Yo viví durante casi un año en Arabia Saudí, donde trabajé para la oficina comercial de la embajada española en Riad, la capital. En este artículo quiero comentar la realidad y posibilidades de turismo en Arabia Saudí, a través de mi experiencia allí.
Mientras estuve en el país escribía un blog, sobre cómo es vivir en Arabia Saudí, que me hizo consciente de la fascinación e interés que genera este país entre los hispanohablantes. Sorprendentemente, muchas mujeres latinoamericanas me escribían sobre la posibilidad de mudarse al país para aprender árabe.Por desgracia, no es nada fácil conseguir un visado, especialmente para las mujeres solteras. De hecho, visitar Arabia Saudí no es fácil si no es por negocios o para ir a la Meca.
Este es un país desconocido y cerrado que, sin embargo, juega un rol importante en el mundo por ser la cuna Islam, así como por ser el mayor exportador de petróleo. Después del 11-S, también se suele asociar el país con el terrorismo. Sin embargo, es más seguro de lo que seacostumbra pensar; el desconocimiento da lugar a mitos y prejuicios sin fundamento.
Un dato sorprendente: en 2009 Arabia Saudí recibió 13 millones de visitas del extranjero. No obstante, la mayoría tienen una motivación religiosa. La Meca es, junto a Medina, una ciudad santa para los musulmanes, la cual deben visitar una vez en la vida. En realidad, hay dos tipos de peregrinaciónes a la Meca, la más importante se llama Hajj y la menor Umrah. Sólo el Hajj atrae a más de cuatro millones de viajeros cada año. A pesar de que técnicamente son turistas, los saudíes no los consideran tales, sino peregrinos. Existe incluso un Ministerio de la Peregrinación. No en vano, el Islam tiene un papel preponderante, hasta el punto de que domina la vida cotidiana y el sistema legal. Por ejemplo, todos los establecimientos cierran varias veces al día para rezar y el alcohol está prohibido,incluso para los no musulmantes. Además, existe una rígida separación de sexos en todos los espacios públicos.
Arabia Saudí es un país muy conservador y autoritario y su gobierno no quiere abrirlo a influencias exteriores. Hoy por hoy, los afortunados que consiguen un visado turístico, deben visitar el país acompañados de un guía, y las mujeres tienen que vestir una túnica negra llamada abaya y no pueden conducir. Sin embargo, el petróleo ha permitido a Arabia, al igual que a Kuwait o Emiratos Árabes Unidos, enriquecerse rápidamente, aunque sin un desarrollo social equivalente. Cuando visité Jeddah, la segunda ciudad del país, el saudí que me hacía de guía no paraba de presumir de que era una ciudad con más de 13 enormes malls, enormes centros comerciales similares, llenos de marcas extranjeras como Lowe o Chanel. Mientras, yo insistía en ir a visitar al mercado y la ciudad antigua. Así, hoy grandes centros comerciales con los últimos productos conviven con costumbres muy conservadoras, que sorprenden a los occidentales.
La dependencia económica del petróleo -y su previsible fin- ha llevado a algunas iniciativas para diversificar su economía. Entre ellas, el turismo ha sido propuesto como una industria alternativa. Pero, ¿hay algo que ver en Arabia Saudí?
Pues sí. Arabia Saudí es un país con una extensión cuatro veces mayor que España (2,14km2) y tiene bastantes atractivos turísticos. Por ejemplo, Mada’in Saleh, una ciudad pre-islámica que, como Petra, fue habitada por los nabateos.
Otro atractivo turístico es la región de Asir, cultural y geográficamente cercana a Yemen. Es una región montañosa que rompe el estereotipo desértico del país. Esta región es montañosa y sorprendentemente verde. Muchos saudíes visitan la ciudad en verano, ya que es una región mucho más fresca que el resto del país. De hecho, existe cierta infraestructura turística en Asir. Por ejemplo, un teleférico, situado muy cerca de donde se tomó la siguiente foto, permite observar unas magníficas vistas.
La costera región de Yizán, cercana a Asir, también ofrece cierto atractivo. En concreto las islas Farasán, ofrecen activos culturales y paisajísticos. Sin embargo, como se puede ver en la siguiente foto que tomé allí, queda mucho camino por recorrer para preservar ese patrimonio. En mi camino me encontré con muchas ruinas no identificadas, que estaban simplemente rodeadas con una verja metálica o ni siquiera eso. Y no es por falta de recursos, sino de sensibilidad. Además, hay cierta tendencia a no cuidar el patrimonio pre-islámico.
Un profesor mio participó en el diseño de la estrategia nacional de turismo. Entre el equipo encargado de ese fin, había un par de saudíes, uno de los cuáles resultó ser un espía del gobierno. A pesar de que desde hace años ese documento está sobre alguna mesa del gobierno saudí, sus recomendaciones aún no se han implementado. Entre ellas, se mencionaba la posibilidad de poner en valor turístico el patrimonio ecológico y cultural del país. El miedo a convertirse en otro Dubai (prostitución, alcohol, etc.) y la la presión de los sectores más cerriles y conservadores han logrado mantener el país cerrado para los extranjeros que no pertenezcan a los otros países del Golfo.
Lo más probable es que las cosas no cambien de un día para otro, pero en mi opinión el país se verá obligado a abrirse a la modernidad y a los visitantes poco a poco. El modelo de Omán, que ha sabido mantener el equilibrio entre tradición y modernidad, apertura y preservación de la cultura, es para mí un espejo en el que mirarse.
Estoy trabajando en una guía sobre Arabia Saudí. Mándame un email si quieres que te avise cuando esté terminada a [email protected].