Cuando se pasa por delante del Museo Pío V la primera impresión no es demasiado buena, ves un edificio con un serio problema exterior de mantenimiento. Hace unos días justo al lado de la entrada principal, en la acera donde se suelen concentrar grupos de visitantes para acceder al Museo, cayó entre las seis y las siete de la mañana del jueves un trozo de cornisa del tejado. “Menos mal que ha sido de madrugada”, era el comentario de alivio de policías, bomberos y responsables del centro. No es la primera vez que se producen desprendimientos en la misma fachada en los últimos años, aunque no tan importantes. De hecho, se han tenido que practicar con anterioridad alguna actuación de emergencia, como atestigua la malla metálica que recubre tan sólo una parte de la fachada del inmueble que fue construido entre los siglos XVII y XVIII para alojar el Colegio Seminario San Pío V, y que se convirtió en sede del Museo de Bellas Artes a partir de 1946. Un simple vistazo a la fachada del museo, de titularidad estatal y gestión autonómica, permite observar el elevado grado de deterioro del edificio, cuya rehabilitación se tenía que haber llevado a cabo hace tiempo y no se ha hecho por discrepancias entre la Administración central, la autonómica y la local.
Pero cuando accedes al interior todo cambia y parece que entras en otro mundo, lo primero que me ha llamado la atención al entrar ha sido la cúpula y ese azul lleno de estrellas. A continuación he visitado la sala Sorolla “el maestro de la luz" sólo puedo decir que es “impresionante”. 50 y ocho obras de dan a conocer la trayectoria artística de Joaquín Sorolla Bastida (1863-1923) la colección nueva desde los años de estudiante hasta el final de su carrera: empieza por el bodegón de frutas que pintó a los 15 años y termina con los retratos de Amalio Gimeno y Lucrecia Arana, obras de su última época.
Podemos encontrar magníficas obras que representan la época en que Sorolla buscaba un lenguaje propio y la maestría, con la que abordó distintas temáticas y estímulos. El porque se le conoce como el maestro de la luz se entiende después de ver algunas de sus obras. La sala Sorolla alberga además paisajes, jardines, magníficos ejemplos de pintura religiosa, marianas y otras "que no dejarán indiferente a nadie". También hay una gran colección arqueológica; que tiene origen con la creación en 1864 del Museo de Antigüedades de Valencia, que posteriormente se incorpora a la Real Academia de bellas artes de San Carlos de Valencia. El conjunto recogía un total de 49 piezas: romanas,paleocristianas, góticas y renacentistas, se fue incrementando con obras procedentes de edificios destruidos y donaciones particulares hasta llegar constituir un patrimonio arqueológico de más de 300 piezas. Foto:.minube.comPodemos encontrar piezas muy importantes del paso de las diferentes culturas por tierras valencianas, cabe destacar el mosaico sepulcral de Severina y la representación de Julia Agripina (15-59 d.c) de la época imperial. También hay una muestra del período medieval con una selección de inscripciones y elementos arquitectónicos árabes, una huella de la presencia islámica en las tierras de Valencia durante más de siete siglos y de la Valencia cristiana , de las tropas de Jaime I de Aragón (1238).
No es el Museo del Prado al que he visitado en varias ocasiones, pero el Museo Pío V es el de los valencianos y por desgracia un gran desconocido para muchos.Ademas debe de ser una visita obligada para todo aquel que desea conocer un poco más nuestra cultura e historia.