Bodegas Noroeste de La Palma, que comercializa sus vinos con la marca Vega Norte, ha acordado en una asamblea extraordinaria de sus socios, con cincuenta y seis votos a favor y uno sólo en contra, integrarse en la Denominación de Origen Protegida (DOP) de Vinos de Calidad de Canarias. Esta DOP permite la movilidad de la uva entre todo el archipiélago, rompiendo el carácter insular o comarcal de las Denominaciones de Origen Protegidas existentes hasta el momento. Un invento que permite elaborar vino a quien no tiene viña o en un lugar en el que este cultivo es inexistente bajo el sello de esa DOP regional contradictoria y ofensiva contra el resto de DOP de Canarias al integrar en su título el concepto “calidad”, pues habría que preguntarse si el resto de DOP existentes en cada isla o comarca no representan vinos de calidad. Su enunciado parece que engloba a los vinos de calidad de toda Canarias, a los de “primera división”, lo cual no es así, provocando confusión y agravio.
La referida bodega justifica su decisión en la escasa vendimia de este año, lo que según sus cálculos provocaría que en cuatro meses venderían toda la cosecha de 2013. Ante la falta de uva han decidido comprarla en Tenerife y elaborar el vino en La Palma acogiéndose a la DOP de Vinos de Calidad de Canarias, lo cual es absolutamente legal. Legal pero de difícil justificación. La bodega lo justifica en que perderían cuota de mercado al no poder cubrir la demanda más de cuatro meses y en un beneficio a sus socios pues en época de excedente podría colocar la uva fuera de la isla. Argumento este último tan bello como iluso. En Tenerife se prevé recoger más de cinco millones de kilos y es precisamente de esa isla de donde se importará la uva por lo que parece difícil que cuando en La Palma sobre uva no vaya a suceder lo mismo en las demás o que tengan necesidad de comprar fuera lo que en cantidad tienen en casa. Para el resto de islas los gastos de transporte y el tamaño de sus bodegas creo que hacen inviable que tal hecho suceda.
El acuerdo es tan surrealista como pensar en que la DOP Rioja traerá uva de Ribera de Duero. Las Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) e Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP) constituyen el sistema utilizado en nuestro país para el reconocimiento de una calidad diferenciada, consecuencia de características propias y diferenciales, debidas al medio geográfico en el que se producen las materias primas, se elaboran los productos, y a la influencia del factor humano que participa en las mismas. De esta manera nos estamos cargando la DOP La Palma.
Una regla básica del mercado es que cuando la demanda es mayor a la oferta, para alcanzar el equilibrio se eleva el precio, algo de lo que nuestros agricultores tienen conocimiento práctico, normalmente por sufrir la bajada de los precios. Parece más razonable esta medida que hacer más botellas con uva de fuera y así alcanzar las unidades previstas. Cuando se entiende el vino como una producción de botellas sin importar cómo se ha elaborado su contenido, nos encontramos ante prácticas que pueden ser el inicio del fin porque es una buena manera de confundir al consumidor ya que si éste busca vino de La Palma quiere vino hecho en La Palma con uva cosechada en La Palma. Lo otro es vino de ningún lado.
En Tenerife y Lanzarote la cosecha de uva se ha incrementado respecto al 2012. La Palma hace cuatro o cinco años se acercaba al millón y medio de kilos. La cosecha 2012 alcanzó en torno a setecientos cincuenta mil kilos y en el presente esa es la previsión antes de la vendimia. El optimismo previo junto con el dato del año pasado y la decisión de la SAT Bodegas del Noroeste que prevé una merma de dos tercios respecto a la cosecha anterior hacen pensar que difícilmente se alcanzarán los seiscientos mil kilos. Sirva como comparación que Lanzarote ha recolectado más de dos millones de kilos, pagando las bodegas a los agricultores el kilo de uva blanca a 1,80-1,90 euros, cuando por aquí la pagan aproximadamente a 0,75, precio común en los últimos años o siempre. La escasa rentabilidad para el agricultor palmero es probablemente la causa de que se caiga en la tentación de importar uva al irse abandonando la superficie cultivada. A este ritmo no tendremos ni viticultores, ni viña pero sí alguna bodega, momento en el que daremos vivas al desarrollo sostenible. Y advierto que sin viña el paisaje insular cambiará notablemente por lo que no es una cuestión reducida al interés de quienes producimos o bebemos vino sino que concierne a todo aquel que sienta la isla. Un dato más que ahonda en la depresión palmera.
El lamento es mayor cuando tal decisión ha sido tomada por la bodega que más premios ha conseguido traer en los últimos años para nuestra isla. Por mi parte no me cabe duda que colaboraré en que sus vinos se alarguen en el tiempo y no desaparezcan del mercado antes de carnavales pues se me abre una ocasión propicia e inmejorable para conocer nuevos caldos de otras bodegas palmeras o seguir intimando con los ya conocidos. Espero volver a encontrarnos en la cosecha 2014. Hasta entonces mi reconocimiento a la única persona que votó en contra del acuerdo. Invitado está a un vino que no sea de su bodega.