Visitar un museo con niños puede ser una actividad muy tediosa para ellos, máxime si no tienen un especial interés por la temática del mismo. Hasta hace poco estas visitas consistían en mirar las piezas mostradas y leer las tarjetas que las acompañaban. Y esto, a no ser que tuvieras un familiar muy preparado y motivado para contarte cosas divertidas, era un auténtico “rollo”.
Afortunadamente hoy existe una concepción diferente que pretende no sólo enseñar, educar y formar a los niños sino sobre todo motivarles, generar en ellos el gusto por el arte en sus distintas manifestaciones.
El Museo del Prado en Madrid es uno de los lugares que pone a disposición de los pequeños de la casa la posibilidad de realizar visitas-taller en familia. El concepto es genial, ya que los padres les acompañan durante toda la visita y participan activamente en los talleres. Cumple por tanto la primera función de la que he hablado de transmitir y sobretodo generar interés real por el arte pictórico en este caso, pero también proporciona una actividad familiar conjunta con la que fortalecer lazos, trabajar en conjunto… Además, al estar presentes los padres nos convertimos en su modelo, nuestro interés despertará en ellos su interés. Nos proporciona también la posibilidad de mantener en familia conversaciones distintas a las habituales.
Durante el recorrido el guía adapta sus explicaciones al lenguaje infantil y les hacer participar continuamente para mantener su atención.
El problema es la dificultad de acceder a las plazas, son actividades incipientes y el número de personas interesadas duplica con creces la oferta. Espero que poco a poco se den cuenta desde las distintas entidades que promulgan estas actividades del interés que despiertan y que sin bajar la calidad ni incrementar precios, pueda haber mayor disponibilidad.
Hace unas semanas mi hija y yo acudimos a la actividad “Al paso, al trote, al galope”. El recorrido en este caso se centraba en algunos de los más famosos retratos ecuestres, así pues de la mano de la guía atravesamos distintas salas analizando la posición, el pelaje, las “vestiduras” de caballos reales magistralmente retratados por pintores de la talla de Rubens o Velázquez. Durante el taller construimos un caballo con cartones reciclados.
Lo único que quizás no estaba bien marcado eran las edades de los participantes (4-12 años) ya que la información proporcionada era excesiva, desde mi punto de vista y siempre teniendo en cuenta la generalidad (habrá excepciones de niños especialmente interesados), para niños de cuatro y cinco años.
Como adultos os aseguro que descubriréis muchísima información que desconocíais, ¿sabíais p.e que Rubens fue el primer pintor en incluir baba del caballo en sus cuadros?...vale, vale puede que lo supierais, yo en cambio lo descubrí de la mano de mi hija y su compañía lo hará inolvidable.
https://www.museodelprado.es/