Revista Opinión

Visa-frei… bis Shanghai

Publicado el 07 octubre 2014 por Anews

El grito “wir sind das Volk”, somos el pueblo, salió de estas manifestaciones en Leipzig y fue coreado pronto en las cuatro esquinas de la RDA. Fue el eslógan más oído en aquella revolución pacífica, junto con aquel otro: el muro tiene que desaparecer, mucho más rítmico y contundente en el idioma de Goethe: “Die Mauer muss weg”.

Las demostraciones de los lunes desembocaron en la gran concentración de Alexanderplatz, el 4 de noviembre, en la que llegó a tomar la palabra para prometer reformar el mismísimo Schabowski, comisionado por el Comité Central del SED. Allí, en el centro histórico de Berlín, junto a la torre de la televisión del Este, medio millón de alemanns del Este dejaron claro, y lo dijeron bien fuerte, que ellos no se querían ir. Pero exigían libertad y democracia. Y que se abrieran las fonteras para poder viajar.

Muchas lunes antes, meses atrás, un millar de personas concentradas en la plaza de la Nikolkirche de Leipzig gritan “Stasi raus”, y “Reisefreiheit statt Massenflucht”. Fuera secretas y libertad pra viajar en vez de fugas masivas. Estos alemanes del este que comienza la revolución de otoño no se quieren ir al Oeste, pero reclaman democracia.

El régimen golpea duro al pueblo disidente el lunes siguiente. Pero la brutal intervención de los antidisturbios en Leipzig no acaba con la manifestación de los lunes. La semana siguiente serán ya 8.000 los manifestantes: la ola empuja, imparable, mientras cada día cientos de alemanes del este se siguen refugiando en las embajadas de la RFA en Budapest, Praga y Varsovia: los tres países más abiertos a los nuevos tiempos que impulsa la perestroika de Gorbachov.

La Oposición había estado creciendo lentamente, pero firme, alentada por la iglesia evangélica. En los oficios de los lunes, los pastores alentaban la resistencia pasiva y la no violencia. Era un movimiento patriótico, incluso nacionalista. No era la reunificación lo que se pedía sino la libertad. De esos círculos cristianos saldrían los primeros partidos, que luego se irían diluyendo en las fuerzas políticas del Oeste.


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