Revista Psicología

Violencia (I)

Por Centro Psiconet

En nuestro día a día escuchamos en ocasiones emplear el término violencia. Se puede emplear en múltiples contextos y con diferentes significados pero nos sería de ayuda el diferenciar la violencia de los conflictos que pueden ser frecuentes en nuestra vida.

El conflicto tiene que ver con una situación determinada, que toda la población en un momento u otro se ven inmerso en él. Las personas que se ven implicadas en un conflicto se encuentran al mismo nivel. Buscar una solución al conflicto en ocasiones no es fácil pero sabemos el camino a seguir: diálogo. Además, los conflictos no tienen que llevar a la destrucción de la relación.

Por otro lado, en la definición de violencia se incluyen términos que son distintos claramente. La violencia es un comportamiento, que no siempre tiene que ver directamente con la situación que vivimos. De manera reiterada, las personas que ejercen violencia no pretenden estar al mismo nivel que las otras personas, sino alcanzar un nivel superior. Con estos comportamientos, las soluciones no se dan y además, tiende a destruir todas las relaciones en las que está presente. 

Violencia (I)

Algo que queremos dejar claro desde el inicio es que las conductas violentas son conductas aprendidas, adquiridas y por lo tanto, se pueden modificar.

Existen diferentes tipos de violencia que podemos describir de esta manera:

Física: se trata de cualquier conducta cuyo fin sea producir lesiones o enfermedades, con independencia del resultado, tales como abofetear, empujar, dar patadas, puñetazos, estrangular, echar ácido…

Psicológica: se trata de cualquier conducta que pretende intimidar, desvalorizar y culpabilizar a otra persona. Aquí encontramos conductas como por ejemplo humillar, poner en ridículo, insultar, hacer burla, no permitir que tenga sus propios amigos, amenazar con producir daños a alguna persona o a algún ser querido de la misma…

Sexual: se trata de cualquier conducta sexual realizada sin la decisión libre de la otra persona ya que ha sido forzada mediante amenazas, intimidaciones o en estados de indefensión.

No siempre estas conductas que describimos en nuestro post son fáciles de identificar en nuestro día a día. Su inicio suele ser sutil, discreto, casi imperceptible en nuestras relaciones por lo que el poner límites se puede llegar a convertir en algo complicado. Cuando este tipo de conducta dan la cara de forma clara y directa, ha llevado un proceso más largo del que nos imaginamos y con el que no hemos podido lidiar por la ausencia de percepción que en muchos casos está asociado a los inicios de la violencia.

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