¿Y quién estaba allí? Pues mira, el juez pretendidamente aséptico e independiente; la fiscal “defensora de la sociedad”; el “militante consciente” de la oficina del defensor de la víctima del delito; el cámara de TV desconsiderado que situó sus bártulos en medio del aforo del público pudiéndolo haber hecho detrás de todo o junto a un pilar en cualquiera de los lados para no molestar; el padre indignado porque su hijo había sido acusado falsamente por su exmujer; el político de turno que se deja ver para “sembrar” votos; el Colegio de abogados que también quería estar presente; un 80% de mujeres, lo demás hombres (¿); ¿algún despistad@?... personas todas interesadas en la cuestión. Para unos violencia de género, para otros violencia machista, para mí violencia familiar como una parte de la violencia social. Un drama humano.
Casi todos en busca de la protección y defensa de la parte más débil. Pocos interesados realmente en comprender el fondo del problema y hacer verdadera justicia. Muchas víctimas, incluidos los niños. Demasiados a la búsqueda de que no les incomoden estos problemas. En definitiva: Alarma social, pero para los figurantes. Porque aquí hay un problema. Pero… ¿quién nos lo ha dicho? Los medios. Y esto es lo malo; esto es lo que al fin y a la postre interesa a nuestra sociedad hipócrita: Evitar el escándalo para que no nos salpique. Y luego, en cualquier caso, presionados por las voces críticas, castigar al agresor. Porque aquí sólo hay agresores y agredidas, parece; porque aunque estadísticamente sea así, no se debe pasar por alto “lo no significativo”. ¡Que se trata de personas!
Trine Sejthen, Dinamarca (La violencia no siempre es visible), ganadora del primer lugar.
Que el hombre y la mujer son diferentes en la igualdad, es evidente. El problema es que en la práctica aún no son iguales; pero hay diferencia, claro que la hay, y mucha. La mujer y el hombre son las dos caras de una misma moneda: La especie humana. Cuestiones meramente fisiológicas producidas por el sistema endocrino configuran seres con características distintas. Las mismas hormonas generadas hacen que unos sean más agresivos que otras. Que mientras unos parecen más burdos, otras puede que sean más refinadas, más sutiles. Que nadie pierda de vista que esto es una abstracción general: Hay excepciones por todos los lados.
Pero esto sería intentar comprender, aproximarse al otro; ponerse los zapatos de tu pareja y caminar un poco con ellos. Claro, todo esto es consecuencia de una sociedad inmadura, hipócrita, pragmática… todo esto no interesa. Lo que se pretendía hasta ahora era que los “trapos sucios” se “limpiaran” en familia. Esto ha producido un montón de desavenencias, injusticias y barbaridades desde que el Ser Humano comenzó a tener algo de eso, de humano. Que nuestra sociedad es machista es evidente, a poco que te pares un poco a mirarlo. La mujer ha dado un paso de gigante en los últimos cincuenta o sesenta años. Ha estado sojuzgada y reprimida durante miles y miles de años. Demasiado rápido, pudiera ser; pero es que era acuciante.
Las culturas (esas grandes pero necesarias e inevitables maquinarias) nos han ido “configurando”, a todos. La religión al uso nos moralizaba y ponía a cada uno en su sitio, todo para evitar conflictos. La madre que había sido educada por la abuela, sometía ahora a su hija y le indicaba cual era el rol que tenía que seguir. Algunas “desnaturalizadas” se pasaban al otro extremo y “llevadas de su ignorancia”, cometían a su vez más barbaridades, lo que acababa justificándolo; no es que se quejaran de la injusticia, no, claro. Todas reforzaban el rol del hombre, le ensalzaban. Salvo contados casos, la cosa se dirimía en la intimidad. Desde fuera se sabía, pero se callaba. Era eso lo que tocaba hacer. Pero ahora, si una muerte aparece en los medios…
Una sociedad le dice al hombre (y a la mujer) que encontrará su pareja y vivirán juntos, con fidelidad mutua; les hacen construir proyectos, ilusiones. Un hombre o una mujer se encuentran con que “su mundo” se derrumba cuando el proyecto se hunde. Un hombre incapaz de reaccionar a una nueva situación le lleva a matarla y a suicidarse. Desgraciados unos y otros; mientras los más capacitados quizás de la sociedad, escapando de la situación de manera pragmática: “Si luego se suicida, un problema menos”.
¿Quién ayuda? ¿La madre? ¿El abogado que aconseja mal (o bien)? ¿El juez que contemporiza y toma medidas cautelares? ¿La fiscal que teme que la cosa pueda acabar mal? ¿El sacerdote ignorante? ¿El psicólogo profesional? ¿La tercera persona involucrada?
Primero los generamos, los configuramos, los echamos al mundo… y luego nos lavamos las manos diciendo: “Quien la hace la paga”, y listo. No hay más consideraciones. ¡Qué difícil y tortuoso es el camino de la madurez, del amor de verdad!
¡No decías que la querías? ¿No gritabas al viento que lo amabas? ¿Cómo es posible que alguien que ame a la persona con la que convive, quiera destruirla? No era amor de verdad; y lo peor, no ha sobrevenido con el tiempo. La falta de respeto mutuo y la desconsideración ha llevado a la autodestrucción.
¿Qué esperas? ¿Que diga que el hombre a la hoguera, por bestia? ¿Qué la mujer también por provocadora psicológica? No amigo, no. ¿No ves que es cosa de comprensión y madurez? ¿Será cuestión de tiempo… y voluntad?
Caña a las personas inmaduras cuyo egoísmo les lleva a la incomprensión y la violencia.
Completa tu información:
Mapa de la violencia de género 2011.
Mapa donde se refleja la violencia contra las mujeres, agresiones a mujeres por parte de sus parejas u otros hombres.
Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre contra la Violencia de Género.
Juan-Lorenzo
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