Muy elegantes encuentro los edificios que abrazan todo el complejo de la calle de la universidad. Merece la pena pasar a admirar los recintos neoclásicos, gestadores de nuevas mentes iluminadas. Es el día de la graduación. Hay gente por todas partes, vestidos como para asistir a una gala nupcial.
Me adentro ahora en la iglesia de San Juan, allí mismo. Me saluda un fascinante retablo barroco, las habituales molduras blancas ornamentales y unas columnas blancas imponentes. Bustos, estatuas y luz virginal.
Abandono la universidad para caminar por la calle más antigua de la ciudad, Pilies. Ya que estamos por aquí, es buena opción visitar el Museo del ámbar. Puedes admirar simplemente o comprar alguna de las piezas que se exhiben u ofrecen al mejor “postor".
Una de las paradas que me esperan ahora está más allá de la calle Sv.Mykolo. Ahí mismo, en Maironio 8, aparece ya la iglesia de Santa Ana (1495). Se trata de una estructura bastante bonita y elegante construida por Benedikt Rijt en estilo gótico mudéjar.
Color oscuro y "piel" de ladrillo. Este templo es uno de los símbolos de la ciudad. Considerada, y no es de extrañar, una de las más bellas de Vilnius. Tan fascinante por fuera como por dentro. Quienes adoramos el barroco quedaremos más que epatados con los ornatos barrocos. Ya llegando a la plaza de la catedral izó la mirada para ubicar al personaje ínclito que la ocupa.
Se trata del héroe que doblegase a los infatigables otomanos y fundase la ciudad en 1345: Gedeminas. De su muralla de siete puertas queda ahora una torre defensiva.
CATEDRAL DE SAN ESTANISLAO Y LADISLAO
Una de las joyas de este viaje bien podría ser la fantástica catedral de San Estanislao y Vladislao. Se encuentran las primeras referencias ya en el siglo XIII, en tiempos de Mindaugas. Devastación, ruinas e incendios la demolieron en diversas ocasiones. El duque de Jogaila la erigiría de nuevo en 1387. La catedral es bonita a rabiar, y descollante es la capilla de San Casimiro (erigida en tiempos de Segismundo Vasa,1623-1636). Como viene siendo habitual, aluvión barroco, molduras blancas imponentes, ornato exuberante que no deja "tabique" al descuido.
Gran cantidad de mármoles rojos, verdes, blancos, y los tremendos frescos de Ángel Palloni.
Aquí reposan, en esa calma que otorga la eternidad, los restos de Alejandro I y las esposas de Segismundo II: la reina Elizaveta de Habsburgo y Bárbara Radziwill. Sobre la capilla, algún apunte más. El sarcófago tan venerado y visitado aquí pertenece a San Casimiro, una maravilla trabajada con la excelencia de los artesanos Mateo Castello,Sebastián Salloy y Constantino Tencalla.También acompaña en ese viaje sin retorno el corazón, dentro de una urna, del regente Vladislao IV Vasa. Todo es claror dentro de esta iglesia, color, ornato abigarrado. Al salir por la puerta de la misericordia tengo la impresión de admirar un típico templo griego con su atrio, frisos, tonos albos...
Salgo ya al encuentro de los parques verdes de la ciudad, bicis por todas partes, gente que curiosea tras los escaparates de alguna tienda... Es precioso el curso del río Neris (500 kms).
COLINA DE LAS TRES CRUCES. (ACTUALMENTE HAY UNAS 100.000)
Acabo la jornada con la visita peregrina a un lugar de lo más singular, dotado de una belleza entre tétrica y hermosa. La colina de las tres cruces se avista desde lejos. Toneladas de cruces de todos los tamaños y tipos forman un laberíntico dédalo de crucifijos enhiestos, tumbados, sepultados, ocultos, integrados en una maraña abigarrada de madera y otros materiales. En medio de un erial se halla este lar de peregrinos, devotos, curiosos, visitantes...
La primera documentación manifiesta se halla en el año 1850, si bien ya en 1831 comenzó la gestación de cruces en memoria de los muertos y desaparecidos. La cosa fue a más tras la insurrección popular del año 1863. Desde entonces el volumen ha ido creciendo sin mesura. Devotos, creyentes, "plantaban" su cruz en memoria de algún ser querido, plegarias, ruegos, preces, y la cruz que portaban como testigo de aquella visita que ya se convertía en tradición. El papa Juan Pablo II visitó este lugar en 1993 y ofició una misa en la capilla de la colina.