes al mantenimiento y dejasen la propiedad sumida en el abandono. Y del abandono a la ruina hay solo un paso. Y si nadie lo remedia el paso es corto y fulgurante. Incluso podría no dejar rastro si el edificio desaparece, pues la memoria también se desvanece velózmente.
Uno de los salones de Villa Excélsior, amueblado con lujo a la moda de los primeros años del siglo XX. La foto, probáblemente sea de los años setenta del siglo XX. (Foto: “El Jardín de Villa Excélsior”, Zanobbi, 2011)
La misma salita de la fotografía de arriba. Ha perdido totalmente el forjado del piso. (Foto: “El Jardín de Villa Excélsior”, Zanobbi, 2011)
Uno de los salones principales de Villa Excélsior, donde destaca la elegante mesa de billar. La foto, probáblemente sea de los años setenta del siglo XX. (Foto: “El Jardín de Villa Excélsior”, Zanobbi, 2011)
9. Villa Excélsior en 1984, por Maruja Torres
Maruja Torres escribió en 1984 -hace dos días- un estupendo reportaje que llamó “Locura de indianos” y que publicó El País Semanal -entonces sin tilde-. El Bolg de Zenobbi, El jardín de Villa Excélsior, en el que se basa casi toda esta entrada, lo recuperó y lo publicó en 2011. Transcribo aquí la parte del texto referida a la casa y a la su entonces única habitante Esther Méndez de Andés Blanco.
“…Y hay casas tremendamente alicaídas, como Villa Excélsior, en Barcellina, Luarca, en donde alguien vive aún, como un vaho aliento del ayer perdido. Esther Méndez de Andés, que tiene 83 (¿?) años y un rostro de facciones finas en el que destacan sus ojos todavía adolescentes, está sola en la casa familiar. Viste una bata de boatiné a la que el mucho uso ha sacado bolitas peludas y calza zapatillas de paño azul a modo de chancletas. En su cuello se mueve un insecto torpón, sin duda procedente del jardín en el que ha estado trabajando con unas tijeras de podar. El inmenso jardín de Villa Excélsior fue ejemplar en su tiempo –“obra de Múgica”, dice ella, con orgullo-, pero ahora es una selva desencadenada en donde las palmeras, algunas traídas del Sáhara, otras de América, conviven con los sicomoros, sequoias, magnolios y un mar de hiedras y desordenados matojos. Hay hasta un cedro del Líbano, porque el padre de doña Esther, don Manuel, quiso que su palacio asturiano tuviera de todo y por lo grande.”
Villa Excélsior en 1984. Foto perteneciente al reportaje “Locura de indianos” firmado por Maruja Torres y publicado por El país Semanal.
“Doña Esther convive ahora con los restos de la magnificencia, retratos de sus antepasados, divanes Chesterfield que muestran los fuelles bajo las cerraduras, y el retrato de un caballo, Asturiano, que perteneció a la cuadra de su padre y ganó el Gran Premio de Buenos Aires. La mesa de billar –inexcusable en cualquier mansión indiana que se preciara- está cubierta por un gran sudario, y desde alguna parte de la casa llega el goteo de una cisterna rota. Doña Esther nos advierte que no abramos las ventanas para las fotos, “porque los postigos y las persianas no funcionan, se nos quedarían en las manos”. Así, con luz eléctrica en pleno mediodía, doña Esther pasa vivaz revista a una existencia en la que hubo fiestas suntuosas, dinero y pasión: fábricas de cigarrillos –precisamente, Excélsior- en Argentina, donde ella nació; puesta de largo en el casino de Luarca; matrimonio con un apuesto juez; viudez prematura al estrellarse la avioneta en que él viajaba, y un lento envejecer sin hijos en el que hasta pasó por la bomba de la cafetería California de Madrid, salvándose por los pelos tras permanecer unos días en coma”.
“…doña Esther pasa vivaz revista a una existencia en la que hubo fiestas suntuosas, dinero y pasión: fábricas de cigarrillos en Argentina, donde ella nació; puesta de largo en el casino de Luarca; matrimonio con un apuesto juez; viudez prematura al estrellarse la avioneta en que él viajaba, y un lento envejecer sin hijos…”
Villa Excélsior en 1984. Foto del reportaje “Locura de indianos” firmado por Maruja Torres, publicado por El país Semanal. A la izquierda, sentada, Esther Méndez de Andés Blanco, la última habitante de la mansión de Valdés. En el centro, la mesa de billar.
“A veces se siente sola, pese a los recuerdos, en este enorme palacio acastillado digno de Jane Eyre o Rebeca, en el que únicamente funcionan, más mal que bien, algunas habitaciones. Y tiene frio en invierno. Sin embargo, doña Esther se arregla todas las tardes primorosamente, y los vecinos la ven hacer a pie el buen kilómetro que la separa del casino, en donde una vez bailara el vals, y que ahora le proporciona unas horas de distracción jugando al bingo. De cuando en cuando va a Madrid, en lo que ella llama mi casa, un hostal de la calle de la Libertad, cerca del cual, una noche, un tipo de le acercó ofreciéndole heroína. Nada escandalizada, superviviente, doña Esther le sonrió con sus ojos cándidos y le dijo: “Pues mire, yo no uso, no tengo dinero, pero le deseo mucha suerte en su negocio”. Los cinco hermanos de la señora no quieren que la casa salga en los periódicos, por miedo a Hacienda, y ella insiste en que quede constancia de que Villa Excélsior es una pura ruina, al tiempo que nos despide dulcemente, todavía con las tijeras de podar en la mano y el insecto torpón en el cuello…” (“Locura de Indianos”, Maruja Torres, El País, 1984. Ver Blog “El Jardín de Villa Excélsior“)
Villa Excélsior en 2007. (Foto: Enrique F. Rojo)
Imagen aérea de Villa Excélsior, 2012. (Foto: http://www.futurhobby.com / A. Díaz)
Villa Excélsior, 2011. (Foto: “El Jardín de Villa Excélsior”, Zanobbi, 2011)
Cocina de Villa Excélsior. (Foto: “El Jardín de Villa Excélsior”, Zanobbi, 2011)
Uno de los salones de Villa Excélsior, totalmente destrozado y saqueado en 2011. (Foto: “El Jardín de Villa Excélsior”, Zanobbi, 2011)
Losa hidráulica en una de las estancias de Villa excélsior, en 2011. Las plantitas que asoman entre las llagas se apropian de las flores del diseño del suelo y las hacen suyas. (Foto: “El Jardín de Villa Excélsior”, Zanobbi, 2011)
Villa Excélsior. Aspecto del salón principal, despojado de todo su mobiliario, salvo de la mesa de billar, en el centro. (Foto: “El Jardín de Villa Excélsior”, Zanobbi, 2011)
Villa Excélsior en 2011. Una de las estancias de la planta baja desprovista del forjado del piso, del enfoscado de las paredes y con el cielo raso de cañizo destrozado. (Foto: “El Jardín de Villa Excélsior”, Zanobbi, 2011)
Referencias.-
El jardín de Villa Excélsior (Web monográfica sobre la casa, ampliamente documentada que incluye muchos datos, videos y fotografías de diferentes épocas. Imprescindible)
“Villa excélsior de Luarca, palacete indiano de una belleza singular“.
Reportaje de Noviembre de 2008 publicado en la Voz de Occidente y firmado por David Piñeiro Fuentes. (Se puede leer en la Web “El Jardín de Villa Excélsior“, que lo ha escaneado)
Video histórico de la casa en Youtube