Revista Psicología

Vitaminas, minerales y depresión: ¿cómo se relacionan?

Por Mundotlp @MundoTLP
Vitaminas, minerales y depresión: ¿cómo se relacionan?
Diversos estudios epidemiológicos han encontrado menores niveles sanguíneos o de ingesta de algunos micronutrientes, como vitaminas o minerales, en pacientes con depresión en comparación con sujetos sanos. En concreto, en los niveles de vitaminas del grupo Bvitamina D o en los niveles de magnesiocalcio o zinc. Así lo explica  Almudena Sánchez-Villegas, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que va a impartir su conferencia La alimentación saludable reduce el riesgo de depresión para inaugurar el XXI Congreso Nacional de Psiquiatría, esta semana en Granada.

A esta lista, Gabriel Selva, especialista en Psiquiatría del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam), añade otro nutriente más: “El déficit deácidos grasos omega 3 en la dieta puede también contribuir a la aparición de síntomas depresivos”En lo referente a otros nutrientes, dice este psiquiatra, “hay evidencias sólidas que demuestran que la adherencia  a la dieta mediterránea, con ingesta elevada de frutas, verduras, frutos secos y pobre en carnes procesadas, tiene un efecto protector sobre la depresión. El consumo de caféparece tener un efecto beneficioso en su prevención”.

¿Cómo afecta la falta de vitamina D al estado de ánimo?

En concreto, “algunos estudios han demostrado que los niveles bajos de vitamina D pueden asociarse a la aparición de un mayor número de síntomas depresivos y de ansiedad, aunque no a trastornos depresivos graves. Además, tener niveles adecuados de esta vitamina ayudaría a mantener las funciones intelectuales  en personas mayores”, señala Selva.La vitamina D se sintetiza en su mayor parte en nuestro organismo por la acción del sol sobre la piel, y, en menor medida, por el aporte de unos pocos alimentos. Esto hace que sus niveles en sangre sean menores durante los meses de invierno, y su carencia es esperable encontrarla con mayor frecuencia en países con pocas horas de sol.Aunque hay evidencia que apunta a que el suplemento con vitamina D puede acompañarse a una mayor grado de bienestar, “hoy en día no hay datos suficientes para avalar la eficacia de la vitamina D en el tratamiento de la depresión cuando la enfermedad ya está establecida”, advierte el investigador del Cibersam.¿El déficit de determinadas vitaminas elevaría el riesgo de depresión? “Aunque parezcan existir ciertas deficiencias nutricionales en pacientes con depresión, la mayoría de los estudios que se han llevado a cabo no han valorado el efecto de la deficiencia en estos nutrientes sobre el riesgo de depresión (sobre la probabilidad de que la depresión se produzca). Es difícil, por tanto, determinar si el déficit de micronutrientes desemboca en depresión o si es el propio estado depresivo el responsable de la existencia de malos hábitos alimentarios y de una ingesta inadecuada de micronutrientes”, expone Sánchez-Villegas.En su grupo de investigación valoraron si la presencia de inadecuación nutricional en al menos cuatro micronutrientes (es decir, si en al menos cuatro vitaminas o minerales no se seguían las recomendaciones nutricionales) se asociaba con desarrollar depresión a largo plazo. “Los resultados, publicados en el último número de la revista científica European Journal of Nutrition, indicaron que los sujetos del estudio que no cumplían las recomendaciones nutricionales en al menos cuatro minerales o vitaminas presentaban un 37 por ciento más riesgo de sufrir depresión que aquéllos que se encontraban con valores normales de ingesta y dentro de las recomendaciones dietéticas establecidas”, cuenta la catedrática.Selva explica que se ha demostrado que la vitamina D ejerce un papel sobre la regulación de la serotonina en el cerebro. “Este neurotransmisor es  uno de los principales involucrados en la aparición de cuadros de depresión, en especial el trastorno depresivo mayor, también en los trastornos depresivos que aparecen con carácter estacional, es decir, de forma repetida en épocas concretas de año; así como en el síndrome premenstrual, aquellas manifestaciones de tipo emocional que ciertas mujeres sufren los días previos a la menstruación”.Dado que este último síndrome es específico de la mujer y que la depresión, en general, en ellas es el doble de frecuente que en el hombre, las deficiencias en vitamina D son de mayor relevancia en el sexo femenino. Además, otros momentos de  riesgo de aparición de depresión en la mujer son el embarazo, y, sobre todo, tras el parto, y en estos casos se ha demostrado que la carencia de esta vitamina puede ser un factor que agrave los síntomas depresivos.A pesar de estos datos, reconoce el investigador, estudios recientes en mujeres no han podido demostrar la utilidad de los suplementos de vitamina D durante los meses de invierno en la mejora de los síntomas de depresión, “por lo que no hay evidencia científica que apoye su utilidad como tratamiento”.

Los niveles de vitamina D en nuestro país

Según Selva, sería esperable que en países con mayor número de horas de sol los niveles de vitamina D fueran más elevados, y, aunque en general probablemente sea así, hay ciertos matices que cabe destacar.En España recientes estudios apuntan a que entre un 60 y un 80 por ciento de la población tendría niveles de vitamina D por debajo de lo deseable, y eso a pesar de los altos niveles de exposición solar propios de  nuestro clima. Es probable que factores como el uso de protección solar, el empleo de ropa de invierno o un mayor grado de pigmentación en nuestra piel, hacen que nuestros niveles no sean  mejores que otros países más septentrionales. De hecho, países nórdicos como Suecia o Noruega tienen niveles de vitamina D en sangre superiores a los de nuestro país. Las regiones del mundo más afectadas por la deficiencia de vitamina D son Oriente Medio y Asia. Incluso algunos estudios indican que países como los Emiratos Árabes tienen niveles bajos de vitamina D, especialmente en mujeres por su modo de vestimenta y su no exposición activa al sol.Sánchez-Villegas menciona un estudio reciente, publicado en la revista Nutrients en 2017, sobre una muestra representativa española, que refleja una deficiencia en la ingesta de calcio, magnesio y vitamina D en la población española en referencia a las recomendaciones tanto españolas como europeas procedentes de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria.

¿Qué hay de los omega 3?

“La ingesta de ácidos grasos omega 3 presentes en frutos secos y pescados se ha asociado con un menor riesgo de depresión, pero los resultados no son concluyentes. Aunque el funcionamiento y la estructura del sistema nervioso central dependen de estos ácidos grasos, y de la actividad de vitaminas, minerales y elementos traza, en el estudio de la etiología de la depresión se hace necesario un abordaje más amplio, donde se investiguen patrones globales de alimentación y no nutrientes concretos”,  afirma Sánchez-Villegas. Algunos nutrientes pueden interactuar entre sí, por lo que resulta complejo establecer el papel real que la ingesta de un nutriente concreto presenta sobre la depresión.La catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública indica que sí parece más claro, y existe consistencia entre diversos estudios epidemiológicos de diseño riguroso, “el efecto protector que patrones globales de alimentación saludables (y que por supuesto aseguran los requerimientos nutricionales en vitaminas, minerales y ácidos grasos omega 3) tienen sobre la depresión”.

Recomendaciones para elevar los niveles de estos nutrientes

“La recomendación que debería hacerse para mejorar la ingesta de los nutrientes mencionados, en general, y reducir el riesgo de depresión, en particular, es la de seguir un patrón de dieta saludable rico en frutas, verduras, frutos secos y legumbres. También hay que disminuir la ingesta de alimentos ultraprocesados, como bollería industrial, comidas precocinadas o carne procesada y sustituir los hidratos de carbono (pan, pasta y arroz) refinados por productos integrales, y las carnes rojas por carnes magras y pescados”, aconseja Sánchez-Villegas.La experta concluye transmitiendo que existe una mayor evidencia científica y tienen mayor valor desde el punto de vista de la Salud Pública los patrones de alimentación que las vitaminas o minerales en concreto.

Cómo subir la vitamina D

En el caso de la vitamina D, Selva comenta que es recomendable aumentar las horas de exposición al sol y las actividades al aire libre. En especial estos consejos son más relevantes en personas mayores, dada su mayor tendencia al aislamiento en sus hogares, a que tienen más dificultades para sintetizar esta vitamina y al efecto beneficioso de la vitamina D para el mantenimiento de la integridad de la masa ósea. “Si bien son conocidos por todos los riesgos de la excesiva exposición solar sobre el cáncer de piel, no se deben olvidar los efectos  positivos de la radiación solar sobre el sistema cardiovascular o inmune, y también sobre el estado de ánimo”.Suplementar la dieta con vitamina D puede ser una opción aceptable, y, de hecho, en algunos países como Estados Unidos o Nueva Zelanda hasta un 40 por ciento de la población toma algún suplemento de esta vitamina, por ejemplo a través de la leche. El investigador del Cibersam añade que sería más acertado indicar que la necesidad de esta vitamina vendría dada no solo por su factor de protección contra la depresión, sino además por su papel en la prevención de problemas óseos y la fuerza muscular.Determinados alimentos aportan una cierta cantidad de vitamina D, como el aceite de hígado de bacalao, pescados grasos como el atún, el salmón y la caballa, y, en menor medida, la yema de huevo y el queso.Fuente: cuidateplus

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