Revista Psicología

Vive tu vida…

Por Eredolosi @redolosi

He utilizado el género femenino en toda la entrada porque la mayoría de las personas que han acudido a la terapia con esta problemática eran mujeres lo cual no quiere decir que le ocurra también a los hombres.

El tema en cuestión es el “abandono” al que se someten muchas de ellas al iniciar una relación de pareja. Desde el exterior puede parecer todo lo contrario, ya que ella se encargará de modo consciente o no de que todo vislumbre de forma positiva. Esto simple y llanamente es un drama. No una tragedia como El Caballero de Olmedo sino con dotes de comedia porque la protagonista se burla hasta de su más íntimo “yo”.

La mujeres crecen con muchos sueños, ilusiones, deseos que les hace llenar sus días de una alegre esperanza. De pronto, con la llegada del amor (que se suponía que este iba a colmar sus deseos frustrados), se acabaron los sueños propios y se lanzan al vacío olvidándose de todo lo que anhelaban alcanzar.

Llega la culpa, la pena, el compromiso y el temor al abandono.

Cuando se pierde el contacto con nosotras mismas andamos perdidas, buscando en otras cosas esos deseos que dejamos atrás.

Se adaptan “como sea” a una forma de vida que no les hace feliz pero creyendo que es “AMOR” siguen y mantienen el tipo.

Para ilustrar mejor esta idea comparto un pequeño cuento popular que dice asi: “Un hombre fue a casa del sastre y se probó un traje. Mientras permanecía de pie delante del espejo se dio cuenta de que la parte inferior del chaleco era un poco desigual.

-Bueno, no se preocupe por eso- le dijo el sastre. -Sujete el extremo más corto con la mano izquierda y nadie se dará cuenta.

Mientras así lo hacía, el cliente se dio cuenta de que la solapa de la chaqueta se curvaba en lugar de estar plana.

-Ah, ¿eso?-dijo el sastre-. Eso no es nada. Doble un poco la cabeza y alísela con la barbilla.

El cliente así lo hizo y entonces vio que la costura interior de los pantalones era un poco corta y notó que la entrepierna le apretaba demasiado.

-Ah, no se preocupe por eso-dijo el sastre-. Tire la costura hacia abajo con la mano derecha y todo le caerá perfecto.

El cliente accedió a hacerlo y se compró el traje. 

Al día siguiente se puso el nuevo traje, “modificándolo” con la ayuda de la mano y la barbilla. Mientras cruzaba el parque aplanándose la solapa con la barbilla, tirando con una mano del chaleco y sujetándose la entrepierna con la otra, dos ancianos que estaban jugando a las damas interrumpieron la partida la verle pasar renqueando por delante de ellos.

-Oh, Dios mío- exclamó el primer hombre.-. ¡Fíjate en este pobre tullido!

El segundo hombre reflexionó un instante y después dijo en un susurro: -Si. lástima que esté tan lisiado, pero lo que yo quisiera saber… es de dónde habrá sacado un traje tan bonito.” 

Este texto refleja como algunas mujeres consiguen mantener una imagen impecable pero están completamente tullidas a causa del esfuerzo que tienen que hacer para mantenerla. Cuando esto se hace se paga un precio muy alto.

Afortunadamente, muchas al cabo del tiempo “despiertan” y recurren a andar los pasos olvidados pero no todas lo consiguen.

Cada persona sabe exactamente lo que quiere, lo que desea su alma, como dice Clarisa Pinkola es cuestión de valorar el brillo de nuestros propios ojos, la resonancia de nuestro estada de ánimo y la vitalidad de nuestros sentidos.

Hay que saber que el príncipe azul no existe y que la única protagonista del cuento y de tu vida eres tú.

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