Apoteósico fin de fiesta de un grupo y una gira que siempre recordarán y, a buen seguro, les colocará en lo más alto del escalafón del pop indie español. Había muchas ganas de divertirse y pasarlo bien por parte de las 16.073 personas que abarrotaban el Wizink Center capitalino acostumbrado ya al llenazo tras llenazo, lo que no fue impedimento para que el grupo y los allí reunidos lo vivieran como esa apasionante e inolvidable primera vez. Una primera vez que, como muy bien nos recordó el cantante de Viva Suecia, Rafa Val, ha tardado diez años en llegar, igual que un largo romance que por fin encuentra una salida a tanto éxtasis. Romance, éxtasis o amor, sobre todo amor, pues ese fue el mensaje que, unido a la fuerza volcánica del grupo, los ha llevado a ese lugar privilegiado de las stadium band en el que desarrollarán su carrera en el próximo futuro. Ya desde el inicio con No hemos aprendido nada se agarraron con al entusiasmo que demuestran en cada actuación, lo que le permitió disfrutar de un concierto que esta vez fue un poco menos acelerado que en otras ocasiones, lo que agradecieron tanto los componentes del grupo como los espectadores, pues unos y otros pudieron reponerse y relamerse con los interludios que se fueron produciendo a lo largo de una hora y cuarenta minutos. Actos de una obra completa donde actores y público disfrutaron de una perfecta comunión de afectos y ritmos entre los que se colaron las colaboraciones de Dani Fernández En Lo siento, Valeria Castro en Hablar de nada o Luz Casal en La parte difícil, una canción que el grupo interpretaba por primera vez en directo, y a la que Luz puso una serenidad y una firmeza dignas de encomio a pesar de lo breves que fuesen.
Lejos queda aquella accidentada actuación en la Sala Ocho y Medio como teloneros de McEnroe donde a Rafa se le estropeó su guitarra eléctrica y tuvo que renunciar a ella. Un elemento tan importante en su sonido y puesta en escena que, sin embargo, aquella noche suplió con una guitarra acústica que cumplió a la perfección su cometido. Un gran salto en el tiempo y en su música que les ha llevado a saborear las mieles del éxito más rotundo, a pesar de que su último álbum no sea el mejor de todos, pues sus pasos iniciales por Subterfuge están plagados de grandes destellos musicales. No obstante, Viva Suecia ha sabido dar a sus canciones ese toque personal que los distingue ante sus seguidores, y que brilla con luz propia como el sábado pasado lo hizo la magnífica y estética infografía que acompañó a su canciones y que, sin duda, envolvió como el mejor papel regalo la esencia de su música. Una música que sonó con una fuerza y una limpieza dignas de admiración. Una música acompañada de inicios mágicos e inesperados, y también de coros de las dieciseismil almas que querían hacer de esa actuación algo único, y a fe que lo consiguieron. Lágrimas y besos entre los miembros del grupo —Rafa Val, Jesús Fabric, Alberto Cantúa, y Fernando Campillo— a los que acompañaron, entre otros, una versátil dj y multi-instrumentista Carmen Hoonie, y el saxofonista que deleitó con su sonido una buena parte de sus canciones.
Tras La parte difícil sonaron temas como La voz del presidente, Algunos tenemos fe, Justo cuando el mundo apriete, o Hacernos polvo, entre otras, justo antes de que el grupo se retirara para volver al escenario a hacer el consiguiente bis y Carmen Hoonine se marcara una magnífica sesión de música electrónica que hizo las delicias del público asistente, y a la que siguió Todo lo que importa con una intro en plan rave, Lo que te meres y El bien, con un fin de fiesta en el grupo estuvo bailando sobre el escenario, sin duda, la mejor imagen que podría escenificar el amor de la clase que sea.
Ángel Silvelo Gabriel.