Con la nube negra sobre la cabeza: En primavera y con bufanda. La mayor tasa de paro de la historia. Alemania nos golea dentro y fuera de los terrenos de juego. Las políticas medioambientales brillan por su ausencia. No llego al 1,80, me ha salido un herpes en el labio y jamás marcaré abdominales… ¡Pero qué idiota soy… y no soy el único! Por más que me quejo y sumo pesimismo, hay millones de motivos para la alegría.
Dando la vuelta al comienzo del post: Los embalses están llenos. Vivimos la mayor movilización social de la historia. Las remontadas (también existenciales) son posibles y necesarias. El medioambiente sobrevive a la política. Aún con herpes y bajito, soy un tío resultón. Como una vez dijo alguien en algún momento (viva la memoria fotográfica y las fuentes fiables): Ocurren tal cantidad de cosas positivas cada día, que por abundancia, no son noticia.
Y es que hay tanto pesimismo que nos dejamos arrastrar. Fijaos: algunos científicos denominan a esta época la “sexta gran extinción”. El ritmo es vertiginoso, sobre todo por causa del ser humano (pérdida de hábitats, especies invasoras, contaminación, superpoblación y captura excesiva). Algunos organismos desaparecen, otros evolucionan. Cada año se registran nada menos que 25.000 especies nuevas. El hombre influye sobre la naturaleza, y la naturaleza, sin inmutarse, sigue adelante. La capacidad de regeneración de la Tierra es mayor de lo que esperábamos, no tanto la nuestra. With or without you, canta Gaia. Estemos o no, ella estará.