Una de las más importantes de esas culturas pre-incas fue la Wari (700 – 1200 dc). Muchos arqueólogos de renombre la consideran el primer gran estado andino, es decir el que sentó las bases sobre la cual los cuzqueños construirían el hoy mundialmente famoso imperio inca. Los Wari se extendieron por casi todo lo que es el Perú actual y sus gobernantes mandaron a construir “ciudades” en diferentes partes de ese vasto territorio. Entre las más conocidas están las de Marcahuamachuco ubicada en la sierra norte peruana y otra llamada Pikillacta que se encuentra al sur de la ciudad del Cusco. Sobre este último escribí un post a propósito de una visita que allí hice.
Pero el centro neurálgico de ese primer estado estuvo en Ayacucho y lo que queda de él todavía se puede visitar. Allí fuimos y para suerte nuestra fuimos los únicos visitantes. En la entrada del complejo arqueológico hay un museo que vale la pena conocer pues nos da una idea clara de la trascendencia que tuvo Wari como cultura. Luego seguimos un sendero bien demarcado que se abre paso entre tunales y edificios semiderruidos. Es un lugar seco por lo que hay que llevar agua y mucha protección contra el sol.
Una de las primeras cosas que se ve es una especie de “mesa” que parece la del billar, aparentemente usada para sacrificios. Hay que dejarse sorprender luego por Monqachayoc, que es un sector ceremonial caracterizado por la presencia de galerías subterráneas asociadas a construcciones megalíticas de varios pisos. Una cosa que llama la atención, aparte de los cactus que cubren casi todo el terreno, son los árboles de Pati que se suponen fueron usados para coagular la sangre en los rituales. Dice la leyenda que si uno se duerme a la sombra de este árbol es más que seguro que va a tener pesadillas.
En los alrededores se ven desperdigadas piedras con orificios perfectamente hechos por los hombres Wari. Lamentablemente en algunos sectores de la ciudadela se permite la entrada de burros y otros animales que podrían dañar el espacio. En el sector conocido como Cheqo Wasi, se ven un conjunto de tumbas cuyas pesadas piedras están unidas por especie de goznes de metal. Las uniones entre las rocas son perfectas y nos hacen pensar sobre la influencia de esta cultura sobre la posterior cultura Inca. Seguimos avanzando, espantando a saltamontes de gran tamaño, hasta el impresionante área llamada Capillapata, al que se ingresa por una portada de forma “ojival” y que contiene largas paredes de más de 12 metros de alto y en donde se puede apreciar las bondades arquitectónicas de esta cultura.
Luego de disfrutar de un día esplendoroso y lleno de luz y color nos animamos a continuar viaje... pero la cosa no estaría tan fácil ya que debido a una huelga en Ayacucho no había transporte que nos permitiese movilizarnos hasta que después de mucho esperar apareció un camión lleno de costales y nos subimos en la caja y allí nos fuimos, con todo el aire dándonos en la cara y más entusiasmados que nunca por la experiencia, hasta llegar a un pueblo cercano, un lugar que es un imperdible en Ayacucho y si me apuran diría que en todo el Perú pero eso ya será materia del siguiente post. Hasta entonces.
Pablo
DATOS
- Para ir a Wari o a Quinua hay que tomar una de las combis que salen desde el barrio de la Magdalena (calle Salvador Cavero 124), Ayacucho. El pasaje es 4 SOLES. El recorrido hasta Quinua es 1 hora; y 45 minutos hasta Wari.
- Entrada restos arqueológicos de Wari: 3 soles, 1 estudiante. Horario de 8am – 6 p.m.
LOS COMENTARIOS (1)
publicado el 12 junio a las 22:01
ajajjajajajajajajjajajajajaja no bale nada no ay los catus