Vaya por adelantado que me gustan y participo de las fiestas del “Mayo cordobés”, pero alguien me sugiere que haga un ejercicio de psicodrama, me ponga en el papel negativista y haga una especie de “crónica negra” de las mismas.
Me llega a interesar el tema y allá que voy.
Mayo empieza, como no podía ser de otra forma, con el día “Primero”. Ese ha sido el día elegido por la derecha gobernante para que se desarrolle la “Batalla de Flores”, para competir y restar manifestantes a la tradicional manifestación obrera de ese mismo día. La “Batalla” se celebraba antes el último domingo de abril, pero la derechona cordobesa no sabe cómo ingeniárselas para obstaculizar todo lo que huela a reivindicativo y ha elegido también el mismo recorrido por el que tradicionalmente se celebra la manifestación. ¡Puestos a dar por culo!
¿Que qué es que la “Batalla de Flores”? Pues es una cabalgata donde los asistentes se pelean, ingenuamente, a clavelazo limpio. Pero tranquilos, que no pasa nada. Los espectadores se tiran reiteradamente los mismos claveles y jaramagos “chuchurríos”, a pesar de que la organización –la Federación de Peñas Cordobesas- diga cada año un número importante de las flores empleadas, elegido al azar, para epatar. Esta año han dicho que 300.000 docenas de claveles, pero lo mismo podían haber dicho 1.000 o 500.000 que nadie ni los iba contar ni a darse a cuenta. Así cuando se haga la justificación de gastos se utilizará la técnica que popularizara don Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán.
Resumidamente, las carrozas participantes son todos los años las mismas y con los mismos motivos decorativos, no sea que se dispare el ingenio y tengamos un drama. Están los inevitables arcos de la Mezquita, la no menos inevitable reproducción desafortunada del Cristo de los Faroles y demás caspa andante. En la tribuna oficial, el alcalde y los concejales que gobiernan dicen siempre el mismo mantra: “Si hay alguna batalla de algo tiene que ser como esta, de flores”. Lo dicen todos los años, pero no les da la más mínima vergüenza, porque cada año se repite el “ingenio. Y allá que se van con su recién adquirido espíritu “pacifista y floral” a destripar a la oposición o a los sindicatos.
Luego viene el Concurso Popular de Cruces de Mayo. Se pone una Cruz adornada con flores en casi cada plaza de la ciudad. Y la consiguiente barra. Es decir que durante cuatro días los vecinos de las zonas “afortunadas”, -este año 66- tienen que soportar botellón masivo e institucional, con música a todo volumen hasta una hora indeterminada de la madrugada, suciedad, meadas, peleas, fachas con banderita bicolor cantando el “cara al sol” y otras lindezas.
Para que engañarnos el sentido popular de recibir la primavera con plazas regadas y flores ha desaparecido, algunas “cruces” son cuatros hierros oxidados con cuatro flores pìnchadas en un alarde de mal gusto y lo que hay es un botellón masivo, tolerado, alentado y premiado para que peñas y cofradías hagan su agosto a costa de la paz, tranquilidad y sanidad de los vecinos a los que las sevillanas a las cuatro de la mañana les llegan a salir por las orejas.
¡Ojo! Amenazo con volver y desarrollar en un segundo post la muy celebrada Fiesta de Patios Cordobeses y la no menos ponderada Feria.
(Píe de Foto) Una calle cordobesa tras el paso del “caballo de Atila” de una Cruz. Barrio de Santa Marina.
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