Revista Cocina

Visita a las Bodegas Vegamar, en Calles (Valencia)

Por Paloma Alós @eltercerbrazo

Visita bodegas Vegamar
Después de un año desde la última salida, hemos vuelto a la carga. De nuevo he podido organizar una excursión con todo lo imprescindible para que saliera estupenda: ilusión y amigos dispuestos a todo, desde tomarse como motivación añadida subir y bajar una loma, porque la guía (o sea yo) se equivocara de dirección en bifurcaciones (y no una, sino dos veces) hasta repetir arroz por acabarse el caldero que nos habían preparado exclusivamente para nosotros en el Restaurante La Aldea de Calles… ¡Lo que haga falta! (bueno, lo del caldero no fue precisamente un esfuerzo para ninguno… jajaja).

Salimos del punto de encuentro a las 8:30 h de la mañana dirección Chelva. A la entrada del pueblo bajamos del bus. Allí nos esperaba el inicio de la Ruta del Agua, un sendero junto a un río caudaloso contra todo prognóstico, porque la sequía de los pantanos parece que no va con él; un camino precioso, teñido con los colores del otoño que ese día aún no terminaba de llegar.

Visita a las Bodegas Vegamar, en Calles (Valencia)

El paisaje nos dejaba regalos como éste (fotografías de Elia Costa)

Visita a las Bodegas Vegamar, en Calles (Valencia)

Terminada la excursión, llegamos por fin a las Bodegas Vegamar. Allí nos esperaba Mari Paz para recibirnos. Verónica nos enseñaría de inmediato las instalaciones y nos explicaría todo cuanto quisiéramos conocer sobre este maravilloso mundo que se dedica a exprimir el sol que se queda encerrado en las uvas para convertirse en el elixir de Baco.

Visita a las Bodegas Vegamar, en Calles (Valencia)

Por fin, a comer. A pocos pasos de la bodega, el Restaurante La Aldea nos deleitó con un menú exquisito.

Visita a las Bodegas Vegamar, en Calles (Valencia)

Fue el broche para un gran día de reencuentros, un día donde hubo derroche de buen rollo, de risas, de alegría. La salida se convirtio en un motor generando ilusión para esperar la próxima, que será hacia la primavera, cuando pasen las heladas. Entretanto, os hemos querido dejar un extenso reportaje fotográfico, que no realicé yo en esta ocasión, porque me dediqué a disfrutar cada segundo y a respirar calor de amistad. Doy las gracias a cada una de las personas que me han hecho llegar sus fotos: María José, Jesús, Jose y Elia. (pensé que jamás diría esto, pero ¡benditos móviles!)

😉


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