El nombre evoca tiempo lejano, de las épocas en que poco se tocaba el mosto una vez que las levaduras comenzaban su trabajo. Tiempos en que las intervenciones en la bodega casi no existían y lo que la botella encerraba finalmente era el resultado de la tarea obstinada y fundamental del viticultor, y lo que el año trajese en suerte, instando a los dioses a que dispongan agua y sol en dosis adecuadas. Esos vinos eran otra cosa, ya casi no existen, a punto estuvieron de esfumarse definitivamente…
Pero si tras el progreso, que se lleva las tradiciones por delante, hay algo bueno es que en algunas personas despierta esa rebeldía necesaria para escapar a las recetas actuales, empujándolos a volver a atrás, retomar las tradiciones y mixturarlas de buena manera con la vitivinicultura actual. Para recordar tiempos mejores, más sanos, menos impulsivos… tiempos de vinos más puros y auténticos.
Uvas Mencia de Adegas y Viñedos Lareu sobre el Río Miño. Sabadelle, Chantada.
Esa es la esencia que Primitivo Lareu intenta transmitir a sus vinos, que son, en nuestra opinión, pura expresión de una Ribeira Sacra sin maquillaje. Trabaja el año entero en sus viñas recostadas sobre los bancales del Río Miño. Su viticultura es prácticamente orgánica, salvo en aquellos años indisciplinados que suele traer Galicia. No utiliza químicos y tanto los tratamientos como los abonos que utiliza son totalmente naturales, elaborados a base de hierbas del lugar. Si hasta utiliza ramas gruesas de castaños para tensar los alambres en que descansan las vides, por el simple hecho de no romper con la armonía del paisaje. Su vida son las viñas, es feliz en ellas.
Su hacer es como el de antes, primitivo. Elige en qué momento vendimiar cada finca (4 has. en total), y decide qué cosecha y qué se queda. Y así, cuando la uva llega a la bodega el camino transcurre con más tranquilidad, con el cuidado que necesita y sin artificios.
Cada tanque de inoxidable se llena con el fruto de una tierra diferente (pudimos probar distintos tanques cuando lo visitamos unos días después de la vendimia, y las diferencias entres las pequeñas fincas ya era increíble. Algunas expresaban pura fruta fresca, otras notas más herbáceas, otras solo piedras). Su SABATELIUS xoven es una mixtura de fincas de la Ribera del Miño. Tras una maceración en frío de algunas horas y una fermentación inicial de pocos días en contacto con los hollejos, las levaduras indígenas terminan solas de fermentar con el objetivo de no perder esos aromas exquisitos que ofrecen estos lugares. Su SABATELIUS CARBALLO tiene solo lo mejor, fermenta de manera completa con los hollejos y luego descansa en maderas francesas usadas hasta el próximo año.
También elabora dos blancos a base de Godello y Treixadura con la misma simpleza. Fermentando uno de ellos en barricas…
SABATELIUS BLANCO 2012
(60% Godello – 40% Treixadura)
Frutado intenso en nariz. Aromas dulces como a piña, peras, duraznos blancos. Marcadas notas minerales y fresco. En boca es franco y muy frutal. De amable paso por el paladar, con acidez media y final levemente dulce. Un blanco sencillo, fresco y rico.
SABATELIUS Mencía 2012
En nariz es pura Ribeira Sacra. Una hermosa mixtura de aromas a tiza, tierra, frutos negros y rojos, monte y notas lácticas. En boca resulta muy fresco, frutal y con hermosas notas minerales. De cuerpo medio, ligero y expresivo. Uno de los tintos jóvenes que más nos conmovieron de la Ribeira Sacra el pasado viaje. No hay nada raro…solo terruño. Nos trajimos una botella a Argentina que pronto destaparemos.
SABATELIUS CARBALLO Mencía 2012
Color rojo picota de capa alta. Nariz profunda. Frutos negros, pizarra, grafito, tiza y madera en dosis adecuada. Complejo, intenso. En boca tiene más peso que su hermano menor (aquí viene una selección de los mejores bancales), pero es sedoso y de paso ágil por el paladar. Resulta fresco, con una nota a menta muy presente, y buena dosis de frutos negros y madera que se integrará mejor aún en unos meses. Un tinto con crianza que tiene fruta y futuro. Acidez y terruño. VI-NA-ZO!
En poco tiempo saldrán unas pocas botellas de un blanco fermentado en barricas que tuvimos la oportunidad de probar y está realmente bueno!
Y se nos fue la tarde… Mientras afuera llovía, adentro se daba uno de esos momentos amigables e inolvidables…, de esos que no se pueden programar, charlando y degustando junto al calor de una hermosa lareira (cocina tradicional galega). Hablando de vinos, hablando de la vida… disfrutando de la buena compañía de un “Primitivo” viticultor. Boa xente, si señor!
Gracias por leernos,Salute, Rumbovino.