Cuando aún está reciente la campaña de las elecciones europeas, cuando las dimisiones y abdicaciones están a la orden del día, cuando la clase política está en el ojo del huracán y en boca del ciudadano, la cartelera nos ofrece “Viva la libertà” para reírnos un poco -y preocuparnos algo más- por este circo mediático y esta crisis de valores que estamos presenciando. La comedia la firma el italiano Roberto Andò, pero el alma de la sátira política es Toni Servillo… que allá donde aparece eclipsa al resto del personal. Además, aquí realiza dos papeles para dar vida a hermanos gemelos y en cierta medida antagónicos, quizá para mostrarnos cómo es el político de nuestras democracias y cómo debería ser.
En Italia, el partido de la oposición atraviesa una crisis y el descontento es tan manifiesto que su líder, Enrico Oliveri, decide desaparecer sin dejar rastro. En ese interim, a su asesor no se le ocurre otra cosa que acudir al hermano gemelo del político, Giovanni, un filósofo bipolar recién salido del psiquiátrico. La suplantación tendrá efectos asombrosos, y el cambio generará ilusión en el pueblo y sorpresa en unos correligionarios que ven cómo el partido obtiene unos resultados inimaginables. Pero era algo coyuntural… porque cada uno debe volver a su lugar en el mundo, aunque sea habiendo aprendido una lección o disfrutado de unos días en contacto con unos elefantes políticos que se habían olvidado de vivir y de la misma gente.
Resulta difícil encontrar dos personalidades tan distintas como las de Enrico y Giovanni: la seriedad del político que todo lo supedita a ganar unos votos frente al desparpajo de quien no tiene miedo a perder, la ambigüedad y vaciedad del discurso del primero frente a la claridad y autenticidad del segundo, la distancia que los intereses de partido generan respecto al pueblo frente a esa voluntad de bailar o acercarse a él sin temor a rebajarse o dar un traspiés en su imagen. Mucho aprende Enrico leyendo en el periódico lo que su hermano está haciendo en Italia, y mucho aprende en el set de rodaje en París… porque ese encargado de atrezzo o la chica del rodaje le ayudan a ser más humano y sincero. Quizá por eso, la gratitud que le manifiesta a su hermano no sea tanto por la recuperación de su imagen y por el ascenso del partido, sino por la lección humana que ha recibido… de un loco. Y todo gracias a Toni Servillo.
Desde luego, Giovanni rompe la cintura a la clase política y también pide un nuevo molde para el dirigente del siglo XXI. En la cinta, su discurso es ingenioso y despierta ilusión e incluso esperanza… porque dice verdades y porque no tiene miedo a la imagen que da. Pero, no nos engañemos, son también palabras fáciles y una oratoria hueca -al servicio del mensaje de la sátira, está claro-, propias de alguien alejado de la realidad tanto como su hermano Enrico. Al final, es posible que el director italiano quiera decirnos que el político tiene algo de locura y que vive en otro mundo, que inventa una realidad que le permita convencerse de sus ideas o que le ayude a continuar en la pomada. Y a nosotros nos gustaría haber asistido a la muerte de la impostura política, y que Enrico haya aprendido a reír y a canturrear como su hermano, en un escena final que desconcierta al mismo asesor… que duda si está ante Enrico o ante Giovanni.
En las imágenes: Fotogramas de “Viva la libertà”, película distribuida en España por Caramel Films © 2013 BiBi Film y Rai Cinema. Todos los derechos reservados.