Palabra
que procede del yidish (judío o hebreo)-, significa “puro”. Y es
el término con el que se designan los alimentos y bebidas elaborados
según los requisitos de la religión judía.
Todo
el proceso de cultivo, cuidado de las cepas, la cosecha, la
elaboración, la crianza e incluso el embotellado debe ser
supervisado por una persona cualificada, por lo general, el rabino.
Alguna
de las condiciones que se deben cumplir son que la viña debe contar
con una edad mínima de cuatro años; la vendimia tiene que ser
manual, selectiva y escrupulosa, aceptando sólo uvas sanas, enteras
y en estado óptimo de maduración; sólo el rabino puede realizar la
manipulación y el prensado, la vinificación sólo se puede realizar
en cubas de acero inoxidable.
Las
botellas deben ser nuevas y de fabricación supervisada, que el
rabino marcará con el sello Kosher que acredita su elaboración.
En
realidad, el vino Kosher no tiene diferencias importantes en cuanto a
sus técnicas de elaboración o variedades, la importancia radica en
la comprobación y la certificación del rabino que el vino ha
cumplido los requisitos exigidos para la elaboración Kosher.