De vuelta de vacaciones reanudamos las actividades en familia de las que tanto disfrutamos. En esta ocasión regresamos al Museo del Ferrocarril de Madrid.
Ubicado en la antigua estación de Delicias inaugurada en 1880, el museo nos ofrece la posibilidad de realizar un viaje al pasado con una completa muestra de locomotoras y coches de viajeros. En un solo paseo descubriréis cómo viajeros de otras épocas, mucho menos esclavos del tiempo y las prisas, recorrían vastos territorios en busca de nuevas oportunidades o de ansiados reencuentros.
Nosotros regresamos para que nuestro pequeño redescubriera aquello que en la anterior visita carecía de valor, los trenes que cada tarde le acompañan en sus juegos.
Mecidos por la suave música en directo de otra época paseamos por los andenes contemplando el transcurrir del tiempo en el más de siglo y medio de existencia del ferrocarril en España, desde el vapor, al eléctrico y al diesel.
Una de las locomotoras está preparada para que los visitantes puedan subirse y sentirse por unos instantes parte de esa historia. Y ésta fue sin duda la preferida de mis peques, mi hija al mando apremiaba a mi hijo para que echase más carbón mientras ella manejaba las numerosas palancas con insospechadas utilidades.
Después de un paseo algo masificado, accedimos a la atracción estrella del museo para los niños, montar en una miniatura de tren.
En nuestro caso nos tocó la locomotora a vapor y fue una auténtica pasada discurrir por sus pequeñas vías acompañados del inconfundible silbido de este tipo de máquinas. Mi hijo apenas parpadeaba y una sonrisa de oreja a oreja se dibujó en su cara durante todo el trayecto.
Tras una parada para retomar fuerzas en los puestos de comida y bebida que se encuentran en el exterior de la estación, retomamos la visita para esta vez admirar los distintos puestos de artesanía y antigüedades que habitan en los andenes.
En este caso la que apenas podía contener la cara de admiración era yo. Siempre me produce una sana envidia la capacidad creativa, afortunados son los que dan vida con sus manos a tanta originalidad, belleza y maestría.
El museo oferta además talleres, visitas guiadas, mercadillos, viajes en trenes temáticos… seguro que encontraréis aquello que os guste.
Creo que os puede ser de utilidad algunas advertencias, suele haber mucha gente y el parking del museo se completa muy pronto. Meterse dentro cuando está lleno de coches y gente accediendo al recinto es complicado, si no sois madrugadores os recomiendo intentar aparcar por las calles aledañas o acercaros directamente en tren. Debéis saber además que el dinero para comprar bebida o comida ha de cambiarse por fichas.